No. 67. HOMOFOBIA
HOMOFOBIA
Keith Haring. Artista nacido en USA. Archivos Smithsonianos de Arte Americano |
INTRODUCIÓN. De niño, década del 50, en los carnavales de Barranquilla,
corría presuroso, detrás de cumbiambas, danzas y disfraces. En aquellos tiempos
se movían, de un lugar a otro de la ciudad, bailando por calles o avenidas,
hasta llegar al sitio del desfile o presentación. Ahora se transportan en cómodos
autobuses.
Distintas danzas de Congos: Torito, Congo Grande, Congo Ribereño, Burra Mocha,
etc., integradas, exclusivamente, por hombres, danzaban al ritmo sabrosón de un
conjunto musical también conformado por hombres. Entreverados, en medio del
danzón, iban graciosos maricas vestidos de mujer. Estos fueron los primeros
gais de que tengo memoria. Me llamaban, inocente, la atención, simple
curiosidad.
En la escuela primaria tuve, entre mis amigos cercanos, un compañerito,
bastante espigado, que tenía modales, francamente, afeminados. Lo observaba
algo distinto a mi modo de ser. No recuerdo haber tenido, en ningún momento, muestras
de rechazo contra él. Gabby era amigo mío.
Estando ya en la universidad una mañana de domingo, bien temprano,
llegaron, policías a la pensión donde vivía, preguntando por mí.
- “Necesitamos nos acompañe a la cárcel (situada bastante cerca). Un muchacho que está allá detenido nos dijo viniéramos por usted y que no se lo comunicaremos a nadie más”.
En el trayecto hacia la cárcel pregunté a los agentes qué pasaba.
- “A su amigo lo encontramos esta madrugada en el Parque del Centenario teniendo relaciones sexuales con otro joven. Se detuvo por conducta constitutiva de escándalo público”, me comentaron.
Ya, en la cárcel, el compañero preso, depositando toda su confianza en mí, me entregó las llaves de su maleta para que sacara algún dinero y ropa que necesitaba para salir del presidio. Sin explicaciones. Eso hice dentro del mayor sigilo.
- “Necesitamos nos acompañe a la cárcel (situada bastante cerca). Un muchacho que está allá detenido nos dijo viniéramos por usted y que no se lo comunicaremos a nadie más”.
En el trayecto hacia la cárcel pregunté a los agentes qué pasaba.
- “A su amigo lo encontramos esta madrugada en el Parque del Centenario teniendo relaciones sexuales con otro joven. Se detuvo por conducta constitutiva de escándalo público”, me comentaron.
Ya, en la cárcel, el compañero preso, depositando toda su confianza en mí, me entregó las llaves de su maleta para que sacara algún dinero y ropa que necesitaba para salir del presidio. Sin explicaciones. Eso hice dentro del mayor sigilo.
Nada se supo, por boca mía, de lo sucedido a Bob, del cual existían
sospechas, entre los compañeros de la universidad, sobre su tendencia
homosexual.
A partir de este incidente, tal vez por vergüenza se alejó de mí. La
relación amistosa que teníamos se distanció. No volvió a ser la misma de antes,
en la que nos unía, más que los temas médicos, las inquietudes intelectuales.
Era un tipo bastante culto, muy leído.
EXPERIENCIA DOCENTE. Muchos, han sido, los estudiantes homosexuales que
han pasado por mi aula. Los he tratado con el mayor aprecio y consideración.
Quizá, consciente de su estatus, he observado hacia ellos comportamiento
especial, en lo personal, sin ningún tipo de discriminación ni a favor ni en
contra. Por lo general son jóvenes inteligentes, participativos en clase y con
gran sentido de responsabilidad.
En la cátedra de ética médica he insistido, a mis alumnos, en la no
discriminación de los enfermos, en particular, a los de estas tendencias. He
observado, en quirófanos, a estudiantes, no todos, que asumen cierta actitud
grotesca, burlona o chistosa hacia ellos, que no tolero ni permito.
"Lesbianas, gays, bisexuales y trans son sujetos de derecho y deben
recibir un trato respetuoso y considerado en los servicios de salud en
conformidad con las normas y estándares universales y regionales de derechos humanos",
subrayó Heidi Jiménez, asesora jurídica de la OPS/OMS[i]
EXPERIENCIA QUIRÚRGICA. En estos días, por uno de mis grupos médicos,
cirujanos, de WhatsApp, he recibido, no
tanto con fines didácticos o académicos, sino en tono exhibicionista y, por lo mismo,
sensacionalista, video en donde se proyecta procedimiento, por vía anorrectal,
para extraer un cuerpo extraño (botella de gaseosa) de un paciente. Expresé mi
indignación total con este mensaje retirándome del grupo. Callado. Sin agregar
nada en absoluto.
Fueron muchísimas las cirugías, en el Hospital General de Barranquilla,
en donde participé como anestesiólogo para resolver este tipo de aberrantes
complicaciones, tanto por laparotomía como por la ruta anal. Botellas de
cerveza y gaseosas, penes sobredimensionados confeccionados en madera, esperma
de velas, plásticos y yeso, hasta un tubo de luz fluorescente en cierta ocasión;
extraídos a pacientes, en su mayoría hombres, también hubo casos de mujeres,
sin exteriorización, ni festejo alguno, por parte del equipo quirúrgico con el
que yo operaba. Debido respeto a la dignidad
e intimidad de las personas así lo exigían.
Me he detenido en una presentación preliminar de la experiencia personal
con gente gay en vista de la discusión, que se ha planteado en WhatsApp, por el
grupo de colegas médicos de mi promoción de la Universidad de Cartagena, con
relación a la homofobia.
HOMOSEXUALIDAD. Mientras la Organización Mundial de la Salud, OMS, considera,
en la actualidad, la homofobia una enfermedad mental que se expresa en “Odio a los homosexuales o la aversión
irracional hacia las personas que aman a las personas de su mismo sexo; en
1990, 17 de mayo, excluyó a la homosexualidad de su listado de enfermedades
mentales.
Mayo 17 es el día del “Orgullo gay”.
La homosexualidad es una condición natural que nadie ha elegido. Existen
factores genéticos y neurológicos, sobre todo, que determinan la fisonomía y
modales típicos del individuo con esta peculiaridad. Que coloca al homosexual
en desventaja ante un medio o unas estructuras sociales que, fundamentadas en
tabús culturales, religiosos y sociales obstaculizan su realización como ser
humano que es. Su conducta personal es evaluada negativamente, desde el punto
de vista ético, solo por su condición homosexual y no por la moralidad de sus
acciones per se.
No es justo discriminar la particular inclinación de la persona
homosexual hacia el mal frente a la de cualquier persona heterosexual. Ambas
son éticamente reprobables. La tendencia actual, en nuestro país, a polarizar entre buenos y malos, entre amigos
de la paz y enemigos de la paz, entre corruptos e incorruptos no legitima
considerar a los heterosexuales de moralmente correctos y a los homosexuales
como unos inmorales a ultranza.
La definición y la decisión sobre lo que era la homosexualidad comenzó a
cambiar en 1973, cuando la Asociación Americana de Psiquiatría decidió retirar
de su “Manual de Diagnóstico de los
trastornos mentales” a la homosexualidad como una enfermedad mental.
La Organización de las Naciones Unidas ha señalado que la población
mundial LGBTI puede representar hasta 10% del total de habitantes del planeta, en
correspondencia con el Informe Kinsey. Si esa proporción se mantiene para
Colombia, la población LGBTI podría ser hoy superior a 4,5 millones de persona.
Me van a perdonar me salga el barranquillero, en asunto tan serio,
pero, si cada uno de nosotros ponemos a funcionar el maricometro, anexo a
nuestro móvil, a mi modo de ver el porcentaje es un poco más alto si sumamos
maricas, lesbianas y travestis.
MOVIMIENTO GAY. A partir de esta concepción se ha producido en el mundo el
surgimiento, de lo que se ha denominado “Movimiento Gay”, con repercusiones en
todas las esferas de la sociedad. Los gobiernos han elaborado legislaciones y
normativas a favor de esta comunidad minoritaria en busca de un trato equitativo
para sus integrantes.
El poder gay ha tomado fuerza inusitada en nuestros días, en razón de
políticas estatales que lo acogen. Sus estándares de conducta tienen fuerte
influencia o se tratan de imponer, por todos los medios posibles, sobre las costumbres de la inmensa mayoría de
población que no es homosexual.
En Colombia, según la Revista Dinero “La
comunidad LGBTI está en el poder: manda desde el Ejecutivo, el Congreso, las
Altas Cortes, los tribunales y la Fiscalía; las Fuerzas Militares, las
empresas, el arte y el deporte… Hay personas
gais en grandes instituciones del poder económico y empresarial como el Banco
de la República, el Ministerio de Hacienda, el Ministerio de Transporte, en los
gremios, en el Sena, en la banca, en la industria, en las juntas directivas de
las grandes compañías, en el agro, en la ingeniería, en el periodismo y hasta
en el gabinete presidencial…Según el senador Armando Benedetti la bancada gay
supera en el Congreso de la República a la bancada del partido conservador y
agrega: de 268 parlamentarios podrían haber
de 20 a 26 de la comunidad LGTBI.[ii]
Como es de suponer, se presenta, entonces, el confrontamiento con
estamentos comunitarios que, reconociendo de manera respetuosa las conquistas
alcanzadas y merecidas por los homosexuales, los consideran atentatorios para
su tradición familiar, costumbres ancestrales y valores morales. En actitud que,
de ninguna manera, considero homofóbica.
Están en juego derechos justos, reconocidos por la ley, en muchos países,
a favor de una minoría; contra los derechos, también justos, de una mayoría
que, por defenderlos, como debe ser, no constituyen expresión de odio contra
miembros de la sociedad, diferentes a los heterosexuales. Así lo demanda el
acatamiento al orden democrático en un Estado Social de Derecho. Sin dejar de
reconocer que la gente gay sufre la discriminación, de grupos intolerantes,
inconsecuentes con el respeto debido a la diferencia.
CONCLUSIÓN. El respeto debido a las personas, en este caso los
pertenecientes a la comunidad LGTBI, no implica, de ninguna manera, tener que
aceptar una ideología, en cuanto ya tiene connotaciones políticas, con un
contenido doctrinario de fundamentación homosexual. “Doctrina de género”, la denominan los expertos, para imponerla, dogmáticamente,
a una porción mayoritaria de la sociedad, que igualmente debe ser respetada.
El hecho de que las mayorías estén llamadas, legalmente, a respetar lo
que las minorías consideran sus legítimos intereses, dentro del contexto de los
“Derechos Humanos”, no significa que deban estar supeditadas a sus
pretensiones, apoyadas en un poder político y económico evidente, que violenta
sus más caros principios y valores.
De cajón, pero, lapidaria, la sentencia del prócer mexicano Benito
Juárez. “El respeto al derecho ajeno,
constituye la paz”.
Barranquilla agosto 29 de 2018.
Teobaldo Coronado Hurtado.
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