16. EL DECÁLOGO DEL CIRUJANO DEL DOCTOR BONILLA NAAR
EL DECÁLOGO DEL CIRUJANO DEL DOCTOR BONILLA NAAR
José M- Rodríguez Tejerina
Entre los muchos y variopintos cirujanos célebres que he tratado a lo
largo de mi existencia, recuerdo a uno bien singular, al que conocí hace ya
varios años en Cartagena de Indias; el doctor Alfonso Bonilla Naar.
CARTAGENA DE INDIAS
Iba yo de capitán médico a bordo del buque-escuela "Juan Sebastián de
Elcano". Veníamos de barajar la costa de Bonaire, de haber estado
fondeados en Punta Gaira, al sur de Santa Marta. Y, atracamos, al fin, en el
muelle comercial de Cartagena de Indias. Era el día 30 de marzo de 1951.
A la izquierda del muelle se adivinaba una extensa playa, con palmeras y
bohíos de negros. La ciudad, que recorrí enseguida, se levantaba enfrente,
encastillada y cálida. Para adentrarme en su centro tuve que atravesar la
puerta de San Román. Y la de la Torre del Reloj Público, construida el siglo
XVI, que rompe el cerco amurallado del barrio de Getsemaní. A lo lejos,
recortados en la penumbra del ocaso, se columbraban los doce cañones del
baluarte de San Juan Bautista, y la silueta mayestática del templo en el que
reposan los sagrados restos del apóstol de los negros; San Pedro Claver.
Llegué inesperadamente, a una plaza rodeada de soportales. Luces, rojas,
verdes, anunciaban Coca-Cola, Kits, marcas de cigarrillos y de coches, Poco a
poco se acallan los ruidos del tráfico rodado y Cartagena de Indias se va
quedando dormida, igual que un pueblo grande de Andalucía.
Bajo los soportales, encaramados en altos taburetes, estudiantes de
Medicina, en mangas de camisa leen, en voz alta, la Anatomía de Testut. Otros,
estudian también, junto al viejo palacio de la Inquisición, en la quietud verde
de la plaza de Bolívar. Andan todos ellos enredados en lánguidas discusiones
acerca de las muchas ramas de la arteria maxilar inferior. Deduzco,
equivocadamente, que, con certeza, al día siguiente habrá exámenes. Pero me
aseguran que esta forma de estudiar es habitual entre los universitarios de
Cartagena.
A mí se me vino a las mientes la imagen de Santiago de Compostela, aunque
sin lluvias, sin druidas celtas y, por milagro de los dólares, con anuncios
luminosos y automóviles americanos.
UN CIRUJANO AUDAZ
A la mañana siguiente vimos operar al doctor Bonilla-Naar en el Hospital
de Santa Clara. Había llegado el cirujano a Cartagena de Indias procedente de
Bogotá, en avión particular, junto con todo su numeroso equipo quirúrgico.
Bonilla es profesor de la Universidad de Bogotá, de su Facultad de Medicina. Es
joven, católico y quirurgo atrevido, ducho en el moderno arte de extirpar, por
vía transtorácica, un esófago canceroso, además de su respectivo estómago y el
bazo por añadidura.
Mas, paradójicamente, recomendaba realizar ciertos ritos indígenas. Solía
introducir a sus operados, luego de la intervención, gruesos puros habanos en
el recto, para estimular sus defensas. Y estaba convencido de que los santos
curan, de repente, milagrosamente, muy graves dolencias. Bonilla-Naar era un
ferviente católico.
El Hospital de Santa Clara ocupa un vetusto convento español, La serenidad
del claustro vence, aún, todas las agresivas técnicas quirúrgicas modernas. Su
silencio es sencillo, como alejado de los sinsabores de las enfermedades.
Después del nerviosismo de las operaciones, del calor sofocante del
quirófano, las hondas galerías del cenobio nos acogieron en su sosiego arcaico.
Fue entonces cuando Bonilla-Naar nos leyó su Decálogo del cirujano.
1.- El silencio dignifica la
intervención; y es gran ofrenda a quien entrega su vida al cirujano.
2.- Opere, no es función del tiempo, sino de la seguridad, fruto de la
conciencia.
3.- Tanta inseguridad puede haber en una operación veloz como en una
excesivamente lenta. Apresure sus actos cuando tenga fundamento para ello.
4.- El atrevimiento responsable y la prudencia oportuna amplían los
linderos del éxito.
5.- Igual o menos valor se necesita
para indicar una intervención urgente que para aplazarla.
6.- "La Cirugía está hoy a la altura del paciente; coloque al enfermo
a la altura de la Cirugía", preparándolo y anestesiándolo bien.
7.- El tratamiento postoperatorio debe ser tan cuidadoso, que ojalá supere
al acto y a los preparativos dispensados.
8.- Así como el internista nunca es cirujano, éste siempre debe ser
internista. Existe además gran diferencia entre el cirujano que conoce su acto
a través de la Ciencia y el "operador", simple realizador de la
mecánica quirúrgica.
9.- La cirugía no empieza con la intervención y termina con la mejoría. Se
pierde y confunde en la historia clínica y sólo es justipreciaba cuando
"habla" el histopatólogo y la interpreta la estadística.
10.- Asepsia, precisión, suavidad y destreza son los fundamentos del acto
quirúrgico.
DOS LIBROS
Por la tarde, en la quietud del Club de Pescadores, al lado de las
murallas españolas, que todavía conservan los oxidados cañones vencedores de
las piraterías enemigas, charlamos largamente el doctor Bonilla y yo. Bebimos
abundante vino que yo había traído del barco, sin tomar alimento sólido alguno.
El profesor me habló de sus aventuras amorosas. Tenía un apartamento
secreto en Bogotá en el que cultivaba amebas, para no perder el pulso, amén de
recibir en él, los martes, a sus enamoradas. Hacía el amor con ellas con
técnicas heterodoxas, importadas, según decía, por los rijosos conquistadores
españoles.
Me regaló dos libros. Un texto suyo que trata de la cirugía de las hernias
y de las enfermedades del esófago, y también otro del que es autor Eduardo
Caballero Calderón, titulado, Ancha es Castilla. Y que comienza,
aproximadamente, de esta manera:
"Al entrar en España, por la raya de Portugal, cuando venía de Colombia,
me asaltó una emoción tan honda, que no pude por menos de concretarla en
palabras. No tuve la impresión de llegar, sino de volver..."
Que fue lo mismo que me ocurrió a mí al entrar en Colombia, por la senda
peregrina de Cartagena de Indias.
JOSÉ M- RODRÍGUEZ TEJERINA
Bello artículo que nos trae recuerdos gratos a los que orgullosamente somos egresados de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena. Dr TEO
Bello artículo que nos trae recuerdos gratos a los que orgullosamente somos egresados de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena. Dr TEO
Comentarios
Publicar un comentario