VIAJE POR EL JARDÍN DE AKADEMUS.

UNA IMPROVISACIÓN ESCRITA


Palabras pronunciadas en la  
presentación del libro “VIAJE POR EL JARDIN DE AKADEMUS”. Sesión especial Capitulo Atlántico, Academia Nacional de Medicina. Club ABC, Barranquilla. Julio 23 de 2015

 

Pido permiso, apreciados académicos y distinguidos invitados que nos honran con su presencia, no para pronunciar un discurso ritual. Solo intento, con su benevolencia, el para mi reconfortante ejercicio de improvisar unas palabras, unas palabras escritas; si es que en realidad tiene cabida este modelo de improvisación.

 El verbo improvisar, según la Real Academia de la lengua, RAE, significa: “Hacer algo en forma espontánea y sin preparación. Hacer algo de pronto, sin haberse preparado previamente o sin que el entorno lo espere”. Siendo así, desde ya, presento excusas por esta insolente propuesta improvisadora.

El triunfo profesional, el éxito personal, la excelencia académica, en fin, los máximos logros existenciales,  no son fruto del azar, algo que resulta de pronto: se ganan.  Llegan  después de arduo proceso de trabajo, perseverancia, disciplina y consagración. Cuatro lustros gastó Gabriel García Márquez pensando, gestando su obra cumbre: Cien Años de Soledad, antes de sentarse a escribirla; para poner un ejemplo de admirable tenacidad.

Entre otras cosas, el nobel colombiano, consideraba los discursos “como el más terrorífico de los compromisos humanos”. A años luz del más grande escritor de la lengua castellana – algunos críticos incluso han llegado a considerarlo superior al autor de Don Quijote de la Mancha – me resulta bastante cómodo caligrafiar lo que intento expresar ante la crónica impotencia para improvisar. Que es más o menos lo que,  en forma temeraria, trato de hacer.

La falta de versatilidad para comunicarme mediante el uso espontaneo de la palabra oral se acrecienta, aún más, ante la formalidad de un acto  con tanto rigor académico,  en que  incumbe hacer la protocolaria presentación de una obra de mi propia autoría. Digo protocolaria, con el mayor respeto hacia ustedes,  porque de mil amores lo que menos desearía, ajeno,  a estas alturas de  mi vida a la vanidad humana, es tener que recurrir a una ceremonia que trasciende con su solemnidad mis pretensiones intelectuales, mi consciente insignificancia como escritor.

Sin embargo, pueden tener plena certeza que en lo profundo de mi corazón,  palpita jubiloso, querendón, inmenso sentimiento de complacencia ante la presencia cariñosa, entusiasta y estimulante de todos ustedes.

Contrario sensu, al espíritu de nuestra membresía, pienso que este tipo de presentación es, de alguna, manera irreverente cuando lo improvisado, en su enunciación más amplia, atenta contra la excelencia que proclama un gimnasio de la mente, de arraigada estirpe platónica como la academia. Excelencia solo alcanzable a través del estudio serio, investigación minuciosa, consagración y amor al oficio.

Esta manifiesta incapacidad improvisadora me ha llevado, forzosamente, a reseñar, tal ahora lo hago, mí ya dilatado discurrir médico en los distintos frentes que me ha deparado el ejercicio profesional. Con este libro “Viaje por el Jardín de Akademus” que tengo el gusto de presentarles, son siete los que he dado a luz en este sentido,  desde la publicación en el 2001: “Del Respeto a la Vida”.

Tuve dos profesores, auténticos maestros, de los que tanta falta hacen en estos días del imperante constructivismo pedagógico. Durante los años de colegio, en el San Francisco, aquí en Barranquilla a Esteban Páez Polo en Cátedra Bolivariana e Historia de Colombia. A Roberto Burgos Ojeda en el inolvidable periplo por la Universidad de Cartagena en su fascinante cátedra de humanidades. Ambos eminentes abogados, prolíficos escritores y conferencistas con una solvencia oratoria impresionante. Obvio, brillantes improvisadores. Sus clases eran espectáculo soberbio de lo que  panegiristas de los nuevos modelos educativos cuestionan por obsoleto: la cátedra magistral. Si, la misma cátedra magistral en que fuimos formados la mayoría de nosotros. Recuerdo muy bien,  los dos ilustres maestros coincidían en afirmar que la improvisación en el arte de hablar no era posible. Tal vez aplicable en otras artes como la música. Consideraban que cualquier discurso espontaneo, sobre un tema específico, brotaba  como resultado del conocimiento adquirido a través del estudio y la reflexión,  más el saber acumulado por la experiencia de los años.

La Universidad Libre, seccional Barranquilla, con el apoyo de sus directivas en cabeza del rector: doctor  Richard Nader Orfale;  del Comité Editorial bajo la dirección del doctor Jesús Iglesias Acosta y la diligente funcionaria Leidys Pérez; del Doctor Jorge Enrique Senior Director Seccional de Investigaciones   ha hecho posible esta compilación sobre la Academia, la Academia Nacional de Medicina de Colombia y el  Capítulo del Atlántico que es justamente: Viaje por el Jardín de Akademus. Magnánimo aporte que acrecienta el sentido de pertenencia,  que durante casi cuatro décadas, ha inspirado mi labor docente al alma mater fundada por el General Benjamín Herrera.

En sus hojas recoge la actividad desarrollada por el Capítulo durante mi gestión como Presidente, su proceso de gestación tras minuciosa revisión  de los libros de actas y del archivo en general. Permitirá a los amables lectores formarse clara visión sobre su devenir histórico desde 1970 cuando se dieron las primeras diligencias para su fundación por los Doctores José Manuel Baena Lavalle y Aquileo Hernández Barreto en Barranquilla; los Doctores Cesar Augusto Pantoja y Guillermo Uribe Cualla en Bogotá.

Entre otros datos, para la precisión histórica,  me parece conveniente señalar que nuestro Capítulo en correspondencia con el acta No 1,  que formalmente indicaría la fecha de su fundación, esta se dio el 22 de septiembre de 1986; quiere esto decir que debemos,  desde ya,  comenzar a prepararnos para celebración del trigésimo aniversario el año que viene, 2016. Hago esta necesaria aclaración porque en verdad las actividades en sí del Capítulo arrancaron en 1983 cuando fue elegida la primera junta directiva, que solo vino a posesionarse en la fecha ya señalada como consta en el acta No 1 en referencia.

Afirmo en la introducción al libro que “La vivencia académica, durante tres lustros, me ha proporcionado la gratificante satisfacción de aumentar mi fervor por el asombroso universo de la ciencia médica, en cada uno de sus ámbitos, dado el carácter interdisciplinario de la Academia. Retroalimentar, por lo tanto, la condición del perenne estudiante que he sido, consubstancial a la vocación de todo médico, que se aviva inexorable por el estímulo permanente en búsqueda de la novedad científica. Y reconocer, además, que el trato cercano, fraterno, generoso y erudito brindado por los colegas académicos ha colmado mi espíritu de henchido regocijo y beneplácito”.

Agradezco, por demás, a sus ilustres miembros la decidida colaboración como floricultores guardianes del Capítulo para que la bitácora de sus perfumados días se haya concretado en esta obra que al fin y al cabo es también cosecha bienhechora de todos ustedes.

La mayor intención en este empeño editorial: “Poner mi granito de arena a la siempre necesaria comunicación de cuanto ocurre al interior del selecto jardín intelectual de una corporación, como la Academia Nacional de Medicina, llamada a ejercer un liderazgo efectivo en promoción de lo que debe ser el buen desenvolvimiento de la profesión médica en Colombia”.

Les reitero mi más sentida gratitud por la magnánima acogida dispensada a esta atrevida improvisación; atrevida por aquello de la forma escrita y los invito, cordialmente, que disfruten a plenitud la travesía por las coloridas  páginas en flor de este su Jardín de Akademus.

Teobaldo Coronado Hurtado.
Barranquilla Julio 23 de 2015

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