12. NO DIGAS TODO LO QUE SABES - UN CANTO AL SILENCIO
NO DIGAS TODO LO QUE SABES
Me limitaré a hacer una breve
reflexión sobre el primer proverbio.
“No
digas todo lo que sabes. Porque el que dice todo lo que sabe. Muchas veces dice. Lo que no conviene”.
REFLEXIÓN
¿Cuál es todo el saber que no hay que
decir? Que no conviene.
¿Cuál es todo el saber, entonces, que
hay que decir…? Que no se debe callar. Porque es conveniente.
Con los dos interrogantes en que
formulo el problema deduzco que, ante todo un saber, que no hay que decir,
existe la alternativa de todo un saber que, si hay obligación de comunicar.
Suponiendo que todo lo que hay que decir o callar corresponde a un ejercicio de
la libertad individual, de la autonomía de la persona para considerar lo que es
conveniente o no, decir o callar.
Más exactamente lo que está en juego
es la verdad o certidumbre de ese saber. Es decir, sobre la verdad necesaria
que hay que comunicar.
¿O es que estamos obligados a decir
siempre la verdad y toda la verdad?
Cuando la consigna en estudio nos invita “a que no digas todo lo que
sabes”. En una especie de invitación a decir, solo, una verdad a medias.
Una verdad que en vez de beneficio
produzca daño, que destruya no es conveniente. Es imprescindible una verdad que
construya, que no perjudique. No existen verdades absolutas. Porque nadie es
dueño de la verdad. La verdad es de todos. Los que se creen dueño de la verdad
habitan en el reino del fanatismo, de los dogmáticos. La historia ensena
que han sido creadores de terror y muerte, es decir: destructivas.
Es muy conocida la sentencia, que
la gran derrotada en la guerra es la verdad
La disyuntiva que planteo en esta
reflexión se podría resolver con una postura moderada, fundamentada en la
virtud de la prudencia. Para establecer el punto medio de conveniencia sobre
todo lo que hay que decir, versus, todo lo que hay que callar. Es, en
este punto medio, donde hay que definir la condición del sujeto que dice, que
habla. Determinante en últimas de la correcta aplicación de este proverbio; inaplicable de manera universal, en tanto los sujetos son
diferentes y las circunstancias pueden llegar a ser variables.
Para entrar en contexto, no es lo
mismo todo el decir del sabio frente a todo el decir del necio. Decires en
correspondencia con saberes desiguales y porque no decirlo con virtudes
predominantes en uno y escasas en el otro.
Contra lo que propone el
proverbio, lo ideal es que el sabio diga, comunique, enseñe todo lo que sabe,
en cuanto su verdad es constructiva, dignifica, induce a la grandeza. Es
conveniente.
Lo mejor que puede hacer el necio es
callarse. No decir todas las sandeces que sabe. Imprudente como es, no construye, no enseña, su saber es indigno,
conduce a la bajeza.
A palabras necias oídos sordos,
proclama la sabiduría popular.
En el caso particular de los médicos
habría necesidad de distinguir entre su estimulante labor docente y su abnegado
servicio asistencial. Como docente, el profesional de la medicina, asume, ni
más ni menos, el papel del sabio. Docente es el que enseña. La palabra doctor
tiene el mismo origen etimológico de docente.
Docere en latín.
En este sentido, es preciso señalar que
el médico - maestro tiene el imperativo moral de decir, de exhibir todo su
saber, sin mezquindades, sin egoísmos. Comunicar todo lo que sabe es lo más beneficioso
para sus alumnos. La cátedra es el sitio privilegiado de la palabra.
En la relación médico paciente,
epicentro de su acción sanitaria, está impelido, en cumplimiento de la ética
profesional, a la guarda de la confidencialidad. A no revelar las confidencias del paciente, por respeto a su inviolable derecho a la intimidad y en base a la confianza depositada en él. No solo la intimidad afectiva como interioridad,
sino también la intimidad corporal como exterioridad. Confidencialidad codificada, ética y
legalmente, como secreto profesional.
“El
médico está obligado a guardar el secreto profesional en todo aquello que por
razón del ejercicio de su profesión haya visto, oído o comprendido, salvo en
los casos contemplados por disposiciones legales. Teniendo en cuenta los
consejos que dicte la prudencia, la revelación del secreto profesional se podrá
hacer: a) Al enfermo en aquello que estrictamente le concierne y convenga; b) A
los familiares del enfermo, si la revelación es útil al tratamiento. c) A los
responsables del paciente, cuando se trate de menores de edad o de personas
mentalmente incapaces; d) A las autoridades judiciales o de higiene y salud, en
los casos previstos por la ley; e) A los interesados, cuando por defectos físicos
irremediables o enfermedades graves infecto-contagiosas o hereditarias. (Artículos
37 y 38. Ley 23 de ética médica).
La actitud del médico, en la
comunicación de la verdad a su paciente sobre el mal que lo aqueja, debe estar
sustentada en una verdad promotora de sanación y no en una verdad demoledora de
su ánimo y esperanzas de curación. Tarea no siempre fácil.
Son muchas las enseñanzas que
soportan este primer proverbio para indicarnos la indispensable prudencia al
hablar, en lo que tenemos que decir, para no hacer parte de la milicia de los charlatanes; por ejemplo:
“Tenemos
dos oídos para oír más, y una boca para hablar menos”. Sagrada Biblia.
“Somos
esclavos de nuestras palabra y amos de nuestro silencio”. Winston Churchill.
“Si
lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio, mejor quédate callado”.
Sócrates.
Este proverbio, al fin y al cabo, nos
hace una saludable invitación a ser amigos del silencio, tanto a los que no somos sabios, como a los que no son necios. A todos. Pero, con el compromiso moral de no
enmudecer, de denunciar todo aquello que vaya en contra de la verdad, la que
proclama la indispensable solidaridad social contra la injusticia. De ser voz
de los que no tienen voz. “Lo que más me
preocupa, no es el grito de los violentos, de los corruptos, de los
deshonestos. Lo que más me preocupa,
es el silencio de los pacíficos, de los
honestos, de los buenos”. Martín
Luther King.
TEOBALDO CORONADO HURTADO
Barranquilla octubre 1 de 2017
CANTO
AL SILENCIO
¡Qué
bueno ser aliados del silencio ¡
Busquemos
siempre su entrañable amistad
Es
el mejor, el más leal de los amigos:
Comunica,
ayuda, reconforta, da paz.
El
silencio es gran maestro del saber escuchar
Tal
vez no lo vemos, se hace sentir,
se
deja oír con sutileza:
En
palabras que se confunden con el esplendor de la belleza,
con
la gracia de lo divino.
El
silencio es manifestación vital, es palpitante
Entiende,
tan solo, los idiomas de la mente y del corazón.
Presta
calmada movilidad a los sentimientos.
Con
Él, el amor se hace más enérgico y profundo.
Regala
fe y resignación al sufrimiento
Aplaca
generoso la impetuosidad de la ira
Infunde
coraje y vigor en la tristeza.
En
compañía del silencio somos más personas, nos humaniza.
Nos
aparta, nos aleja de la bestia,
Las
bestias son las que gritan.
En
medida que el silencio se distancia de nosotros,
Fácil
nos equivocamos, caemos en el error.
El
silencio es el mayor aliado del pensamiento
La
inteligencia lo considera su empleado preferido.
Eso
dice la reflexión.
Va
de la mano con la prudencia.
El
silencio se siente cómodo con la razón.
En
los instantes que da la gloria es agradecido, gusta compartir.
En
la ardentía de la lucha empuja con fuerza hacia delante.
Es
nutriente fortificante en las horas apacibles del sosiego.
El
silencio se encuentra a gusto con la vida;
Ésta
le rinde tributo y pleitesía:
En
el apacible y angelical sueño de un niño
En
el largo y apasionado suspenso de los enamorados que se besan
En
la gratificante ingenuidad de los viejos,
que
conformes, ven caer la tarde y los recuerdos.
Todo
lo sublime, todo lo sagrado huele a silencio:
El
calmado y sanador ambiente de los hospitales
La
majestad y solemnidad de templos y conventos
La
reciedumbre marcial de los cuarteles.
El
claustro docente se ofende sin él estimulo de su cátedra permanente.
En
grandes salones de concierto o en la sencilla aula de música
Otorga
dimensión celestial precisa al lenguaje de los dioses.
El
hogar, el dulce hogar se recrea mansamente con su vasallaje.
El
silencio adorna con ribetes sinfónicos a la madre naturaleza y sus encantos:
En
la mudez de la noche, el titilar de las estrellas, los ladridos de los perros a
la luna.
En
la fantasía sin igual de la nube de cocuyos
que
deslumbran la oscuridad con sus relámpagos.
La
anchura azulosa del silencio nos permite comprender sin entender
el
turbulento lenguaje de las olas del mar.
Nunca
nos cansaremos de contemplar la majestuosidad del océano,
lo
insondable de sus abismos silenciosos.
El
correr plácido y sereno de los ríos
embelesa
con el sonoro silencio de sus orillas.
En
suave silencio nos extasiamos con el susurro estremecedor
de
los purificadores árboles del bosque.
El
silencio es pentagrama sobre el que dibujan su bello canto
Las
juguetonas aves del cielo.
Suministra
a la rosa su fragancia escondida,
a
las flores coloca terso, candoroso traje multicolor
Es
el arma heroica de los humildes
refugio
escogido de los sabios, de los santos
El
silencio es un canto, el himno triunfal
de los sencillos.
El
silencio no conoce a la soberbia,
nunca
se ha tropezado con la arrogancia.
Se
le ve en todo momento acompañado de la modestia
Deambula
erguido por los caminos de la rectitud y el decoro.
Ante
el llanto y el dolor es consolador magnánimo
A
la hora del trance final adquiere máxima expresión y grandeza.
El
silencio de la muerte es reconciliación, es perdón, es resurrección.
El
silencio habita en todas partes.
Tiene
predilección por la soledad.
Se
alimenta gustoso de la imaginación
Ansioso
bebe las aguas refrescantes de la meditación
Tiene
limpio ropaje de recogimiento
Convive
amoroso con la tranquilidad
El
silencio existe en presente, tiene perfiles de inmortalidad
¡Los
silencios son eternos ¡
El
silencio es la voz callada de Dios que camina junto a nosotros.
Teobaldo
Coronado Hurtado
Barranquilla
diciembre 12 de 1988
caricia para el alma,bellisimo¡¡¡¡¡
ResponderBorrarEl Canto al Silencio, es maravilloso, de una profundidad única
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