VOZ DE PROTESTA
VOZ DE
PROTESTA
Son
conocidas, los medios de comunicación las han divulgado. No vale la pena
repetirlas, reproducirlas: las palabras, la violenta ofensiva contra los
médicos, su deshonrosa humillación. Destilan odio, resentimiento, crueldad. No
parecen dichas por una persona normal, en sus cabales; caben bien en el
desvarió de un psicópata. Lo grave de su origen es que no provienen de un
sujeto del común, de un ciudadano cualquiera, fueron pronunciadas por el
presidente de la república de Colombia el señor Gustavo Petro Orrego.
Queda la
sensación por este y otros discursos, del mismo tono, que el señor presidente
no es consciente de su jerarquía, de la dignidad de su cargo, que representa la
majestad de la nación: jefe de Estado, jefe de gobierno, primer mandatario,
primer magistrado, comandante en jefe de las Fuerzas Militares y la Policía
Nacional. Es un símbolo del orgullo nacional, de la unidad nacional. Presidente
de todos sin distingos, no solo de los casi 12 millones de compatriotas que lo
ungieron con su voto, también de 49 millones de colombianos restantes.
No
muestra Gustavo Petro, en su accionar, la estatura de un estadista. Cada vez
más se va asemejando a un dictadorzuelo de una república bananera.
El
exsenador Petro sigue siendo candidato - lo paradójico, hace con su actitud
poco conciliadora oposición así mismo - tiene nostalgia del Palacio de San
Carlos y no ha caído en cuenta que habita en la Casa de Nariño. Lo que uno
alcanza a ver es que no gobierna por estar en campaña.
Me ha
dolido en lo más profundo de mi "ser medico" la injusta diatriba
lanzada contra el gremio de los profesionales de la salud que pisotea la dignidad medica. Me uno, con esta
nota, al lógico rechazo de la comunidad médica en general expresado ya por la
Asociación Colombiana de Sociedades Científicas en comunicado, que en uno de
sus apartes dice: “Referirse a nosotros como mercaderes o traficantes de la
muerte no legitima las decisiones de su gobierno con relación al sistema de
salud… es crucial que esta discusión se lleve a cabo con altura y de una manera
que reconozca la integridad de los profesionales de la salud”.
En
particular, pienso en la pena de los colegas que, si sufragaron por su nombre,
esperanzados en el necesario cambio que prometió. Fueron bastantes, por lo
menos, entre mis conocidos y más cercanos.
Ante
tanto oprobio, viejo líder en uso de buen retiro, no podía quedarme en silencio
para sentar mi solidaria voz de protesta y decirle, con el mayor respeto, al
presidente de la república que se equivocó en esta ocasión al insultar a los
médicos, se metió con la gente que callada, como debe ser, en forma abnegada
cuida y vela por a la salud de todos los connacionales, por lo tanto,
merecedores del mayor aprecio, respeto y consideración.
Dios no
lo quiera, Doctor Petro, tenga necesidad de nuestros servicios, pero tenga la
seguridad de que será atendido con la misma diligencia, sumo cuidado y nobleza
como si no nos hubiera herido, porque en los médicos no tienen cabida los odios
y los resentimientos, prima ante todo nuestro amor al hombre, a no hacerle
daño. El respeto a la vida, a la vida humana, es la norma primera de nuestra
ética profesional que juramos cumplir al momento de recibir el tirulo de
médico.
Cuídese,
es hora de que se haga un chequeíto y sepa usted que:
Somos los médicos peregrinos por la vida
que al generoso del buen samaritano
en dulce compasión y caridad imitamos
para atender y consolar
al ser humano.
Sin reparar, ni discriminar quien es
por conocer su enfermedad, su padecer
al prójimo nuestro paciente y hermano
tratamos de ayudar, de
comprender.
Bendiciones, casi siempre recibimos
Ingratitud, muchas veces es la paga
en cumplimiento del deber lo aceptamos
convencidos que al servir
el alma gana.
Conscientes de la humana imperfección,
de los posibles errores cometidos
cumplimos sigilosos con estricta atención
la dura tarea a nosotros
comendada.
La inteligencia con sus límites no abarca
lo inescrutable entre la vida y la muerte,
los instrumentos no bastan para descifrarlas
imprecisos, se equivocan,
con frecuencia fallan.
Aun con sus prodigios la ciencia queda corta
sí descifrar intenta, lo enigmático del hombre
la entelequia de su naturaleza y de su ser
el cómo, el cuándo, el
dónde y el porqué.
¡Cuán pequeños y banales parecemos ¡
Impotentes, tantas veces, en el empeño
que la enfermedad y la ansiedad vencen
a la ciencia y suma
diligencia sin remedio.
Sin embargo:
La cruzada a librar dispuestos estamos
con el vigor del intelecto como estandarte
la pericia y suavidad de nuestras manos
y el temple del carácter
en cada embate.
La vocación que a nuestro oficio empuja
Florecerá incontenible para luchar con valor
contra la muerte, la enfermedad y el dolor
hasta el final, bajo la ayuda bendita de Dios.
Barranquilla marzo 22 de
2025
El medico corrupto no existe, existe el corrupto que se graduo de medico; que es otra cosa, las profesiones no hacen a las personas
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