REMOLINO. RECUERDOS DEL RURAL.


       REMOLINO.  RECUERDOS DEL RURAL

HOSPITAL LOCAL DE REMOLINO

Introducción. Una vez graduados, teníamos asignado, por diligencia llevada a cabo por la misma facultad de medicina, el sitio a donde debíamos ir a cumplir con el año rural. Me mandaron a un lugar para mi desconocido: Guamal en el sur del Departamento del Magdalena, que no acepté por lo lejos y noticias, además, que daban cuenta de lo peligrosa de la región, considerada zona roja,  por la presencia de grupos subversivos.
Diligencias iniciales en busca de otro lugar y la información que me dieron en la Secretaria de Salud del Departamento del Atlántico no transmitían esperanza alguna de llamamiento en mi terruño.

Santa Marta. Viajé a Santa Marta, principios de enero, y en la secretaria de salud de este departamento me prometieron una plaza. Mientras llegaba la designación conseguí quedarme y residir como médico de urgencias en el Hospital San Juan de Dios de esta ciudad.
A mediados de febrero recibí notificación que me avisaba el nombramiento como director del Hospital Local de Remolino, a partir del primero de marzo de 1970.
El Dr. Daza secretario de salud entre las recomendaciones que me dio, al posesionarme, insistió en la necesidad de recuperar las instalaciones del hospital ocupada por alguien que, por estar viviendo allí con la familia, no permitía su funcionamiento.

Doctor Pedro Agenor Vásquez. Mi llegada a la población era esperada con ansiedad por las gentes del poblado a orillas del Río Magdalena. Tuve recibimiento efusivo del doctor Pedro Vásquez Charris, egresado de la Universidad de Cartagena, a quien me cupo el honor de suceder en el cargo.  Listo estaba, para partir hacia México a realizar sus estudios de especialización después de casi 5 años de servicios a este pueblo de donde era nativo. Todo el mundo hablaba bellezas del Dr. Vásquez y me lo ponían como ejemplo a seguir, por lo buen médico que era. Pasados los años de regreso al país, especialista en ortopedia infantil, al Dr. Vásquez lo tuve de compañero en el Hospital de los Andes del Seguro Social.

Remolino. Para llegar a Remolino, al inicio de mis actividades, tomaba un bus intermunicipal en la Zona del Boliche, Barranquilla, que me dejaba en la plaza de Santo Tomas. Desde ahí tenía que caminar un buen trecho para aproximarme a la orilla del río a tomar la lancha que, hacia la travesía al otro lado, en donde se ubicaba mi destino. Igual el recorrido de regreso.  Al llegar la época de invierno que produjo  inundación de la ribera correspondiente a Santo Tomas la embarcación para pernoctar en Remolino la tomaba en el puerto de Sabanagrande;  trayecto más largo y demorado.
PANORÁMICA DE REMOLINO DESDE EL RÍO MAGDALENA

En Remolino fui recibido con los brazos abiertos y complacencia general de sus habitantes que me brindaron el acompañamiento necesario para una grata estadía. Así fue como tuve de residencia, a mi arribo, la casa hotel, único del pueblo, de la señora Nubia Vauten.

 Rememoro complacido la magnánima acogida de muchas personas, distinguidas de Remolino, entre otros: Gloria Cuello(alcaldesa), profesores Oscar Fontalvo y, José Antonio Llanos De La Rosa padre del difunto colega y amigo Sebastián Llanos, de la señora Jin Fontalvo; señores Miguel Bolaños (compadre) Ignacio Morrón, Virgilio Torres, Aníbal Cañas, Ildefonso Cañas y Doña Nicolasita, su esposa en suma atenta conmigo. De la familia del Dr. Amin Ariza, su señora madre, Lucilita, su tía Rita y hermanas (Marlit. Ninfa y Termutis) dispuestas, en todo momento, a brindarme su colaboración cariñosa. La Viuda Morrón y una tía del político conservador Hugo Escobar Sierra me honraron como su médico de cabecera.
Con Max Ordoñez, Luis Carlos Llanos y José Pepe Stevenson, residentes en Barranquilla, me unía una cordial relación amistosa.

Grata reminiscencia guardo del escritor samario Ramón Illán Bacca, a la sazón juez promiscuo del municipio, en cumplimiento de su año de judicatura.  Simpático contertulio que animaba con su rica y sabia conversación las horas de ocio.

 El rector del colegio de bachillerato (el nombre se me escapa), persona que ocupaba el puesto de salud, me recibió con amabilidad y nombró profesor para las cátedras de biología (3o año) y anatomía (4o), que dicté gustoso, durante mi permanencia allí. Ya estaba enterado de la misión que me había encargado el secretario de salud y se mostró dispuesto a colaborarme.

El hospital. Lo cierto es que no fue fácil la salida del profesor de las instalaciones del puesto de salud; no tanto por él sino por su mujer que, en mi parecer, no estaba bien de la cabeza, además, de los niños. El inicio de los trabajos de reconstrucción, en contra de su voluntad, pero, con el respaldo de las autoridades locales forzaron su retirada.

 En julio, para las fiestas de la Virgen de Carmen estábamos inaugurando el remodelado y funcional Hospital Local de Remolino con su sala de partos, una pequeña sala de cirugía, cinco camas de hospitalización y cómoda habitación para el médico. Fue así como dispuse trasladarme del Hotel de la señora Nubia a mi nueva residencia. Por esta circunstancia los alimentos comencé a recibirlos en casa del señor Salomón Flores, la gentil atención de su esposa Matilde Cantillo.

De colaboradores tenía dos enfermeras nombradas en Santa Marta; en servicios varios a la señora Concepción Truyó (la niña Conce) y al señor José Ropaín (Dependientes de la alcaldía). Atento a las cuestiones del Hospital siempre estuvo el enfermero Alfonso,  recomendado por el Doctor Vásquez.

Aspectos médicos. Entre los aspectos médicos resaltaría los siguientes.

a.   Consulta externa. Prácticamente mi labor se concretaba en una consulta externa en que predominaba la de niños con problemas comunes a estas localidades: desnutrición, diarrea, parasitosis, afecciones pulmonares. En adultos hipertensión arterial, diabetes, amibiasis; bastante frecuentes lesiones dermatológicas que me llevaron a comprar un tratado de dermatología, para informarme mejor, suplir mis falencias en este tema, y brindar una mejor atención.

b.   Tabú alimenticio. Aspecto que me llamó poderosamente la atención fue la causa mayor de desnutrición. Los lactantes eran alimentados con café con leche en forma exclusiva. Tuve que entregarme en una tenaz campaña concientizadora para que los padres dieran a sus hijos una alimentación balanceada. Acabar con este tabú.

c.    Detalle curioso.  Las parturientas no iban al puesto de salud. Solo asistían al control prenatal. No pasó por mis manos mujer alguna en trabajo de parto. Eran atendidas por dos o tres comadronas que había en el pueblo. La más reconocida, que se hizo amiga y me convirtió en su consultor médico, en casos difíciles o complicados, era la señora Mery Aljure.

d.   Momento crítico.  Lo viví con motivo de la fuerte creciente que se presentó en ese año (1970). En varias ocasiones el río se desbordó, casi siempre en horas de la noche y tocaba levantarse, angustiados, a tapar las trincheras. En el último trimestre de la medicatura tocó laborar bajo la inundación y recorrer las calles en canoas.

e.   Día crucial. Me correspondía visitar Santa Rita, San Rafael y Las Casitas, corregimientos algo distantes a los que iba a caballo en tiempo normal. Dramático el día en que recibí la orden da realizar una autopsia en Santa Rita a un hombre que habían matado en una finca próxima al caserío. Arrimado a un palo de trupillo, al mediodía, bajo un sol canicular, cuchillo de cocina en mano y un serrucho facilitado por vecinos, rodeado de lugareños expectantes, procedí a cumplir con la solicitud de un juez de Santa Marta. Este, sin duda, ha sido uno de los días más cruciales de mi vida médica.

Agradecimientos. Se cumplen 50 años, en este 2020, de mi inolvidable estancia por una tierra buena, la del municipio de Remolino, en el Departamento del Magdalena, habitado por nobles familias en donde reina la paz, la alegría e inmensos deseos de superación.    Notable, sin duda, el don de gentes de sus moradores que me trataron con sumo respeto y consideración.

Con sempiterno agradecimiento por esta comarca rindo homenaje, a todos sus pobladores y en especial a los ilustres galenos que en su acogedora ribera vieron la primera luz del día y que han sabido,  unos y supieron  otros,  honrarme con su simpatía y aprecio, doctores: José Antonio Bojanini Eljach, Miguel Vilaró, Amin Ariza y Aníbal Cañas
Fallecidos: Gregorio Navarro Llanos, Pedro Agenor Vásquez Charris y Sebastián Llanos.

¡Sursum corda, arriba los corazones!
Barranquilla enero 23 de 2020





Comentarios

  1. Ameno relato de sus vivencias Dr Coronado..los rurales suempre son y serán de grata recomendación..Gracias por compartir

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