PANDEMIA, NAVIDAD Y VEJEZ. REFLEXIÓN NAVIDEÑA
PANDEMIA, NAVIDAD Y VEJEZ. REFLEXIÓN NAVIDEÑA A estas alturas de la pandemia con conciencia cierta de mi vulnerabilidad somática he reflexionado, llevado por el forzoso aislamiento de familiares y amigos, del distanciamiento físico de los hijos y nietos, sobre la riqueza inconmensurable que tiene la senectud. No tanto por sentirme viejo, el viejo que soy - lo que algunos necios estiman un estigma para discriminarnos - sino por vivenciar el infantil encanto de ser abuelo. Ser viejo y abuelo es el máximo título que uno puede alcanzar en la dura escuela de la vida; no hay maestría ni doctorado alguno que lo supere en dicha o en gozo. Es un privilegio que en la coyuntura actual alcanza unos perfiles heroicos cuando la consigna de los que dirigen y gobiernan este mundo - hostil a la nobleza de las canas, - ha sido la de considerarnos un estorbo para sus desmesurados cálculos económicos y financieros. Contra el pesimismo, en medio del inmenso dolor que produce la irreparable ausencia d