12. NO DIGAS TODO LO QUE SABES - UN CANTO AL SILENCIO


NO DIGAS TODO LO QUE SABES

#Proverbio #Arabe No digas todo lo que sabes. No hagas todo lo que puedes. No creas todo lo que oyes. No gastes todo lo que tienes. Porque... Quien dice todo lo que sabe. Quien hace todo lo que puede. Quien cree todo lo que oye. Y gasta todo lo que tiene. Muchas veces... Dice lo que no conviene. Hace lo que no debe. Juzga lo que no ve. Y gasta lo que no puede. #Citas #Frases @Candidman

Proverbios que datan del periodo 509- 494 AC escritos en las tablillas de un mural encontrado en las ruinas de Persépolis, ciudad del antiguo imperio persa, desenterrados por investigadores de la Universidad de Chicago entre 1933 – 1934, que son guardadas en el Museo Vaticano, se han vuelto virales en redes sociales por estos días. Un distinguido colega me invitó a que le expusiera mi “punto de vista filosófico” al respecto.


Me limitaré a hacer una breve reflexión sobre el primer proverbio.
“No digas todo lo que sabes. Porque el que dice todo lo que sabe. Muchas veces dice.  Lo que no conviene”.

REFLEXIÓN
¿Cuál es todo el saber que no hay que decir? Que no conviene.
¿Cuál es todo el saber, entonces, que hay que decir…? Que no se debe callar. Porque es conveniente.
Con los dos interrogantes en que formulo el problema deduzco que, ante todo un saber, que no hay que decir, existe la alternativa de todo un saber que, si hay obligación de comunicar. Suponiendo que todo lo que hay que decir o callar corresponde a un ejercicio de la libertad individual, de la autonomía de la persona para considerar lo que es conveniente o no, decir o callar.
Más exactamente lo que está en juego es la verdad o certidumbre de ese saber. Es decir, sobre la verdad necesaria que hay que comunicar.
¿O es que estamos obligados a decir siempre la verdad y toda la verdad?  Cuando la consigna en estudio nos invita “a que no digas todo lo que sabes”. En una especie de invitación a decir, solo, una verdad a medias.
Una verdad que en vez de beneficio produzca daño, que destruya no es conveniente. Es imprescindible una verdad que construya, que no perjudique. No existen verdades absolutas. Porque nadie es dueño de la verdad. La verdad es de todos. Los que se creen dueño de la verdad habitan en el reino del fanatismo, de los dogmáticos. La historia ensena que han sido creadores de terror y muerte, es decir: destructivas.
Es muy conocida la sentencia,  que la gran derrotada en la guerra es la verdad
La disyuntiva que planteo en esta reflexión se podría resolver con una postura moderada, fundamentada en la virtud de la prudencia. Para establecer el punto medio de conveniencia sobre todo lo que hay que decir, versus,  todo lo que hay que callar. Es, en este punto medio, donde hay que definir la condición del sujeto que dice, que habla. Determinante en últimas de la correcta aplicación de este proverbio; inaplicable de manera universal, en tanto  los sujetos son diferentes y las circunstancias pueden llegar a ser    variables.
Para entrar en contexto, no es lo mismo todo el decir del sabio frente a todo el decir del necio. Decires en correspondencia con saberes desiguales y porque no decirlo con virtudes predominantes en uno y escasas en el otro.
Contra lo que propone el proverbio, lo ideal es que el sabio diga, comunique, enseñe todo lo que sabe, en cuanto su verdad es constructiva, dignifica, induce a la grandeza. Es conveniente.
Lo mejor que puede hacer el necio es callarse.  No decir todas las sandeces que sabe. Imprudente como es, no construye, no enseña, su saber es indigno, conduce a la bajeza.
A palabras necias oídos sordos, proclama la sabiduría popular.
En el caso particular de los médicos habría necesidad de distinguir entre su estimulante labor docente y su abnegado servicio asistencial. Como docente, el profesional de la medicina, asume, ni más ni menos, el papel del sabio. Docente es el que enseña. La palabra doctor tiene el mismo origen etimológico de docente. Docere en latín.
En este sentido, es preciso señalar que el médico - maestro tiene el imperativo moral de decir, de exhibir todo su saber, sin mezquindades, sin egoísmos. Comunicar todo lo que sabe es lo más beneficioso para sus alumnos. La cátedra es el sitio privilegiado de la palabra.
En la relación médico paciente, epicentro de su acción sanitaria, está impelido, en cumplimiento de la ética profesional, a la guarda de la confidencialidad. A no revelar las confidencias del paciente, por respeto a su inviolable derecho a la intimidad y en base a la confianza depositada en él.  No solo la intimidad afectiva como interioridad, sino también la intimidad corporal como exterioridad. Confidencialidad codificada,  ética y legalmente, como secreto profesional.
El médico está obligado a guardar el secreto profesional en todo aquello que por razón del ejercicio de su profesión haya visto, oído o comprendido, salvo en los casos contemplados por disposiciones legales. Teniendo en cuenta los consejos que dicte la prudencia, la revelación del secreto profesional se podrá hacer: a) Al enfermo en aquello que estrictamente le concierne y convenga; b) A los familiares del enfermo, si la revelación es útil al tratamiento. c) A los responsables del paciente, cuando se trate de menores de edad o de personas mentalmente incapaces; d) A las autoridades judiciales o de higiene y salud, en los casos previstos por la ley; e) A los interesados, cuando por defectos físicos irremediables o enfermedades graves infecto-contagiosas o hereditarias. (Artículos 37 y 38. Ley 23 de ética médica).
La actitud del médico, en la comunicación de la verdad a su paciente sobre el mal que lo aqueja, debe estar sustentada en una verdad promotora de sanación y no en una verdad demoledora de su ánimo y esperanzas de curación. Tarea no siempre fácil.
Son muchas las enseñanzas que soportan este primer proverbio para indicarnos la indispensable prudencia al hablar, en lo que tenemos que decir, para  no hacer parte de la  milicia de los  charlatanes; por ejemplo:

“Tenemos dos oídos para oír más, y una boca para hablar menos”. Sagrada Biblia.
“Somos esclavos de nuestras palabra y amos de nuestro silencio”. Winston Churchill.
“Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, mejor quédate callado”. Sócrates.
Este proverbio, al fin y al cabo, nos hace una saludable invitación a ser amigos del silencio, tanto a los que no somos sabios,  como a los que no son necios. A todos. Pero, con el compromiso moral de no enmudecer, de denunciar todo aquello que vaya en contra de la verdad, la que proclama la indispensable solidaridad social contra la injusticia. De ser voz de los que no tienen voz. “Lo que más me preocupa, no es el grito de los violentos, de los    corruptos, de los deshonestos. Lo que más         me preocupa, es el     silencio de los pacíficos, de los honestos, de los buenos”.  Martín Luther King.
TEOBALDO CORONADO HURTADO
Barranquilla octubre 1 de 2017

CANTO AL SILENCIO

¡Qué bueno ser aliados del silencio ¡
Busquemos siempre su entrañable amistad
Es el mejor, el más leal de los amigos:
Comunica, ayuda, reconforta, da paz.

El silencio es gran maestro del saber escuchar
Tal vez no lo vemos, se hace sentir,
se deja oír con sutileza:
En palabras que se confunden con el esplendor de la belleza,
con la gracia de lo divino.

El silencio es manifestación vital, es palpitante
Entiende, tan solo, los idiomas de la mente y del corazón.
Presta calmada movilidad a los sentimientos.
Con Él, el amor se hace más enérgico y profundo.
Regala fe y resignación al sufrimiento
Aplaca generoso la impetuosidad de la ira
Infunde coraje y vigor en la tristeza.

En compañía del silencio somos más personas, nos humaniza.
Nos aparta, nos aleja de la bestia,
Las bestias son las que gritan.
En medida que el silencio se distancia de nosotros,
Fácil nos equivocamos, caemos en el error.

El silencio es el mayor aliado del pensamiento
La inteligencia lo considera su empleado preferido.
Eso dice la reflexión.
Va de la mano con la prudencia.
El silencio se siente cómodo con la razón.

En los instantes que da la gloria es agradecido, gusta compartir.
En la ardentía de la lucha empuja con fuerza hacia delante.
Es nutriente fortificante en las horas apacibles del sosiego.

El silencio se encuentra a gusto con la vida;
Ésta le rinde tributo y pleitesía:
En el apacible y angelical sueño de un niño
En el largo y apasionado suspenso de los enamorados que se besan
En la gratificante ingenuidad de los viejos,
que conformes, ven caer la tarde y los recuerdos.

Todo lo sublime, todo lo sagrado huele a silencio:
El calmado y sanador ambiente de los hospitales
La majestad y solemnidad de templos y conventos
La reciedumbre marcial de los cuarteles.

El claustro docente se ofende sin él estimulo de su cátedra permanente.
En grandes salones de concierto o en la sencilla aula de música
Otorga dimensión celestial precisa al lenguaje de los dioses.
El hogar, el dulce hogar se recrea mansamente con su vasallaje.

El silencio adorna con ribetes sinfónicos a la madre naturaleza y sus encantos:
En la mudez de la noche, el titilar de las estrellas, los ladridos de los perros a la luna.
En la fantasía sin igual de la nube de cocuyos
que deslumbran la oscuridad con sus relámpagos.

La anchura azulosa del silencio nos permite comprender sin entender
el turbulento lenguaje de las olas del mar.
Nunca nos cansaremos de contemplar la majestuosidad del océano,
lo insondable de sus abismos silenciosos.

El correr plácido y sereno de los ríos
embelesa con el sonoro silencio de sus orillas.
En suave silencio nos extasiamos con el susurro estremecedor
de los purificadores árboles del bosque.

El silencio es pentagrama sobre el que dibujan su bello canto
Las juguetonas aves del cielo.
Suministra a la rosa su fragancia escondida,
a las flores coloca terso, candoroso traje multicolor


Es el arma heroica de los humildes
refugio escogido de los sabios, de los santos
El silencio es un canto,  el himno triunfal de los sencillos.

El silencio no conoce a la soberbia,
nunca se ha tropezado con la arrogancia.
Se le ve en todo momento acompañado de la modestia
Deambula erguido por los caminos de la rectitud y el decoro.

Ante el llanto y el dolor es consolador magnánimo
A la hora del trance final adquiere máxima expresión y grandeza.
El silencio de la muerte es reconciliación, es perdón, es resurrección.

El silencio habita en todas partes.
Tiene predilección por la soledad.
Se alimenta gustoso de la imaginación
Ansioso bebe las aguas refrescantes de la meditación
Tiene limpio ropaje de recogimiento
Convive amoroso con la tranquilidad
El silencio existe en presente, tiene perfiles de inmortalidad
¡Los silencios son eternos ¡

El silencio es la voz callada de Dios que camina junto a nosotros.
Teobaldo Coronado Hurtado
Barranquilla diciembre 12 de 1988


Comentarios

  1. caricia para el alma,bellisimo¡¡¡¡¡

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  2. El Canto al Silencio, es maravilloso, de una profundidad única

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