BODAS DE PLATA. MÉDICOS, PROMOCIÓN 1969. UNIVERSIDAD DE CARTAGENA.
BODAS
DE PLATA. MÉDICOS, PROMOCIÓN 1969. UNIVERSIDAD DE CARTAGENA[i]
Hace 25 años nos reunimos con la mayor solemnidad, a celebrar Bodas de Plata,
los médicos, promoción 1969, de la Universidad de Cartagena. No nos habíamos congregado
desde el día que nos graduamos a festejar ninguna boda. Que yo recuerde. Parece hubiera sido ayer.
Seguro pensábamos, en ese diciembre de 1994, lo lejos que estaría la
celebración de los 50, las Bodas de Oro.
Ahora toca decir, como en la vieja canción, “20 años no son nada”, 25 en
el caso nuestro. Y la fecha en que a lo mejor, en aquella ocasión, con algo de pesimismo no
pensábamos estar, llegó. Y si 20 o 25 años no son nada ¿Qué podríamos decir,
entonces, de 50?
Solo nos queda dar gracias a Dios y gracias a la vida que nos conceden, sin
los mismos bríos de hace 5 lustros, vigorosa juventud de la que hacíamos alarde
en ese entonces, estar presentes, un tanto achacosos, gajes de la vejestud, en la
conmemoración dorada a realizarse igualmente el próximo diciembre.
En especie de antesala, a la justa festividad que nos espera, me permito,
regocijado, recordar mis palabras de hace 25 años.
Queridos compañeros
Este encuentro podría ser interpretado,
en forma desprevenida, un reencuentro nostálgico con el pasado. Lo asimilo, es
mi parecer, una optimista fiesta por la vida.
Nos hemos citado aquí, no solo, para
rememorar 25 años de graduados que, si sacamos cuenta, son treinta dos; sumando
el tiempo de estudiante más los del largo recorrido por los senderos de la
profesión. Si no, también, para meditar con sentido crítico - constructivo, sobre
lo que aún nos queda por andar.
La experiencia, según Mariano Gálvez,
gran psiquiatra español, no se adquiere, tan solo, por muchos años vividos. “La experiencia es haber vivido y
reflexionado sobre lo que se ha vivido. Y cuando a esto se le añade la
capacidad de comunicación a los demás, la experiencia se convierte en un
mensaje y, en un determinado sentido, en una pedagogía”.[ii]
El fin práctico de esta reunión nos concita
a hacer un breve paréntesis en nuestro peregrinaje, no tanto para preparar un
nuevo camino, si suponemos que el sentido de nuestras existencias ya está
trazado, sino para revisar y compartir, con alegría, lo que cada uno en su
trayectoria particular ha curtido.
Reconfortante juventud. Para
ello, tenemos, gracias a Dios, una vigorosa juventud, si acogemos el simpático
criterio de Víctor Hugo, el inmortal novelista francés, cuando afirmaba. “Cuarenta años son la vejez de la
juventud, Cincuenta años son la juventud de la vejez”.
De acuerdo con estudios de Mora Freddy y
colaboradores la mayoría de los aquí presentes estamos por allí cerquita, somos
unos con más y otros con menos “una partía de cincuentones”, como diría
el maestro Moisés Pianeta Muñoz.
En la tertulia de anoche dimos claro
ejemplo de la reconfortante juventud que nos adorna, de la madurez, y altura
espiritual adquirida. En un rato, no más, hicimos gala de moderación,
sobriedad, elegancia, respeto, cordial regocijo, fraternidad, gratitud,
solidaridad y en especial una cálida sencillez.
Hace tres décadas atrás el Dr. Gustavo
Sabalza, el mayor de todos, ni de vainas se hubiera levantado de la mesa a la
una de la mañana para mandarnos a dormir. De seguro a esa hora, en aquellos
tiempos, hubiéramos pernoctado en “El Páramo”, junto al monumento a los Zapatos
Viejos, para darle remate final a la parranda, hasta ver aparecer los primeros
rayos del ardiente sol cartagenero.
Solidaridad. La ausencia definitiva de los compañeros
Jorge Arteta Niebles, Luis Barrios y Rosales Hooker Manuel, nos conturba el
corazón. La solidaridad hacia ellos ha sido manifiesta en esta reunión, lo ha
sido desde siempre, desde su partida al más allá y seguirá renovándose, estoy
seguro, a cada momento en lo más caro de nuestros sentimientos.
Carlos Buelvas Aldana. Fue unánime el contento, sincera la
satisfacción por los logros y éxitos obtenidos del grupo en general. En
particular, la suma complacencia por la elección de Carlos Buelvas Aldana, como
gobernador del Departamento de Córdoba. Triunfo experimentado como propio, de
nuestra promoción.
Reconocimiento a las esposas. No es terquedad de viejo la insistencia
del Dr. Sabalza en hacer debido reconocimiento, que se lo merecen, a nuestras
queridas señoras. Pueden tener la seguridad distinguidas amigas, esposas
amantísimas, que no me equivoco al proclamar, con absoluto convencimiento que el
progreso personal, realización profesional, bendita paz y tranquilidad de
nuestros días, la linda familia con nuestros amados hijos conformada, es fruto
invaluable de la tesonera y paciente labor por ustedes realizada. Haber tenido
la gallardía, el coraje de soportarnos, de aguantarnos, en las buenas y en las
malas, es bendición de lo alto que agradecemos al todopoderoso.
Se me hace maravillosa la sólida
comunidad amorosa que vislumbro en cada una de sus parejas. Un hecho que no
podemos pasar desapercibidos en una época, como la que nos ha tocado vivir, en donde
el matrimonio, institución fundamento y núcleo de la sociedad, atraviesa una
grave crisis. Nuestra ejemplar unidad familiar es símbolo elocuente de los
valores que nos inspiran. Vale la pena un aplauso.
Escuela clínica sin par. De destacar la gratitud expresada hacia
la facultad de medicina de la Universidad de Cartagena que por fortuna nos
pario al cultivo de la ciencia médica. El claustro agustiniano lo llevamos,
quienes hemos tenido la inmensa fortuna de ser sus hijos, con orgullo,
incrustado en nuestro currículo profesional y académico.
El Dr. Hugo Medina comentaba, en la
noche de ayer, sin modestias, es una verdad de a puño, de cómo en la
incomparable formación médica general que recibimos, se sustenta la indudable
calidad profesional que nos distingue, a cada uno, en sus distintas
especialidades. Somos engendro de una escuela clínica sin par, educados por una
pléyade de auténticos maestros, sabios, humanistas, representantes verdaderos
del arte hipocrático.
Reconocimiento a los padres. No nos perdonaríamos jamás, si pasamos
por alto, el más significativo de los reconocimientos a quienes fueron
sacrificados, callados, impulsores de nuestra gesta doctoral. Nuestros padres.
Creo, en el homenaje que
podríamos brindarles ahora, las palabras para magnificarlo no me alcanzan. Pido, con el mayor respeto que, cada uno, en
lo más recóndito de su ser rinda tributo sempiterno de amor filial a sus viejos
queridos. Nos dieron la vida e hicieron posible este sueño que hoy gozosos
contemplamos hecho realidad, a plenitud realizado.
Cátedra de sencillez. Si me preguntaran que enseñanza deja
este coloquio de nostalgias, anécdotas, reminiscencias y emociones, sin rodeos,
me atrevería a decir que la más preciosa enseñanza la descubro en la sentida cátedra
de sencillez dada por cada uno de mis compañeros médicos de promoción.
Antony De Mello opina que. “La persona cuando vive consciente de su
realidad se caracteriza por su sencillez”. Ser sencillos no es ser pobres en
un sentido peyorativo. Mas bien sígnifíca ser simples, ser elementales.
La sencillez emana del conocimiento que
tenemos de nosotros mismos, de saber quién soy, como máxima expresión de la
espiritualidad. Desde el “Conócete a ti mismo” inscrito en el templo de Apolo,
en la antigua Grecia, pasando por San Agustín “Señor que te conozca a ti
primero, para después conocerme a mí mismo, hasta Ortega y Gasset “Yo
soy yo y mis circunstancias”, la humildad de los sencillos se levanta como bastión
incuestionable del hombre que trasciende lo efímero, supera el culto a lo
material.
Nos reconforta el alma cuando al echar
la mirada atrás, hacia nuestro pasado de penurias y renunciaciones y, superada
esta etapa crucial de nuestras vidas, conservamos aun la peculiar modestia de
los tiempos de escasez cuando estudiantes. No obstante gozar ahora, fruto de
nuestra superación, perseverancia y trabajo, un estatus social, científico y
económico, sin lugar a duda privilegiado.
Ciertamente, estamos eufóricos, dichosos
con las metas cumplidas; suficientes para brindar porque la vida nos siga
premiando con creces, en los días que están por venir. Gracias.
Teobaldo Coronado Hurtado
Cartagena diciembre 17 de 1994
[i]
Discurso pronunciado en
la celebración de 25 años de graduados. Promoción
1969 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena. Diciembre 17 de
1994.
[ii]
Gálvez Mariano, Derecho
a una asistencia integral, Colección Selare, Bogotá, 1982, p.39
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