GRACIAS MAMI

 Palabras pronunciadas por Regina Coronado Arana en el funeral de su madre HELENA YAMILE ARANA DE CORONADO, el  pasado 9 de septiembre.


Mami,

No hay palabras que puedan describir el inmenso dolor que produce tu ausencia definitiva.  

Desde muy pequeña estuve estrechamente conectada a ti. Fue nuestra eterna conexión que no termina con tu partida.

Todo lo que te rodeaba y hacías me interesaba, y tú, con espontáneo cariño, me decías “María Piña, cuelga”.

Nos separamos por primera vez cuando me fui a hacer el año rural. Recuerdo bien el pesar que me dio al dejarte, lo viví intensamente. Era un sentimiento recíproco, pero yo me aguantaba, lo disimulaba para que tú te sintieras mejor. Aun así, teníamos una cita diaria en Telecom, siempre a la misma hora. Hubo ocasiones en que, por estar ocupada, no podía llegar a la cita acordada y, paciente, la posponías.  Sin oír mi voz, no te podías dormir. No quedabas tranquila.

Cuando partí al exterior, la llamada diaria continuó. Tenía la grata sensación de que ambas podíamos tener un mejor día o una mejor noche después de comunicarnos. Eso es lo que más voy a extrañar cuando tu presencia física no está: tu voz, tus sabios consejos, el mutuo “reporte diario”.

Regina Coronado Arana y Lucía

Mami, yo solo tengo memoria de la madre buena que luchó incansablemente por sacarnos adelante. Cada idea, cada lección tuya, ha hecho de mi la persona que soy ¡Gracia Mami!

Desde muy niña, solía estar a tu lado observando y aprendiendo las maravillas que hacías con tus prodigiosas manos. El arte te apasionaba. De ti aprendí y adiestré mis habilidades en diversas manualidades y lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió, hoy en día, en uno de mis hobbies preferidos.

Aunque ya no está aquí y se ha ido al cielo, siento que la honró, cada vez que creo algo con mis manos, tal como ella me enseñó. Su amor hacia mí y su pasión artística siguen vivos, reviven en cada puntada, en cada pincelada que realizó, en cada creación, en cada pequeño detalle que ella me inspira e ilumina.

Admirable la certera visión que tenías para todo. Aunque, a veces, no estuviera del todo de acuerdo contigo, terminabas teniendo la razón. Rara vez te equivocabas.

Cuando supiste que ibas a ser abuela, fuiste inmensamente feliz. La abuela más feliz del mundo. Por circunstancias médicas conociste a Diego, tu primer nieto, a los seis meses de nacido. Tengo intacto en mi recuerdo la jubilosa mirada que brillo en tus ojos cuando lo viste y él, risueño, te miro fijamente como si ya te conociera. Fue un momento inolvidable, profundamente emocionante. Desde entonces, te convertiste en la abuela más amorosa, consentidora, alcahueta, y orgullosa de llevar ese honroso título.

Los niños de la familia ya te llamaban “Dende”, cuando Diego al pronunciar sus primeros vocablos te bautizó como “Ñeñe.”.

Luego vino Antonia, la niña de Juan, a quien amaste y consentiste sin límites. Hubo un vínculo muy especial entre las dos. Por último, cuando nació Lucia, me dijiste que no te ibas a perder ni un segundo… y así fue.  Ella te llenaba de infinita alegría. Había un estrecho lazo entre las dos. Mientras tu estabas, Lucia no se despegaba de ti. Cada vez que pasaba algo nuevo con ella, te llamaba por video cámara para contártelo o mostrártelo. Era un amor entrañable que las unía.

Tu mayor felicidad se centraba en tus tres nietos, al tiempo que para ellos tú eras su Ñeñé o Hele, que adoraban sin límites. Cuando venían a Barranquilla no querían salir de tu apartamento. Claro, tú les conocías cada capricho y generosa los complacías, siempre tenías algo específico para cada uno. Pasabas el día entero dedicada a atenderlos. Para ellos las mejores vacaciones eran estar contigo. Razón suficiente para soñar con venir a Barranquilla en cualquier oportunidad.

Gracias Mami, por tu amor inagotable, cálida compañía, dedicación constante, tu lucha de todas las horas, intensos cuidados, alentadoras palabras… Nos dejaste llenos de ti. El vacío que queda sin tu sacra presencia es enorme. La voluntad divina lo quiso así.

Gracias Dios por darme la dicha de tenerla, de disfrutarla y de haberle dado lo mejor de mí. Nuestra conexion es por siempre y para siempre.

Waldo, Diego, Lucia y yo te vamos a extrañar, eres irremplazable. Nos quedamos con el corazón lleno de los innumerables momentos a tu lado. Tenemos la memoria repleta de la dicha que tu compañía nos deparó para seguir amándote de por vida.

Gracias por todo, Mami.

Te amo infinito.

Regina

Barranquilla septiembre 9 de 2025

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