DEL RESPETO A LA VIDA
DEL RESPETO A LA VIDA
PRÓLOGO
En mi época de estudiante de
medicina, Universidad de Cartagena, década de los 60, la cátedra se denominaba
“Deontología Médica”.
Luego, comienzos década de los
80, me corresponde, en suerte, fundar la cátedra de Ética Médica en la Facultad
de Medicina de la Universidad Libre en Barranquilla.
En 1996 cuando inicio el
magister en filosofía en la Universidad del Norte, en la mayoría de las
Universidades del país, esta asignatura recibe ya el nombre de Bioética.
La preocupación personal por
alcanzar reconocida y académica fundamentación filosófica, no empírica o
autodidacta, para mi labor docente en Ética Médica y Bioética indujeron a
matricularme en la maestría de Filosofía, con énfasis en Ética y Filosofía
Política, que inaugurara, agosto de 1996, la Universidad del Norte en convenio
con la Universidad del Valle.
Fue el maestro Lelio
Fernández, director de la maestría en la Universidad caleña, quien me recomendó,
desde comienzos del postgrado, que trabajara como tema de investigación,
indispensable para optar al título de magister, alguno relacionado con el campo
de la Bioética. En atención a su recomendación inicie largo y arduo
proceso que tuvo motivación importante, entre otras, la lectura minuciosa del “Dominio
de la Vida”, obra del filósofo norteamericano Ronald Dworkin, que culmina bajo
la sabia y rigurosa guía del profesor Ángelo Papachini, con la tesis de grado titulada: “Del
Respeto a la Vida”.
El texto, que orgulloso pongo
a consideración de mis amables lectores, es el original, el compendio completo
que estuvo a disposición del tutor de la tesis, profesor Ángelo Papachini, para su examen y aprobación inicial. No corresponde,
por las correcciones y recortes hechos en su revisión, con el contenido último
de la tesis aprobada por el jurado de lectores conformado por los profesores
Lelio Fernández en representación de la Universidad del Valle y Carlos Pájaro
en representación de la Universidad del Norte.
He optado, de esta forma, para
su publicación no solo del texto depurado estructural y filosóficamente por mis
maestros, sino del engendro todo que, en lenguaje obstétrico, pude dar a luz y
parí. Al fin y al cabo así, también, es como venimos a la vida. Los que somos
padres y, además, médicos sabemos la dicha infinita que produce el momento
maravilloso del encuentro primero con el mundo: en cada uno de nuestros hijos y
también en cada niño que asistimos en su nacimiento. Pareciera como si un libro
fuera un hijo más al que, igual, damos a luz y parimos.
Es de esta paternidad, de la
felicidad espiritual e intelectual que me produce, que de corazón deseo
hacerlos participes.
Teobaldo
Coronado Hurtado MD.
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