LA HORA DEL SOSIEGO. PRESENTACIÓN DEL LIBRO.
Presentación del libro. Hospital General de Barranquilla. Barranquilla diciembre 3 de 2012 |
Hoy,
en este momento, 365 días después, se cumple
un sueño anhelado por mí. Estar aquí, frente
a Ustedes, en mi Hospital, el Hospital donde vi la primera luz del día y di mis
balonazos iniciales como anestesiólogo: el Hospital General de Barranquilla, en
el día Panamericano del Médico, presentándoles mi último libro “La Hora del Sosiego” Digresiones de un
Médico jubilado.
El año pasado la editorial bogotana me falló,
pero, bueno, nunca es tarde, ni extemporáneo regocijarse, dado un motivo como este,
para el reencuentro grato con los amigos de siempre, los apreciados colegas de
innumerables jornadas, con tanta gente de la salud que considera al “Barranquilla
Memorial Hospital” su santuario; ámbito sacro de su quehacer médico, refugio
bendito de su ejercicio docente asistencial.
Y
así transitamos la ruta de la vida en
búsqueda permanente de algo, tal vez, ser mejores cada día, conseguir la excelencia. “El que
siempre busca grandezas, alguna vez la encuentra”. Insinuaba Séneca el
latino nacido en Hispania.
Cuando
niños, inermes e ingenuos, nos atrae la diversión. Distraernos con juegos y
juguetes.
De
jóvenes, soñadores: la aventura. Andamos tras intensas emociones, enfrentamos
retos: estudiar medicina, por ejemplo.
Adultos,
en plenitud, nos inquieta tener trabajo, comodidad, realizarnos personal y
profesionalmente, en el caso nuestro: ser médicos exitosos.
Sosiego
queremos, es decir, tranquilidad y reposo, al concluir la agenda trazada en
nuestra parábola vital; tercera edad le llaman algunos, segunda infancia otros:
alcanzar un merecido jubileo.
Distintos
periodos en que, consecuentes con cada uno, prima el afán de estar bien: gozosos
y placenteros, alcanzar la felicidad. Felicidad esquiva, tantas veces, pendientes de objetos y objetivos que
consideramos muy importantes, descuidando trascender la vida humana biológica
hacia la dimensión que marca la ideal condición humana personal a través de las
cosas del espíritu que son las que nos acercan a Dios, el ser necesario. "Dios
es amor", advierte el apóstol San Juan.
La vida sin amor es una desdicha. “Ama y haz lo que quieras” sentencia el
aforismo agustiniano.
En el
libro de Reyes encontramos que Al profeta
Elías se le manifestó Dios en Horeb.
Junto a la montaña, esperó la presencia del Señor.
Pasó un viento huracanado; pero en el huracán... no
estaba Dios.
Hubo un terremoto; y en el terremoto... no estaba Dios.
También pasó el fuego; y en el fuego... no estaba Dios.
Después del fuego sopló una brisa suave; y en la
brisa... se oyó la voz del Señor... (1 Reyes 18,9 a 13).
Por otra parte el Eclesiastés nos enseña que: “Todo tiene su tiempo, y todo tiene su
hora; tiempo de nacer, tiempo de vivir, y hora de morir. Ámense en su tiempo de
vivir”. Eclesiastés 3, 1-2-
Llega, pues, el tiempo de hacer un alto al huracán
agitado de los días dedicados a la jactancia, la ostentación, las ambiciones
desbordadas.
El violento terremoto de la codicia por la
riqueza; por el tener y el poder
termina.
Y se apaga, incontenible, el fuego intenso de las
pasiones.
Para solazarnos con la refrescante, vigorosa paz
que suaviza el ímpetu de nuestra humanidad, fortifica el ánima y permite el
aplazado encuentro con ese ser tan olvidado,
en veces desconocido, por las realidades cotidianas: nadie más ni nadie menos
que nosotros mismos. Descubrir iluminado que allí dentro de mí, habita el auténtico espíritu superior que he
andado escudriñando por sitios, lugares y ritos equivocados, donde no es.
Aceptar
gustoso que ha llegado la “Hora del Sosiego”, el momento de anclar seguros en
el puerto del recogimiento y la contemplación. De aquietar el cuerpo, ya débil
y cansado, para dar rienda suelta al alma romántica, poética y soñadora; adormilada
por los trajines del mundo del trabajo y los avatares del reino de los
sentidos.
“¡Sosiego
bendito! que habrá de comunicarme el tiempo que no tuve y la jubilación me
otorga para meditar en dichoso silencio la historia hecha por mí, recrearme en
la comunicación de mi aventura personal y profesional a través de este libro. Manifiesto en la contraportada de mi libro.
¡Sosiego!
¡Qué palabra tan nuestra, tan castellana!, de las que se paladean” 1. Según el decir de Don Miguel de Unamuno.
La constitución política de 1991 y más adelante la
ley 100 de 1993 provocaron mi salida del Viejo hospital, en el mes de Julio de 1994,
después de una labor ininterrumpida de 23 años: dos como residente y 21 como
anestesiólogo sin que haya pasado, momento alguno, en mi posterior discurrir
existencial, de indiferencia a la suerte
de este amado claustro.
Concluyo con las mismas palabras finales del
capítulo de mi libro dedicado al “Barranquilla Memorial Hospital”: “Cuando celebro 40 años de mi vinculación al
Hospital General lo hago con la viva emoción que me produce saber cómo
aquí en este recinto, templo
sagrado de la medicina barranquillera,
se gestó, mi orgullosa carrera médica
desde las variadas perspectivas que es
dable considerar. Me siento colmado, muy engreído de la hoja de vida que hoy en
día, al final de mi jornada profesional,
puedo mostrar. Gracias es justo reconocerlo a esta benemérita institución”.
Complacido estoy de
encontrarme, ahora, reunido con mi querida vieja y nueva guardia,
en esta fecha propicia del Día Panamericano del Médico presentando una obra más de mi autoría gracias a la gentileza
del Doctor Rodolfo Cano, Presidente del Colegio Médico del Atlántico y seguro
estoy con el entusiasta beneplácito de todos Uds. Muchas Gracias.
Barranquilla diciembre 3 de 2012
Teobaldo Coronado Hurtado
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