PERIPLO DOCENTE. EN EL DÍA DEL MAESTRO.
PERIPLO DOCENTE. EN EL DÍA DEL MAESTRO Introducción Desde niño, con mis hermanos, en la casa paterna, nos divertíamos jugando a la escuela, entre tantas entretenciones infantiles, de una época, en que los video - controles eran una ficción. Yo, el mayor, fungía ya, como severo maestro, regla en mano para imponer disciplina. Pensaría que, desde entonces, la naturaleza me otorgó, el don privilegiado de la enseñanza, vocación por la docencia. Marcado, tal vez, por dos mujeres que me guiaron en el aprendizaje de la lectura y escritura de las letras del abecedario. La “Seño” Eusebia Laguna en el Instituto San Martín de Loba, la escuelita del barrio, en tiempos que no existían “garden ni kindergarden” y mi madre Esther Hurtado, asistente magistral, en la ejecución posterior de las tareas. Su hermosa letra, la de mi mama, calcada de la “caligrafía Palmer” la heredé y conservé, muy similar, hasta mi paso por la facultad de medicina. Vaya usted a saber por qué, la práctica médica