EL VICIO DEL CONSUMO. 9º PECADO CAPITAL DE LA HUMANIDAD
EL
VICIO DEL CONSUMO
Palabras
pronunciadas en la presentación del libro “Coomedicosta,
su Historia, su Filosofía y su Talante”. Barranquilla abril 26 de 2005.
Este
templo querido, de la Escuela de Bellas Artes, del que nos sentimos tan
orgullosos los barranquilleros, se convierte, esta tarde maravillosa de abril,
en pródiga “sala de partos” de la cultura. Los aquí presentes, en una u otra
forma, hemos puesto fecunda semilla generadora de vida, de vida intelectual y
artística. Como escritores y poetas,
plenos de regocijo, los cinco que hemos dado a luz los libros y, de igual manera, la
distinguida concurrencia que nos acompaña, parteros que amablemente los reciben, para acogerlos con generosidad y cariño.
Es
siempre grandioso el momento en que nos encontramos con el mundo. Ya se trate
del nacimiento feliz a la vida en la forma de un débil niño o cuando renacemos
a través de un libro, por ejemplo, a la vida trascendente del espíritu.
Las hojas palpitantes de un libro, como expresión vital, comunicadora,
de la racional naturaleza humana, tienen un valor que además de material es simbólico;
sagrado para la conservación del legado espiritual del hombre. También, lo
tienen las tiernas hojas de los árboles del bosque que tras maravillosa acción
de fotosíntesis de la clorofila purifican el medio ambiente y hacen saludable el planeta tierra donde habitamos.
Igual, la magia purificadora de las palabras, su acción de catarsis,
hacen saludable y grata la existencia que anhelamos. Es a través del dialogo
franco y cordial de la palabra creadora, que forma ciudadanos, que construye ciudad,
como alcanzaremos la tan esperada paz, necesaria para la convivencia. Así lo deja entrever el filósofo australiano
Peter Singer en su tratado de "Ética Práctica",
cuando afirma: “Hasta cierto punto, el que las generaciones
futuras valoren la naturaleza es cuestión nuestra. Mediante nuestra
conservación de las áreas vírgenes ofrecemos una oportunidad para las generaciones
venideras y con las películas y libros que produzcamos creamos una cultura que
podemos entregar a nuestros hijos y a los hijos de estos”.
El
más temible mal, el mayor de los pecados capitales, que atenta en forma
avasalladora contra la cultura que debemos entregar a nuestros hijos, contra la
cultura entendida y aceptada como diversidad biocultural es el aberrante vicio
del consumo, del consumismo individual proyectado colectivamente como sociedad
de consumo. Que plagiando de cierta manera el titulo de la obra “Los Ocho
Pecados Mortales de la Humanidad Civilizada”, del premio nobel de medicina,
1973, Konrad Lorenz, me atrevería a
clasificarlo “9º pecado capital de la humanidad”.
El
vicio del consumo lo asimilo a 9º pecado capital de la humanidad, primero,
desde un punto de vista político porque procede de la más cara entraña del
capitalismo, del capitalismo salvaje patrocinador del imperante modelo seudo
democrático neoliberal. Segundo, desde su original connotación religiosa:
capital viene del latín caput, que
quiere decir cabeza. El exagerado consumo a que estamos abocados: “cultura de masas”, la bautizó Adorno,
por las multinacionales, madres y padres del capitalismo, es la fuente, cabeza
del crónico y tórpido malestar que destruye, incontenible, los cimientos de
nuestra más genuina tradición cultural.
Trastocada por una organización social que, alienada por lo foráneo,
rinde culto desenfrenado a las cosas. “Manjares
de plástico, sueños de plástico. Es de plástico el paraíso que la televisión
promete a todos y a pocos otorga. A su servicio estamos. En esta civilización,
donde las cosas importan cada vez más y las personas cada vez menos. Los fines
han sido secuestrados por los medios: las cosas te compran, el automóvil te
maneja, la computadora te programa, la TV te ve.” (Galeano en lecciones de
la Sociedad de Consumo).
Contra este sistema opresor, despilfarrador y mercantilista
que solo reconoce relaciones de intercambio debidamente monetarizadas se
levanta como alternativa altruista, humanista y solidaria el programa económico
social del cooperativismo.
El cooperativismo no es propiedad de ningún partido político,
de ninguna ideología, de ninguna agrupación religiosa. Aun cuando todos pueden
beber de su doctrina bienhechora sí por encima de los intereses partidistas, de
grupo o de lucro individual predomina la satisfacción de las necesidades más
sentidas del hombre común, de la colectividad. Es una doctrina centrada en el
servicio fundamental al hombre, como asociación de iguales, una escuela de la
solidaridad y del servicio, un paradigma de la verdadera participación
democrática y pluralista.
Si revisamos bien la historia del cooperativismo y comprendemos
su riqueza ideológica vamos a estar de acuerdo que con su aplicación y
desarrollo podríamos llegar a modificar sustancialmente la cuestionada
estructura política que orienta nuestro destino como nación.
El quehacer cooperativo, como
exactamente lo señalamos en nuestra obra, más que un hobby o un oficio es un
sentir, es un modo de ser: “Es una
convicción profunda por el cuidado de los otros, de los demás, como vocación de
servicio social, lo que mueve a un líder o dirigente del sector cooperativo. Su
sentido de responsabilidad social lo llevan a cumplir, voluntariamente, las
obligaciones adquiridas con sus cooperados y la entidad que representa. Hay que
tener un alto sentido ético y humanístico para dedicarse, honestamente, a
pensar por los demás, trabajar por los demás, sentir por los demás, preocuparse
por los demás y cuidar lo que no solamente es de uno sino de todos. Darse a si
mismo con una dedicación generosa, entusiasta y desinteresada es la forma más
honrosa de la solidaridad. La solidaridad es una manifestación incondicional
del amor al hombre, del amor a la humanidad”.
Con el Dr. Numa Esmeral Márquez, actual gerente de nuestra
cooperativa y presidente de la Junta Directiva de Centralco, que me acompaña en
la autoría del libro “COOMEDICOSTA, SU
HISTORIA SU FILOSOFÍA Y SU TALANTE”, expresamos nuestra firme adhesión a
estos nobles principios, reflexionamos sobre ellos y hacemos un recuento del peregrinar muchas veces incomprendido, pero,
siempre reconfortante, al servicio de
este ideal.
Al reseñar, por otra parte, la historia de la Cooperativa Médica
de la Costa, objetivo principal del libro, en homenaje a la celebración de los
25 años de su fundación, el pasado 19 de febrero, necesariamente quedamos
involucrados, los dos, en su periplo existencial como gestores, fundadores,
directivos y asociados, de su ya largo decurso empresarial. Nuestra militancia
en el cooperativismo corre pareja con nuestra activa presencia en la
trayectoria exitosa de Coomedicosta.
Han sido, entonces, Coomedicosta, desde 1979, y
Centralco Ltda, Funerales Los Olivos, desde 1987, escenarios en donde hemos
podido desarrollar nuestra gratísima vocación solidaria. En Coomedicosta: participantes activos de un proyecto
empresarial con talante costeño, auténticamente regional. Más que un gran aparato
financiero puede exhibir, con orgullo, una definitiva mística solidaria y
gremial como ninguna otra institución del sector cooperativo puede mostrar en
nuestro medio.
Creada nuestra cooperativa por las dificultades económicas
que enfrentaban los profesionales de la salud como consecuencia de la famosa
huelga del Seguro Social, año de 1976, da hoy en día cabida, como asociados, a profesionales,
con título universitario, cualquiera sea su actividad.
En Centralco Ltda., empresa administradora de Funerales los
Olivos en Barranquilla, hemos tenido la oportunidad, miembros de su junta directiva,
en representación de Coomedicosta, de ser protagonistas de su desarrollo a
nivel local y en el ámbito nacional como integrante de Corfuncoop, empresa
líder del servicio exequial en Colombia, que aglutina a la red de servicios
funerarios Los Olivos
Centralco Ltda es ejemplo digno de imitar. Representativa de lo que se puede alcanzar con
la fuerza de la unión, ahora cuando están de moda las alianzas empresariales.
Son seis cooperativas y un sindicato los socios que la constituyen: Cootraguila,
Coomonomeros, Cootraserves, Cootratel, Cooaereocivil, Sintramonomeros y
Coomedicosta.
En COOMEDICOSTA,
SU HISTORIA, SU FILOSOFÍA Y SU TALANTE, encontrarán, pues, en primer lugar
un sencillo compendio filosófico sobre la humanizadora doctrina que inspira la
acción cooperativa. Una segunda parte, contiene un balance del fruto de este
trabajo de cinco lustros, en Coomedicosta, que plenos de satisfacción ponemos a su
consideración.
Seguros,
estamos, que en la lectura de nuestro libro hallaran valiosos motivos para
entusiasmarse con un estilo de vida, como la vida solidaria: una vida sencilla,
pródiga en satisfacciones tanto
materiales como espirituales.
Barranquilla abril 26 de 2005
Teobaldo Coronado Hurtado
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