EL NIÑO. EL ABUELO
EL NIÑO. EL ABUELO EL NIÑO. Pensamos, insensatos, que los niños son insensibles, neutrales en la expresión de sus sentimientos; así los imaginamos ante circunstancias penosas como la enfermedad y el sufrimiento o en la situación dolorosa producida por la pérdida definitiva de un ser querido. Su compostura callada, displicente, tímida o inexpresiva la interpretamos de forma errónea pensando que la tristeza y el abatimiento de los otros no los conmueven. Sufren callados, inquisidor silencio, dando ejemplo de serenidad y temple, mientras los mayores muestran abatimiento y drama. Actitud contraria a la que asumen para expresar regocijo o satisfacción en donde explota lo lindo de su verdadera personalidad con una risotada dulcemente estruendosa y tierna, tras las piruetas incontenibles de su agitado cuerpecito. El niño es artista por antonomasia. Su capacidad histriónica se revela en la maestría de sus diabluras, esparcimiento inteligente con otros niños, coqueteo mágico,