BARRANQUILLA. MEMORIAL HOSPITAL


BARRANQUILLA “MEMORIAL HOSPITAL”



Próximo a finalizar el año rural, enero de 1971, en el ribereño municipio de Remolino (Magdalena), estuve merodeando por el Hospital General de Barranquilla en busca de trabajo. 
Colegas amigos que tropecé, solícitos, me informaron que lo más seguro era una vacante como residente de anestesia, por lo poco apetecida de esta posición. Para las demás especialidades aplicaban demasiados aspirantes.
No estaba entre mis planes esta disciplina, nunca había pensado en ella. Desde la época de estudiante mi objetivo lo tenía puesto en pediatría.

Anécdota con el Dr. José Ignacio Casas. En fecha posterior, concluida la medicatura social, volví al Hospital y me dirigí, de inmediato, a la Dirección. Me recibió, amable, el Dr. José Ignacio Casas Santamaría (director científico) quien después de explicarle las razones de mi visita en forma tajante me ordena:
- “Sube a cirugía, te le presentas al Dr. Guillermo Ariza, jefe de los Anestesiólogos; le informas que yo te mando, que tú eres el nuevo residente del Servicio de Anestesia. Para que comiences a trabajar enseguida”. Quedé estupefacto.
Cuando me presento al Dr. Ariza, esta arruga la cara y en tono displicente me dice: 
- “Tengo primero que consultar con el Dr. Miche, (Miguel Navarra) presidente de la Sociedad de Anestesiología del Atlántico, para aceptarte. Todo depende de su visto bueno. El decide aquí en la ciudad lo relacionado con la especialidad”. Quedé frío.
Retorno a la oficina del Señor director y le comunico lo sucedido con el Doctor jefe de Anestesia.
- ¡Qué vaina!  Exclamó algo molesto. “Mañana a las 7.30 a.m. te espero en quirófanos y cuidado fallas”, me advirtió.  “Aquí en este hospital el que mando soy yo”, agregó. Y no le fallé.

El 10 y 11 de febrero, del año en curso, se cumplieron 40 de este episodio. De mi ingreso al viejo “Hospital de Caridad” como lo llamaron en sus inicios, hasta no hace mucho tiempo, nuestros ancestros barranquilleros.
“Memorial Hospital” le pusimos con cariño los jóvenes médicos de entonces. Ahora tiene el horroroso nombre de Caprecom. ¡Qué vaina! diría el Dr. Casas. Gajes de la politiquería, de los que han hecho de la salud un vil negocio.

Cuando ingreso al Hospital General “la flor y nata” de la medicina barranquillera estaba allí concentrada con la lógica explicación de ser único centro hospitalario público de la ciudad y el mayor de la Costa Atlántica.
El Hospital de los Andes o Unidad Programática Institucional UPI del ISS, desaparecido, fue inaugurado en 1975. El Hospital Universitario, actualmente CARI abrió sus puertas en 1979. 

PROFESIONALES DE LA SALUD
Capilla del Hospital de Barranquilla
Doctores, de izquierda a derecha: Hugo Medina, Teobaldo Coronado, Julio M. llinás, Efraín Kihg Rocha, Nazario Hanni.

Trataré de recordar la pléyade de profesionales de la salud, colegas y amigos, algunos durmiendo ya el sueño de los justos, que constituían la lujosa nómina de la centenaria institución, en ese momento, febrero de 1971, tan especial de mi vida, a quienes rindo sincero homenaje de gratitud y aprecio en esta apacible evocación, así:

Director científico: José Ignacio Casas Santamaría
Secretaria del director: Gala Cuao Burgos
Director administrativo: Carlos Peña Torres
Director del Laboratorio y Banco de Sangre. Alfonso Atehortúa Gerleín.

CONSULTA EXTERNA. Carlos Hernández Sáenz. Jefe.
Luis Carrasquilla, Manuel Antonio Pérez Hernández, Diógenes Algarín, Daniel Rebolledo, Luis Chicre, José Freyle, Emmanuel Marthe.

MEDICINA INTERNA. Marcos H Camargo. Jefe. 
Blas Retamozo, Manuel Urina Daza, Moisés Levy, Efraín King Rocha, Fuad Muvdi, Elías Sales
Residentes: Yolanda Corzo, Carolina Samper Vásquez, Eduardo Persand Barnes, Gloria Rodado

CIRUGÍA. Humberto Espinoza Taboada, jefe. 
Nazario Fraija Larios (Jefe de urgencias), Luis Francisco
Ovalle, Fermín Zurbarán Barraza, Marcos Mendoza Romero, Nadim Said Hachem, Francisco Pérez Sánchez, Carlos Hugo Palacio, Alejandro Rosales Ucrós.
Residentes. Heriberto Vargas Viloria, Alberto Saumeth Peña, Efraín Gaines Acuña, Max Peña Ponzón.

GINECOLOGÍA Y OBSTETRICIA. Francisco Sales Sales. Jefe de ginecología, Rafael Algarín Mendoza, Jefe de Obstetricia, 
Néstor Vásquez Macías, Julio Duva Palacio, Remberto Racedo, Julio Mario Llinás Ardila, Antonio Beltrán Galindo, Carlos Peñaranda Patiño, Luis De la Hoz Pacheco, José Rosillo Gallardo, Francisco Nieto Navia, Orlando Peinado Quintero, Leonello Marte
Residentes: Francisco Edna Ahumedo, Francisco Bernal Consuegra, Betty Vimos Cucalón, José Murillo
Pediatra, Sala de maternidad. Mario Mendoza Álvarez Correa.

PATOLOGÍA. Arturo Álvarez Hernández. Jefe, 
Alfonso Chinchilla Gómez, Carmen de Zurbarán.

ORTOPEDIA: Pedro Muskus, jefe 
Luis Felipe Marín, Miguel Rosales Martínez, Alfonso Cervantes Villarreal, Cesar Campo, Alberto Castellanos.
Residente: Francisco Albor Albor.

NEURO CIRUGÍA: Jorge Malkun. Jefe, 
David Dancur Baldovino, Carlos López Pinto.

CIRUGÍA PLÁSTICA: Rafael Caballero Marín, jefe. 
Carlos Julio Jaraba, Reinaldo Gómez Ahumada.

OFTALMOLOGÍA: Víctor Cabarcas Puello. Jefe 
Milcíades Osorio, Edilberto De la Cruz.

ESTOMATOLOGÍA: Oswaldo Sánchez, jefe, 
Enrique Llanos Munive, Antonio Casale Sierra, Coltón Rosales Llanos.

ANESTESIÓLOGIA. Guillermo Ariza Donado (jefe), 
Enrique Asmar Orozco, Rodolfo Ortiz Páez, Francisco Miranda Arroyo, Eduardo Carballo Ghisays.
Residente. Teobaldo Coronado Hurtado.

RADIOLOGÍA. Amiro Tamara Merlano, jefe, 
Efraín Coronado Barraza, David Salazar.

ONCOLOGÍA.
Marco Lujan, Marco González.

NEUMOLOGÍA. Armando Castro Matallana.

UROLOGÍA. Luis Abuchaibe Abuchaibe, Marcos Molinares, Ernesto Latorre.
Residente: Roque Salas Palmera.

PSIQUIATRÍA. Antonio Reales Orozco.

OTORRINOLARINGOLOGÍA: Filadelfo Carreño.

CITOLOGÍA. Gloria Jubiz.

MÉDICOS INTERNOS
José Cervantes Fonseca, Ricardo Figueroa, Humberto Rosanía Vitola, Santiago De la Hoz Cantillo, Nelson Zúñiga Ruales, Iveth Kessie, Julio Lora, Miguel Gómez, Orlando Navarro, Benjamín Pérez, Abimael Pérez, Jorge Gómez, Ángel Ceballos, Enrique Hannaberg, Camilo Uribe, Jaime Mercado, Fernando Castrillón, Tulio Juárez, Delfín Peñaloza
Médicos residentes (así fueron nombrados) con título, ya, de especialistas: Francisco Edna, Betty Vimos, Efraín Gaines y José Murillo.
Años después al carecer el Hospital de Barranquilla reconocimiento académico universitario a los residentes se les consideraba "médicos de planta".

La idea de una facultad de medicina. Es bueno anotar que estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena realizaban prácticas hospitalarias en convenio que el Dr. Marcos H Camargo coordinaba en compañía del Dr. Manuel Urina. Al respecto el Dr. Julio Mario Llinás afirma que: “A fines de la década de los 60, en el siglo XX, se hizo un convenio con la Universidad de Cartagena para desarrollar en el hospital las cátedras de medicina Interna, cirugía y el Internado rotatorio. Tuve la oportunidad de participar como docente (Instructor 1) en el departamento de ginecología y obstetricia a nivel del internado durante 3 años. Lamentablemente el convenio con la Universidad de Cartagena se suspendió cuando en la ciudad se fundó la Facultad de Medicina de la Universidad Libre que empezó a funcionar en las instalaciones del centro hospitalario”. [1] 
Existía inquietud en la ciudad de crear una facultad de medicina de iniciativa estatal, dependiente de la Universidad del Atlántico; ante la desidia de los gobernantes de la ciudad y del departamento esta idea logro cristalizar gracias al apoyo proporcionado por las directivas de la Universidad Libre, al grupo de médicos comprometidos en este empeño, en su mayoría vinculados al Hospital General en la parte asistencial y a la Universidad de Cartagena por el convenio docente existente. “Un conjunto de médicos reunidos en enero de 1973 consolidan un equipo que conforma la Comisión Máxima organizadora de la Universidad Libre Seccional Atlántico, compuesta por los doctores Arturo Álvarez, Francisco Sales, Antonio Lozada, Manuel Urina, Julio Mario Llinás y otros cristaliza en  Julio de 1974, con la fundación de la primera facultad de medicina de Barranquilla …En el mismo año de 1974 surge el Programa de Medicina de la División Ciencias de la Salud de la Universidad del Norte, creado el 14 de Septiembre de 1974”[2]. 

DEPARTAMENTO DE ENFERMERÍA
El servicio de enfermería del Hospital General de Barranquilla estaba a cargo de la comunidad religiosa de las Hermanas Dominicas de la Presentación. Conformado entre otras por: 
Hermana Rosa Luisa. Jefe Departamento de Enfermería
Hermana María Benilda. Sala Pumarejo (Ginecología) y San Juan Bosco (Urología)
Hermana Benilda de la Santísima Trinidad. (Quirófanos)
Hermana Amalia. Sala Fátima (Ortopedia)
Hermana Abel. Sala El Carmen (Hospitalización Medicina interna)
Hermana Rita. Sala Putnam Tanco (mujeres) y Sala San Carlos (Hombres). Salas de Hospitalización de los pacientes quirúrgicos
Hermana Ana Ruby. Urgencias
Hermana Rosa Antonia. Capilla
Enfermera Gladys Vela de Morales. Sala Ponce y Sagrado Corazón (Pensionados o privados)
Enfermera Ana Yepes. Quirófanos

ÁREA QUIRÚRGICA
Adelante: Carlos Barrera, Marcos Llinás, Teobaldo Coronado, Jose Leon, Antonio Mendoza
Detrás: Jusús Godoy, Efraóin Gaines, Efraín King,  Pedro Pallares, María Ortíz, Habib Santiago, Agustín Guerrero

En funcionamiento existían 6 quirófanos y la sala de recuperación con 4 camas. No había UCI.
Quirófanos
Sala 1. Ginecología
Sala 2. Cirugía general y Urología
Sala 3. Cirugía general y cirugía plástica
Sala 4. Ortopedia y neurocirugía
Sala 5.  Órganos de los sentidos.
Sala 6. Para pacientes sépticos
Por la mañana se intervenían pacientes llamados “del servicio o de caridad”. En la tarde los privados o particulares de las salas Ponce (Media pensión) y Sagrado Corazón (Pensión entera). Mayor parte de pacientes privados eran subsidiados por entidades del Estado: Cajas de Previsión Nacional, Departamental y Municipal. Se atendían, además, enfermos de la Policía Nacional.

Práctica anestesiológica. En el primer año de residencia me correspondía, de turno, durante la noche y fines de semana, realizar autopsias de carácter médico legal y pasar revista a las salas El Carmen y San Carlos de Medicina Interna.
“El Memorial Hospital” funcionaba más que todo como un Hospital de guerra. El volumen de cirugías de urgencia superaba las programadas que con frecuencia se suspendían por este motivo.
Un tensiómetro y un fonendoscopio, casi siempre en mal estado, conformaban el equipo de monitoreo.  Observación clínica a través de: toma de pulsos, auscultación de ruidos cardiácos y respiratorios mediante un fonendoscopio de localización precordial o un fonendoscopio esofágico que confeccionábamos en forma rudimentaria con un dedo de guante o un tubo de drenaje Penrose, contracción o dilatación pupilar, coloración de la sangre y de la piel, y eliminación urinaria constituían soporte clínico para la vigilancia del paciente.
La necesidad nos convirtió a los residentes en expertos haciendo traqueostomías y veno disecciones de basílica, cefálica y safenas en pacientes críticos o de difícil acceso venoso ante la no existencia de catéteres, sondas y otros elementos hoy en moda. La larga manguera del equipo de venoclisis era el catéter que introducíamos por las venas, en particular, a aquellos pacientes con shock hipovolémico; que hacíamos llegar hasta la aurícula derecha para medición de presión venosa central.

Práctica quirúrgica, En tiempos donde parámetro valioso para medir la calidad de un cirujano se estimaba por el tamaño de la incisión “Cirujano grande incisión grande”, muchas intervenciones programadas se tornaban interminables con el ingrediente, por otra parte, del criterio mutilante que predominaba en la práctica quirúrgica de la época. En contraposición al actual concepto de “Cirugía mínima invasiva”. 
De otro lado por la carencia del bisturí eléctrico, y de electrocoagulación la hemostasia se ejecutaba mediante dispendiosa ligadura de vasos sanguíneos con catgut simple o seda.
Procedimientos ya obsoletos para cirugía de cáncer, por ejemplo: Mastectomías radicales con vaciamiento ganglionar de la cadena axilar. Laringectomía total acompañada da vaciamiento ganglionar de la región del cuello, denominada “Operación Comando”.  Extirpación de tumores en la lengua o en el paladar iban acompañadas de mandibulectomía con eliminación ganglionar cervical bilateral. Pancreatoduodenoctomía (Operación de Wipple) para el cáncer de páncreas. Whertheim se denominaba una técnica utilizada para cáncer del útero con vaciamiento ganglionar de las hipogástricas son operaciones, recuerdo, realizábamos en jornadas agotadoras de todo un día desde la 7 am  hasta bien entrada la noche por  la falta de UCI para  recuperar  los pacientes.

FÁRMACOS UTILIZADOS EN TÉCNICAS DE ANESTESIA
BARBITURICOS: Secobarbital (seconal), Fenobarbital (gardenal), Tiopental sódico (pentotal).

FENOTIAZINAS: prometazina (Fenergan), clorpromazina (Largactil), Trifluoperazina (Stelazine), Triflupromazina (Siquil).

BENZODIACEPINAS: Diazepam (Valium), Clordiazepoxido (Librium), Nitrazepam (Mogadon).

BUTIROFENONAS. Droperidol, Dehidrobenzoperidol.

OTROS TRANQUILIZANTES. Hidrato de cloral (Noctec), Hidroxicina (Hiderax).

ANALGESICOS NARCOTICOS: Morfina, Dehidromorfinona (Dilaudid), Meperidina (Demerol), Fentanyl, Talamonal (Fentanyl+Dehidrobenzoperidol).

ANTICOLINERGICOS: Atropina,

ANESTÉSICOS ENDOVENOSOS: Ketamina (Ketalar)

RELAJANTES MUSCULARES. Tubocurare (Tucurin), Succinilcolina (Quelicin, Rubilexin).

ANESTÉSICOS LOCALES.  Lidocaína (Xilocaina) y Prilocaina (Citanest).

MEDICAMENTOS VASOACTIVOS: Adrenalina, Noretilepinefrina (Effortil), Efedrina, metaraminol (Aramine), Noradrenalina (Levofed).

ANESTÉSICOS INHALATORIOS. Éter, metoxifluorane, Ciclopropano, Óxido nitroso.

MÁQUINAS DE ANESTESIA.  Marcas Foregger, Heidbruink, Mckesson (María Palito le decíamos por su forma) según el tipo de fluxómetro.

SONDAS BUCOTRAQUEALES; Las cánulas oro faríngeas (Guedel) y tubos endotraqueales (según escala de Charriere) estaban fabricados con goma látex de color rojo ladrillo los tubos y de color negro las cánulas. Reutilizables se lavaban y esterilizaban para volverlos a usar.

ANESTESIA GENERAL.  En las técnicas de anestesia general predominaba la inhalatoria siendo el éter y el ciclo propano los más utilizados, ambos de carácter inflamable y grandes provocadores de vómitos.  El ciclo propano con reversión más rápida que el éter.
Con el Doctor Eduardo Carballo me inicie en el uso de la anestesia intravenosa, hoy en boga, en especial, la técnica de neuro analgesia (Óxido nitroso, Talamonal,  relajantes)

ANESTESIA REGIONAL. La anestesia regional estaba circunscrita a la anestesia raquídea con soluciones hiperbáricas de lidocaína 5% y prilocaina 5%.
La aguja más fina que teníamos para su aplicación era la de Quincke calibre 22. Con estupor recuerdo que llegue a utilizar hasta calibre 19 y 20. Es de suponer la alta incidencia de cefalea postpunción espinal que manejábamos y que resolvíamos con la aplicación del “parche sanguíneo”. También, teníamos que resolver cefaleas provocadas por los radiólogos en estudios mielo gráficos utilizando la vía espinal.
El bloqueo del plexo braquial lo hacíamos por vía supraclavicular e interescalénica,  buscando zonas de parestesia; ni siquiera teníamos neuroestimulador.

Inconvenientes que considero, entre muchos, superado durante estos cuarenta años de mi experiencia anestésica son:
1.    El vómito. Me atrevería a afirmar que el 90% de los pacientes presentaban este peligroso síntoma en el postoperatorio.
2.    Las secreciones. Por lo abundante los pacientes que recibían anestesia general, con éter en particular, había que protegerlos de rutina con anticolinérgicos en la pre medicación para disminuirlas.
3.    Tiempo quirúrgico. La electrocoagulación y el bisturí eléctrico han mermado considerablemente el tiempo quirúrgico y el sangrado. Lo que redunda en menos intoxicación anestésica tanto para el paciente como para el equipo quirúrgico y reducción de los costos.
4.    La recuperación postoperatoria. Muestra una diferencia abismal si la comparamos con la prontitud de la actual debida a las técnicas vigentes y  nuevos fármacos endovenosos. Factor definitivo en el auge sorprendente de la cirugía ambulatoria.
5.    Control del dolor postoperatorio ha superado con creces el malestar más temido de una intervención. Reducido en los años 70 a la utilización de la meperidina y morfina con sus graves efectos colaterales; entre otros el mismo vomito.

SINOPSIS HISTÓRICA

Se cumplen, en este año de gracia del 2011, el 140 aniversario  de creación del Hospital General de Barranquilla por virtud de ley del Estado soberano de Bolívar de Octubre 5 de 1871.
 “Como consecuencia de una epidemia llamada “El tabardillo” que azotó la ciudad por el año de 1869 los barranquilleros de la Arenosa comenzaron a preocuparse por tener un sitio donde atender adecuadamente a sus enfermos y fue así que una ordenanza de la Asamblea del Estado soberano de Bolívar crea jurídicamente nuestro hospital…solo hasta 1876 comenzó a funcionar con la llegada de la comunidad de las hermanas de la Presentación”. [3] 

Fue el Dr. Julián Ponce, presidente de la primera Junta directiva y  Director del Hospital el abanderado de hacer realidad esta ordenanza. En 1872 consiguió una casa en la calle San Juan con progreso (carrera), donde instaló inicialmente 4 camas, que la gente puso el nombre de “La choza”. Su entusiasmo por la causa hospitalaria lo llevó a comprar un lote de terreno, en el mismo sitio en donde hoy se encuentra, calle 33 entre carreras 33 y 34, por un valor de $400.
Cinco años duró la construcción con un costo inicial de $4.000 dirigida por el arquitecto Juan Vergara.

Para su inauguración, 1876, el Dr. Ponce consiguió la colaboración de las Hermanas Dominicas de La Presentación de la Santísima Virgen de Tours, procedentes de Francia, que habían impulsado con éxito la organización del Hospital San Juan de Dios en Bogotá.
Su venida a Barranquilla no fue algo fácil. Por su filiación al partido liberal el Obispo de Cartagena Bernardo Medina colocó trabas al Dr. Ponce para la venida de las monjas. El Dr. Ponce puso, entonces, en conocimiento del arzobispo de Bogotá Monseñor Vicente Arbeláez la situación quien corto ni perezoso  tiró la pelota a la Santa sede. El papa reinante Pio XI con una jugada político religioso sagaz desligó a Barranquilla de la Diócesis de Cartagena y la adhirió a la Diócesis de Santa Marta. El obispo de la ciudad de Bastidas monseñor José Romero, sin vacilaciones, solicitó a la Superiora general en Francia de las Hermanas de la Presentación Madre Du Calveire él envió de su comunidad al Hospital de Barranquilla.

El sueño del Dr. Ponce al fin se cumplió con la llegada a la ciudad, por el puerto de Sabanilla, de la Madre superiora Marie Saint Víctor, el 19 de Febrero de 1876,  con 4 religiosas más. El día siguiente, 20 de febrero, el Hospital General abría sus puertas a la gente después de una solemne ceremonia de inauguración.
“Este proceso se acentuó bajo el patriarcado del reverendo padre Carlos Valiente, quien lo asistió con su santidad, su tenacidad y capacidad administrativa…Sus primeras visitas eran a las casas de las matronas de la ciudad para decirles que el Hospital se levantaba sin desayuno para sus pobres. Y así obtenía lo necesario, aun con largueza, en especie y recursos que traía al hospital de 7 a 8 de la mañana…Bueno es recordar que fue hospital de sangre en la guerra de los mil días”.[4]  

En 1879 Sor Laurence de la misma comunidad de las Hermanas Dominicas funda La Escuela de La Presentación, ubicada en la calle 33 frente al Hospital General de Barranquilla. Institución educativa para las niñas pobres del sector. En la actualidad funciona con el nombre de INSTITUCIÓN EDUCATIVA DISTRITAL LA PRESENTACIÓN. La comunidad religiosa ha facilitado el local en total gratuidad al Distrito de Barranquilla.
Bajo resolución No 11 del 2 de febrero de 1941,  del Ministerio de Trabajo, Higiene y Previsión Social,  se oficializó el primer estatuto del Hospital de Barranquilla y se conforma su Junta directiva integrada por: Un representante de la junta de beneficencia, un representante del gobierno nacional, un representante del gobierno departamental y un representante del concejo municipal. Se nombra presidente al Doctor Arturo Ponce Rojas.

De 1964 hasta 1979 la junta estuvo integrada por un representante del gobernador quien la preside, un representante del ministerio de salud, del alcalde de Barranquilla, del jefe de los servicios de salud del Atlántico, de la beneficencia, de la arquidiócesis; un representante de la comunidad, el director y el administrador.

De Hospital General a Hospital Regional. En 1979 con la inauguración del Hospital Universitario, el Hospital de Barranquilla se convierte de general en regional al integrarse al Sistema Nacional de Salud; esto trajo como consecuencia, dos años después, la mayor crisis del Hospital General en su historia. Al respecto en nota titulada “Salvemos el viejo Hospital” el diario el Heraldo publicó con fecha marzo 10 de 1981 mis inquietudes al respecto
“Con la apertura del Hospital Universitario y dentro de las normas trazadas en el plan nacional de salud el Hospital general quedó clasificado como regional con un nivel inferior al primero, en lo que podríamos llamar un centro materno Infantil, agregándole el servicio de Cirugía general.
Las catalogadas como súper especialidades quedarían localizadas en el nuevo hospital, de allí que: Órganos de los sentidos, neurocirugía, cirugía plástica, ortopedia, urología y algunas ramas paramédicas hayan sido canceladas en el claustro que impulsara el Padre Valiente…Se desmembra el Hospital General cuando el Universitario por razones presupuestales no puede cubrir su capacidad y mucho menos suplir las deficiencias de este. El hecho real que debe llenarnos de alarma y profunda preocupación es que Barranquilla y la costa necesitan con urgencia los dos hospitales y completos; el universitario tal como ha sido proyectado y el ahora regional en la forma como vino funcionando hasta hace dos años con las indispensables reformas que les permitan acoplarse a los adelantos de la medicina actual. Se hace necesario impulsar los dos centros de salud para cubrir el déficit de camas que tenemos por un lado y de otra parte para abrir fuentes de ocupación a las generaciones nuevas de médicos que se forman en las Facultades de Medicina locales”.[5] 

Presidente Cuerpo Médico del Hospital. En condición de presidente del Cuerpo Médico del Hospital General, me tocó ser abanderado de esta lucha por la supervivencia del Memorial Hospital que nos llevaría a un paro de actividades, a mediados de 1983, en apoyo al movimiento que,  en igual forma,  se llevaba a cabo en el Hospital Universitario y por cuya causa  fue expulsado de este centro el Doctor Oscar Páez, vicepresidente de Asmedas y otros colegas más.
La tarea reivindicatoria del Hospital iniciada en los comienzos de los 80 no fue estéril y fue así como bajo el auspicio del gobernador Edgardo Sales y la dirección de Carlos Hernández Sáenz se dio la gran transformación del viejo hospital por uno nuevo que culminaría en 1990 con la remodelación de su centenaria belleza arquitectónica. “Recorrer los pasillos y pabellones del remodelado caserón me produce asombro, parece que soñara bajo sus alerones, es algo increíble. Queda uno perplejo y admirado acostumbrado a deambular durante tantos años entre el descuido y la miseria. No sé si exagero, pero, con toda sinceridad puedo decir que en mi imaginación no tenía cabida tanta maravilla…En realidad la reestructuración total no ha terminado ni va a concluir en estos días próximos. A la reconstrucción de la planta física debe seguir, como es de suponer, la adecuada dotación de sus instalaciones. Condición imprescindible para que el esfuerzo realizado no vaya a quedar como una obra inconclusa más”. [6] 

Mi salida del Hospital general. La constitución política de 1991 y después la ley 100 de 1993 provocaron mi salida del Viejo hospital, en el mes de Julio de 1994, ante la alternativa de escoger entre este y el Hospital del ISS. Las disposiciones legales señaladas no permitían la doble vinculación estatal y opté por seguir en el Hospital de los Andes, después de una labor ininterrumpida de 23 años: dos años como residente y 21 como anestesiólogo. En 1973 había sido nombrado como especialista por el Doctor Fermín Zurbarán Barraza.

Al celebrar 40 años de mi vinculación al Hospital General lo hago con la viva emoción que me produce saber cómo allí,  en este recinto, templo sagrado  de la medicina barranquillera,   se gestó, mi orgullosa carrera  médica desde  las variadas perspectivas que es dable considerar. Me siento colmado, muy engreído de la hoja de vida que hoy en día, al final de mi jornada profesional, puedo mostrar. Gracias es justo reconocerlo a esta benemérita institución.   Alabado sea Dios. Aleluya.
Barranquilla abril 15 de 2011
Crónica tomada de mi libro "La Hora del Sosiego", 2011, p. 39-54.









[1]    LlinÁs Julio Mario, Kamach, Ediciones Prometeo, Barranquilla , 2010, p. 70
[2]     Solano A Jairo,  Notas para una historia de la educación médica en Barranquilla y Cartagena.
www.unisimonbolivar.edu.co/revistas/aplicaciones/doc/80.doc
[3]   Rodríguez M María, Crónicas hospitalarias, año III, No 52, Barranquilla febrero Marzo de 1983.p. 4
[4]  Sarta Benjamín, El Hospital de Barranquilla. Tomado del HERALDO agosto11 de 1981, p. 3
[5]   Coronado Hurtado T, Salvemos el Viejo hospital. Tomado del Heraldo, Barranquilla marzo 10 de 1981, p.2
[6]   Coronado Hurtado T, Salve  oh viejo Hospital, Crónicas ético médicas, Antillas, Barranquilla, 2003, p.41

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