1968


1968



Termina el 2018. Hace 50 años, 1968,  culminaba el 6º año de medicina. Mis mayores desvelos, para la época,  no estaban centrados en las revueltas de París y Berlín, tampoco en la masacre de 10 estudiantes enTlatelolco,  México. Ni en la muerte de Martín Luther King y Robert Kenendy en EEUU. Ese año las imágenes de los niños muriendo de hambre en Biafra sacudieron al mundo. A mi me impactaron.

La satisfactoria culminación de los estudios médicos era mi máxima aspiración. En dónde realizar el “Internado Rotatorio”, requisito sine que non para poder graduarme sin contratiempos a finales del año siguiente, en 1969.

Recuerdo bien,  poseía suficiente información del fenómeno socio político de la “guerra fría” que enfrentaban a las dos potencias mundiales EEUU y Rusia, con fuertes repercusiones  en el resto del planeta. Además una década, la de los 60 del siglo pasado,  rica en acontecimientos y personajes deportivos, políticos, del arte, del cine y de la cultura en general. Los Beatles, Rolling Stones y Elvis Presley. Charles Aznavour, Nicola Di Bari, Roberto Carlos, Palito Ortega, Leo Dan, Piero, Enrique Guzmán, César Costa, Leonardo Fabio,  Edson Arantes do Nascimento, Pele, Casius Clay, Fidel Castro, Sofia Loren, Elizabeth Taylor y Brigith Bardot cautivaban los públicos de todo el mundo.
 

Sofía Loren

Considero que formo parte de una generación privilegiada en cuanto nos tocó vivir  cambios  trascendentales,  que han marcado el decurso de la humanidad en el siglo pasado y en el presente. Testigo histórico de grandes acontecimientos: la llegada del hombre a la luna, modernización de la religión católica con el Concilio Vaticano II,  inicio de la era de los computadores,  telecomunicaciones por satélite y la fabricación de  aviones jets.

En el campo de la medicina se produjeron avances científicos que marcaron nuestras vidas como estudiantes. En 1960 la Administración de Alimentos y Drogas de los EE.UU. aprobó el uso oral de la píldora anticonceptiva desarrollada por el endocrinólogo norteamericano Gregory Goodwin Pincus. Este mismo año en Malibú, California, , USA Thodore H. Maiman construyó el primer láser, confeccionado con rubí,  de indiscutible importancia en cirugía que requiere gran precisión como las intervenciones oftalmológicas.
 En 1967 el cirujano Christian Barnard realizó  primer trasplante de corazón en Ciudad del Cabo, Sudafrica. La operación ocasionó  intenso debate ético sobre la definición de vida y muerte que llevó a la Escuela de Medicina de la Universidad Harvard a la necesaria definición de “Muerte cerebral” en 1968.

Por aquellas calendas llegué a escribirle una misiva al escritor Alberto Duque López, condiscípulo del Colegio San Francisco en Barranquilla,  figura  representativa de la corriente nadaista en la Costa Atlántica, solicitándole mi vinculación al movimiento. En Colombia el grupo tenía como abanderado al poeta y escritor antioqueño Gonzalo Arango. El Nadaísmo se estimaba  tendencia ideológica - literaria afín al existencialismo de Kierkegaard, Jean Paúl Sartre y Albert Camus, entre otros. En esos días me sentía entusiasmado, atraído en la lectura de su progresista pensamiento liberador. Me era indiferente el estilo hippie que exhibían la mayoría de sus correligionarios que provocaba algún rechazo en los círculos ortodoxos del país.

En un momento tan convulsionado, polarizado de la historia,  que enfrentaba a las dos grandes potencias mundiales representativas del capitalismo y del comunismo, la alternativa partidista en el ámbito universitario giraba alrededor de la aceptación o no del ideario comunista. El anticomunista era considerado pro yanqui, de derecha. Todavía hay gente que sigue pensando así.

Un joven “ in” tenía que ser de la izquierda,  afín al ideario marxista. Con alguna de sus dos tendencias: la línea Pekín: violenta y belicosa. La de orientación moscovita más conservadora.  Esta razón explica porque desde entonces siempre he estado “out”. No solo en mi posición ideológica sino en otros aspectos como la moda, la música, etc. De alguna manera los acontecimientos que se han dado, en este sentido,  con el pasar del tiempo, indican la validez de mi postura.

En Cartagena, en su ilustre universidad, el coletazo socio – político y cultural que sucedía en el entorno universal se reflejaba en divertida y prolija actividad intelectual. En la sede de la Alianza Colombo Francesa, ubicada a un costado del parque Fernández Madrid, estaba el epicentro de este torbellino contagiante. Allí, era asiduo contertulio con Santander Rosales, Alberto Saumet, Sebastián Llanos, Max Peña, Julio Posada, Hugo Medina y otros compañeros más de la Facultad de Medicina,  de exposiciones, recitales musicales, encuentro de poetas y escritores. Al calor estimulante de una chicha exquisita, mezcla  de jugo de fruta natural (corozo, guayaba o tamarindo) más el estimulante Ron Blanco o Ron Popular – después saldría el famoso Tres Esquinas -  de la licorera del Departamento de Bolívar. Uno mismo se servía, de una olla de barro donde estaba depositado el estimulante cóctel, en una taza de totumo,  valiéndose de un largo cucharon de palo.

Las tertulias de la Alianza, por lo general, culminaban en un “remate de parranda”, hasta el amanecer, en el Grill El Dorado,  localizado en el viejo barrio de  Getsemaní.  Al compás de la inigualable música de los gaiteros de San Jacinto del maestro Toño Fernández.

Bueno… y al fin la revolución llegó a nuestra Universidad. Paro indefinido. Los únicos estudiantes que renunciaron al movimiento huelguístico fueron los de último año de medicina. Mi curso. Para conseguir entrar a clases, al recinto del Hospital Santa Clara, tuvimos que enfrentarnos a la brava con los organizadores de la protesta. Los compañeros comunistas de mi promoción, activistas de la JUCO, se hicieron los de la vista gorda. Le hicieron mamola a su partido. Hoy,  algunos de ellos,  son cómodos profesionales de la medicina que, obsecuentes, disfrutan los favores del capitalismo que tanto combatieron en illo tempore. Otros gozan plácidamente el sueño americano en el país del norte, en el imperio yanqui.

En 1968 la juventud se apoderó del mundo. Hubo fiesta y me la ¨parrandié¨ con toda la sabrosura.
 “Fue un año precioso” escribió Tomas Eloy Martínez en su columna de la Revista Semana.
 “El despelote” exclamo atormentado el General  Charles de Gaulle Presidente de Francia.
Después de lo que hemos vivido durante este mes, ni el mundo ni la vida volverán a ser como eran”. Alcanzo a decir Daniel Cohn Bendit,  protagonista de la revuelta parisina de mayo del 68.
 
Minifalda. Mujeres década de los 60.
Teobaldo Coronado Hurtado
Barranquilla diciembre 26 de 2018

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