EN TIEMPOS DE PANDEMIA. REFLEXIÓN. Edición No. 147

El universo que habitamos es el mejor universo posible...Confiemos en que hay una inteligencia divina cuyas intenciones dirigen el universo. Epícteto en el "Arte de Vivir".

Barco chatarra. Malecón del Río. Barranquilla

Introducción. Según el texto bíblico cada día trae su afán. “No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal” [i].
Este versículo del evangelio de San Mateo toma vigencia especial en estos tiempos de confinamiento forzoso por causa de una pandemia.  Afanes existenciales cotidianos han tenido que detenerse para proteger la vida humana personal y la de los que nos rodean, en inminente peligro por la presencia de un virus que la ciencia médica, hasta el día de hoy, no ha podido controlar desde su aparición hace 9 meses.
Balcón
 Edificio Novu. Barranquilla.

Las horas.
Las horas pasan tan lentamente que confundimos la mañana con la tarde. Da lo mismo levantarse a las 6 que a las 8 de la mañana; almorzar a las 12 o a las 3 de la tarde. La noche llega pesada y lentamente, interminable; arrinconado en un balcón la espero contemplando el paisaje sombrío de una ciudad fantasma arrullada por la brisa fresca que del mar y el río vienen.
Cátedral de San Nicolás. Barranquilla. 
Los días. Los días transcurren unos tras otros sin darse uno cuenta de si es lunes de zapatero, viernes cultural o sábado de compras. Observas que es domingo porque prendes el bendito televisor y lo primero que encuentras es un pastor o sacerdote pidiendo a Dios, suplicante, su protección para una audiencia confundida.
Carrera 59. Barranquilla
Los meses. Ni nos percatamos de la semana santa en un mes de abril, sin lluvias mil. El florido domingo de mayo dedicado a la madre pasó desapercibido.  Tres puentes Emiliani en un junio lluvioso se perdieron sin el disfrute de un porro “palitiao” en las fiestas de San Juan Bautista en Pelayo.
Pausado este 2020 va discurriendo sin poder ver a los tuyos, los de tu casa, los de tu sangre y a la otra gente, tus amistades, que también llevas inscrita en lo más hondo de tu corazón, para estrechar sus manos, abrazarlos y decirles con gestos simples de cariño cuanto los quieres.
Parque calle 99. Barranquilla.
Vida del alma. Se detuvo la agenda afanosa, en la que andábamos, porque la naturaleza, sabia al fin, quiso hiciéramos un alto para salvarnos de, quien sabe, en qué precipicio íbamos, raudos, a caer.  Nos advierte, en medio de la soledad callada en que ahora vivimos, al apartarnos a los unos de los otros y recogernos a cada uno en casa, de que hemos descuidado nuestra vida del alma para darle prioridad a la vida del cuerpo[ii]; rindiendo culto en demasía a demandas instintivas de la naturaleza biológica, con lamentable abandono a las cosas del espíritu que sustentan la naturaleza racional, la vida personal. “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? [iii]
Gran enseñanza que deja esta inesperada y dura prueba, confinados en nuestras viviendas, es que no son muchos los objetos o prendas que requerimos para estar bien, tener bienestar. Es invitación cierta a una liberación de las exigencias materiales, de Los bienes que de alguna manera esclavizan cuando nos apegamos a ellos. De perendengues y cachivaches que ahora enmohecen en escaparates, baúles y closets sin poderlos usar. Y surge en la intimidad del asustadizo recogimiento, en que estamos, la frustrante y culposa cuestión de ¿Para qué tanta vestimenta de marca, carteras y bolsos de cuero fino, costosos y fragantes perfumes, doradas y valiosísimas joyas, automóviles último modelo si no los puedo ostentar como quisiera?
Río Magdalena. Barranquilla
Vicio del consumo. Imperativo al que estamos llamados es a renunciar al desaforado vicio del consumo que a través de todas las pantallas habidas y por haber, grandes, medianas y pequeñas nos incitan a comprar, compulsivamente, con IVA y sin IVA, lo que la alienante publicidad del marketing impone. “El exagerado consumo a que estamos abocados: “cultura de masas”, la bautizó Adorno, por las multinacionales, madres y padres del capitalismo, es la fuente, cabeza del crónico y tórpido malestar que destruye, incontenible, los cimientos de nuestra más genuina tradición cultural”. [iv]
El afán, por adquirir productos de más reciente tecnología y novedosas mercancías de última generación, es causa, sin duda, de mucho de los males que nos aquejan como sociedad, de la salud como individuos y de dolorosos conflictos familiares.
Club Bordillo. Barranquilla.
Volver a Casa. Este apremiante volver a casa, volver al hogar, dulce hogar, a que nos ha llevado la cuarentena, ha permitido comprobar que no son numerosas las personas ni los lugares que necesitamos para tener compañía y comodidad. Cuando los afanes sociales, laborales o profesionales, que hasta ahora han absorbido nuestra bitácora existencial, nos han distanciado del cálido recinto del hogar, templo sagrado de la unidad familiar. Además, del valioso tiempo perdido sin el indispensable contacto afectivo con nuestros seres queridos. “Que, a pesar de los problemas, familia es familia y cariño es cariño” dice la popular canción del panameño Rubén Blades.
Niño beisbólista, catcher. 
Nuevo ciudadano. Infinidad de voces se levantan insinuando la necesidad de “reinventarnos”, como si el hombre fuera una cosa inventada, para sortear la crisis que se viene post pandemia, en un discurso que a mi modo de ver busca resolver antes que nada la crisis económica.  Desde esta perspectiva, con enfoque mercantilista, utilitarista, se coloca paños tibios al verdadero problema que da origen al enorme sacudión que le ha dado el coronavirus a la humanidad entera.  
Pensando en el futuro inmediato hay urgencia de imaginar un nuevo ciudadano, un dirigente distinto, que sin desconocer la importancia de lo económico priorice nueva forma de vida, “un renacer” para sí mismo y para los demás.  Un cambio de mentalidad en la gente que suponga deponer privilegios, en particular, de los más poderosos, en todos los ámbitos y renglones de la sociedad, en gestión solidaria que rompa brechas entre los que tienen todo en beneficio de los más desposeídos.
Panorámica del Parque Prudencio Padilla. Barranquilla

Colofón.
El cuestionamiento por resolver lo formuló Aristóteles hace 2500 años.  ¿Cómo deberíamos vivir? Se pregunta, en la Ética a Nicómaco, para alcanzar la eudemonía o felicidad.
Con proyección en sentido colectivo, más que individual, en el pensamiento de Antony De Mello encontramos alguna respuesta, aparentemente utópica, pero iluminadora, a este inquisidor interrogante: “Imagina un mundo en el cual nadie tenga el poder de hacer daño. En el que los empresarios no se enfrenten, la competencia no sea a muerte, las mujeres no teman a sus maridos, los hijos y los padres no se amenacen. En el que las personas no alimenten sentimientos de ansiedad, en el que los que viven solos no sientan soledad. En el que los ciudadanos no sean aterrorizados por un gobierno tiránico. En el que nadie tenga miedo a nadie.  El cambio debe comenzar en ti. [v]
Barranquilla julio 5 de 2020
Teobaldo Coronado Hurtado




[i] Mateo 6: -34 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
[ii] Aristóteles considera   a la Vida del alma equivalente a vida practica y vida teórica a la vida del cuerpo
[iii] Mateo Ibid. 25
[iv] Coronado T, Ser Médico, 2007, Uniediciones, Bogotá, p. 162
[v] Antony De Mello, 1992, Rompe el Ídolo, Editorial Loyola, San Pablo Brasil, p. 91


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