ENMANUEL MARTES
ENMANUEL MARTES
El
doctor ENMANUEL MARTES fue un bien aventurado. Tuvo larga, fructífera y dichosa existencia.
Le faltaron once meses para completar un siglo de vida. Buen cristiano constituyó una
familia modelo con doña Ofelia Mendoza su mujer e hijos. Un hogar ejemplar.
Hombre
distinguido en todo. Modales finos, fiel
seguidor de la olvidada urbanidad de Carreño. Gesto pausado, tranquilo, sin afanes,
puntual a la cita. Palabra medida, cero estridencias, hablaba lo necesario. Sonrisa
a flor de labios, rostro ingenuo y tierno se mostraba como un niño con mayoría de edad. Un señor doctor de los de antes.
Médico
general de los desaparecidos galenos, del Hospital de Barranquilla, solo
bastaba el “ojo clínico” para sus aciertos diagnósticos. De la vieja escuela
medica de la Universidad de Cartagena en la que yo, también, fui formado. Tal vez
el último que quedaba de una constelación sabía que dio lustre a la medicina
barranquillera: Enrique Moreno Iriarte, Tito Mena Almeida, Abelardo Santana Cassiani,
Luis Carrasquilla, Teófilo Zambrano, Manuel Antonio Pérez Hernández, Euclides Villa, Daniel
Rebolledo, entre los que recuerdo.
Sin
ser cirujano tenía pacientes quirúrgicos que, buen médico general, acudían a él
por su competencia y ángel que tenía. En la antigua Clínica La Piedad, hoy La Merced: Fermín Zurbarán operaba los de cirugía
general; Remberto Racedo los de ginecología. Yo, su anestesiólogo de
cabecera. En todos, de ayudante, el Dr. Martes asistía a las intervenciones
atento al mínimo detalle. Cuidaba sus
enfermos con riguroso esmero en el pre y posoperatorio.
El
Dia Panamericano del Médico, próximo a celebrar, lo honraba con vivo entusiasmo
y participaba, con sus mejores galas, en los eventos que, miembro activo,
organizaba el Colegio Médico del Atlántico para esa fecha especial. Inolvidable
para mí la alegre y concurrida gala que ofreció en la amplia terraza de su
residencia en el barrio ciudad jardín un 3 de diciembre, todo por su cuenta, a los
amigos médicos más allegados.
Me
brindó su amistad, diría que tardía, lo suficiente para guardarle inmenso
cariño, gran aprecio y, en especial, sentir profunda admiración por el ser
humano magnifico que habitaba en su persona. Varias veces fui a visitarlo, ya vencido
por los años, a su acogedora mansión ante el pedido que me hacía a través de
la doctora Ana María Segura, fiel y atenta colega en sus días postreros.
Como
los sencillos y mansos de corazón, en el día de hoy, entrega su vida al señor de los cielos el doctor
Enmanuel Martes después de extenso y bendito peregrinaje haciendo siempre el
bien.
“Los
que creen en ti señor, no morirán para siempre”.
Teobaldo
Coronado Hurtado
Barranquilla
noviembre 24 de 2022
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