ANÉCDOTAS MÉDICAS



 ANÉCDOTAS MÉDICAS



CARLOS CRUZ ECHEVERRÍA
 En el anfiteatro del Hospital Santa Clara, en Cartagena. el profesor Carlos Cruz toma, antebrazo del cadáver, con una pinza la estructura, entre tantas, la jala y me pregunta ¿Coronado que es esto? 
Comienzo a titubear sin acertar y me amenaza: ¿sabes? Con esto te puedo coronar. 
El palmar menor le respondo, finalmente. Estás coronado porque es el mediano. Me clavó uno.

JOSÉ ROSILLO GALLARDO
Conversaba con el Dr. Rosillo José, mientras se hacia el lavado quirúrgico en la sala de cirugía del Hospital General de Barranquilla para una cesárea, cuando se acerca un joven estudiante y le pregunta: 
Doctor ¿necesita un ayudante? Secamente contestó: gracias. Una vez el muchacho desapareció en forma socarrona me comenta: cómo te parece Teo ¡Ayudante! …Será estorbante.

ALFREDO GÓMEZ
 El doctor Gómez suturaba piel, al término de una cesárea realizada con anestesia peridural, en Clínica La Asunción. La paciente, feliz, se dirige a él preguntándole si le gustaban las butifarras. Claro mija. ¿Qué… tu eres de Soleda? le interroga.
 Si Doctor, agrega la señora, lo que pasa es que estoy muy agradecida con usted porque, le digo la verdad: no he sentido nada.
 Ah no mija, si es así, al que tienes que regalarles las butifarras es al doctor Coronado que te puso la anestesia para que no tuvieras dolor alguno.

HOMBRE SIN H 
El estudiante expone, clase de bioética. En las diapositivas palabras con H las iniciaba sin esta letra. Siendo más evidente y frecuente en “ombre”.
Hubo un momento en que ya no aguanté semejante barbaridad y en tono chistoso lo interpelo:
- “Por favor joven porque no me explica a qué clase de hombre se refiere usted. Me da la impresión de que el suyo es un “ombre sin huevos”. Imagino que el ombre suyo por deducción lógica es “ahuevado o deshuevado. Solo tiene “uevos”.

PONEDORES DE RAQUIDEA
 Era gran médico, de los más sabios que he conocido. Toda una eminencia. Hacia una investigación en pacientes con insuficiencia renal. Un día me negué a suministrarle la anestesia para biopsia de riñón a un enfermo que consideré de alto riesgo. 
El doctor entró en cólera. Lanzó cualquier clase de improperios contra mí y anestesiólogos del Hospital General de Barranquilla. “En este hospital lo que hay son unos ponedores de raquídea”, alcanzó a decir y dispuso practicar el procedimiento con anestesia local, por su propia cuenta. 
Un paro cardíaco irreversible acalló su lamentable soberbia.

MARCO LLINÁS SALAZAR
Coronadito tenemos una laparotomía abdominal por obstrucción, me informa. Al colocar los clanes para realizar resección intestinal,  uno de estos se soltó. Abundante contenido fecal cayó sobre la zona quirúrgica.  Su agraciada ayudante, una joven interna de cirugía, , sorprendida pregunta: 
- ¿Anda Doctor y eso qué es?
Sin pensarlo dos veces Llinás le responde: 
- ¡Mierda mija!  ¡mierda!
Terminada la anastomosis solicita, Marquiño, cariñosamente así lo llamamos, a la instrumentadora “agua en cantidades navegables” para lavar cavidad abdominal y se dispone al cierre de la pared con un “ojo al Cristo” de advertencia al equipo quirúrgico. Queriendo indicar que cada uno revise lo suyo.
Ya en el Vestier, listos para salir, se despide de mi con fuerte abrazo y mirándome de frente vocifera:
-  ¡Maestro Coro…  nosotros sí hemos chapoleao sangre en esta vida! Cuídese.

FERMÍN ZURBARÁN BARRAZA
 En plena bonanza marimbera di anestesia a Fermín Zurbarán, para una Colecistectomía en Clínica La Piedad, actual Clínica La Merced.
Cuando calculé habían dado de alta a la paciente, tercer día, pasé por los honorarios. Ya a la paciente le dieron de alta, pero no han cancelado me dijo la secretaria. Volví a los 8 días; seguía hospitalizada.
Habían pasado 15 días cuando la señorita de la caja me llama y comenta: Doctor ayer a medianoche llegaron unos diez señores, en camionetas cuatro puertas, armados de ametralladoras y se llevaron a la señora sin pagar. “Díganles a los médicos que los esperamos en nuestra casa para pagarles”. Fue la razón que  dejaron.

FREDDY MORA NAVARRO
En la misma época, bonanza marimbera, con Freddy operamos un muchacho de urgencia con múltiples heridas por arma de fuego. Hospitalizado en sala Ponce (Media pensión) del Hospital General de Barranquilla.  Fue una cirugía dispendiosa por la gravedad de las lesiones y postoperatorio complicado. Luego de recuperación exitosa del paciente los familiares, con sinnúmero de justificaciones, se negaban a cancelar los honorarios. Finalmente, en tono amenazante se llevaron al paciente con el argumento de que ellos no nos habían buscado, ni llamado. Que si nosotros lo operamos fue porque a nosotros nos dio la gana.

JULIO MARIO LLINÁS ARDILA
Un mediodía al salir de cirugía, Hospital de Barranquilla, Julio Mario me dice:  vamos por Rafa Lara pa que nos acompañe a una histerectomía en la Asunción. 
Al encontrarnos con el Dr. Lara, Llinás le extiende la invitación. Este se niega con la explicación de que tenía que ir a recoger a los niños al colegio. Llinás interpela a Lara un tanto molesto:  Aja Rafa, qué te pasa. ATu qué eres ¿chófer o médico?

JOSÉ DE J NAVARRA 
Esperando taxi en la esquina de la carrera 43 con calle 42 me encuentro con el Dr. Navarra, todo vestido de blanco lino y zapatos del mismo color. Estaba pasado de los 80.
Lo saludo y comento sobre el aviso publicitario del consultorio de un Doctor José de J Navarra que vi en el Heraldo. Qué bueno que su hijo(médico) haya regresado de los EE. UU., especializado, agrego.
No. Dr. Coronado, ese José de J Navarra soy yo. Puse ese avisito, ahí en el Heraldo, pa que la gente sepa que todavía estoy vivo.

LUIS ABUCHAIBE ABUCHAIBE
Una vez terminada la prostatectomía el Dr. Lucho Abuchaibe decía a la enfermera circulante: 
- Señorita por favor muéstreme el frasco del aspirador
Lo tomaba, lo levantaba entre sus manos y me lo mostraba vanidoso, diciendo: 
- “Fíjate Coronado ni tres centímetros de sangre ha derramado esta paciente. Pa que veas: “más sangra una mosca en la menstruación”.

DOCTOR CORONCORO 
En la época que apareció el  disco de la niña Emilia con este título, en el medio hospitalario, me pusieron, con cariño, Dr. Coroncoro. “Llegó Coroncoro” gritaban alegres las enfermeras cuando me veían llegar al área de quirófanos.
En la cartelera donde anunciaban el programa quirúrgico en la Clínica La Asunción, cierto día, en vez de colocar Dr. Coronado, escribieron Dr. Coroncoro. La hermana Irma, Jefe de Cirugía, se molestó porque consideraba un irrespeto que se expresaran así de un médico tan serio y apreciado de la institución. Tras llamado severo de atención al personal de enfermería abrió una investigación interna para descubrir quien había sido la atrevida en cambiar mi apellido.
Lo que la hermana Irma no sabía era que a mí no me incomodaba en nada semejante apodo. En realidad, lo recibía con gran complacencia.

Teobaldo Coronado Hurtado
Visalia CA noviembre 8 de 2018





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