LO SAGRADO. SECULARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
Capilla. Yosemite, National Park, California, USA. Photo by Dr Teo.
LO SAGRADO. SECULARIZACIÓN DE LA SOCIEDAD
Introducción. Gran enseñanza que la ilustración dejó a los hombres
radica en que podían confiar en su propia razón, como guía, para establecer
criterios de valor ético; que no necesitaban de ninguna revelación u otra
normatividad de orden religioso que los llevara a una heteronomía moral para
saber lo que es bueno y lo que es malo. El mundo secular es tal vez el producto
más importante de la modernidad.
El problema sin resolver de los que consideran la
actitud hacia lo sagrado como una trivialidad o una <<actitud
infantil>> es que históricamente no la han hecho sucumbir tras intensas campañas realizadas, con tal fin, por ideólogos, políticos, filósofos y
científicos. Empeñados en desaparecer la necesidad de vivir dentro de una
cosmovisión religiosa.
Es tal la certeza de una estructura religiosa
intrínseca a la naturaleza humana que si desaparecieran todas las religiones
establecidas con sus prescripciones y ritos la religiosidad continuaría con
formas nuevas, diferentes y renovadas a través de manifestaciones aparentemente
profanas o secularizadas.
La religión subsiste. En medio de la fuerte desacralización de las instituciones y la sociedad, del desprestigio de las religiones, de la apatía hacia lo sagrado en los medios cultos e intelectualizados, del predominio del imperio de la razón sobre el de la fe, del avasallador empuje de la tecnología y de la ciencia que juega a hacer el papel de Dios, de haber sido declarada la muerte de Dios; la religión subsiste. “Hay algo eterno en la religión que está destinada a sobrevivir a todos los símbolos particulares con que sucesivamente se ha recubierto el pensamiento religioso.”1
Preocupación por lo religioso. La beligerante campaña antirreligiosa contra todo
aquello impregnado de lo sagrado apoyada en el desprestigio mismo de los
hombres religiosos y sus instituciones ha traído como consecuencia, no se puede
ocultar, que en la sociedad moderna al contrario de lo que sucedía en la
sociedad tradicional la religión haya perdido presencia, poder de influencia; la
potestad legitimadora que daba a todo
cuanto sucedía a nivel público y en el ámbito privado.
La
preocupación por lo religioso ha pasado a un segundo lugar ante la motivación,
en crecimiento, por preocupaciones más ambiciosas donde el alcance de la
eficiencia y el éxito medidos por altos niveles de producción y lucro llenan
las aspiraciones de la gente.
El poder económico y político justifica el poder
burocrático de los que manejan y participan de la cosa pública y del ciudadano
corriente para quien el hacer y el tener son más importantes que el ser o el
saber. “El hombre ha hecho de sí un instrumento no de la voluntad de Dios sino
de la maquina económica o del Estado. Ha aceptado desempeñar el papel de una
herramienta no de Dios, sino del progreso industrial.”2
Fiesta pagana. El ritual, la liturgia sagrada se han convertido en fiesta pagana en donde lo auténticamente religioso ocupa una importancia secundaria. La semana santa, por ejemplo, ya no es tiempo de recogimiento y reflexión; son ahora ocho días de rumba y turismos santos. Las playas son atractivo templo que a la agente congrega.
Catedral de Saint Michael. Bruselas, Bélgica. Photo by Dr. Teo |
Los símbolos más que hierofanías son adornos. El
párroco, el sacerdote, el obispo se miran como a una persona común y corriente sin
la veneración, consideración y respeto de antes. Hablar de Dios, expresar
convicciones religiosas, simpatizar con lo sagrado son manifestaciones vistas
como ridículas, obsoletas.
- En cierta
ocasión algún amigo, lector asiduo de mis escritos, me advirtió que no le gustaba, de uno de mis artículos, la alusión que había hecho a Dios. Me limité a contestarle con una frase de
Ortega y Gasset: “Las ideas se tienen, en las creencias se está”. Luego,
más tarde, pude comprobar que mi amigo, del que llegué a pensar era un libérrimo
ateo, no pelaba misa los domingos en la iglesia parroquial del barrio el prado
de Barranquilla.
Religión irreverente. A los elementos religiosos se les da en forma
despectiva, burlona y en otras por ignorancia uso profano, sacrílego y así un
sicario, con la imagen de la virgen del Carmen colgando de su pecho en una costosa cadena de
oro, le implora puntería para dar en el blanco, para matar; un negociante de la coca celebra “el
corone de un embarque”, la cuantiosa fortuna alcanzada con procesiones, misas y
limosnas en pago a los favores recibidos por su ciega fe cristiana.
El comportamiento irreverente hacia lo sagrado, en
el plano personal, se refleja en la sociedad y en las instituciones por escaso
reconocimiento al establecimiento religioso que pasa a ser utilizado, mejor aún,
manipulado según conveniencias particulares; más por costumbre y búsqueda de
solemnidad que por las sinceras convicciones de un verdadero creyente. Lo que
ha sucedido, en definitiva, es que la religión ha perdido amplia injerencia en
los diferentes aspectos de la organización social y tocado enclaustrarse en su
misión religiosa, al ejercicio de ceremonias, ritos y cultos circunscritos al
recinto sagrado de templos y claustros docentes.
Secularización de la sociedad. La situación ha llegado a un extremo tal, de
intolerancia, que cuando los hombres religiosos intervienen, más allá de su
círculo de influencia, se producen voces, reacciones públicas de protesta de
los sectores más secularizados señalándolos, en ocasiones, con saña por los
medios de comunicación a su alcance de intromisión indebida en asuntos que a
ellos no corresponde.
La perversión de las prácticas religiosas es el
resultado de un largo proceso que se ha dado en llamar de
<<secularización de la sociedad>> con su correspondiente influencia
perturbadora de la moral pública. La religión, históricamente, ha contribuido poco
o mucho a ser moderadora de las costumbres sociales. Berger, citado por José
María Mardones, caracteriza el proceso de secularización como: “Fenómeno
sociocultural por el cual algunos sectores de la sociedad y de la cultura son
sustraídos de la dominación de las instituciones y de los símbolos religiosos.”3
El secularismo se sustenta en el concepto progresista del interés propio cuando afirma que: “El hombre tiene el derecho y la obligación de hacer de la búsqueda de su interés propio la norma suprema de la vida”.4
En el secularismo la virtud ha sido reemplazada por
el amor propio, por el egoísmo; el interés por los bienes materiales, por la
eficiencia y el resultado exitoso.
El interés propio suprime toda vocación comunitaria
cuando el único interés es el mío, el de mi estómago. De esta forma es
imposible que haya comunión de creencias, de afectos, de sentimientos, no
existe sentido de solidaridad. Soy un yo que no se incorpora con la conciencia
colectiva en lo social mucho menos en lo religioso. Yo soy yo en la medida que
poseo, en la medida que tengo dinero, poder y fama. “Usted no sabe quién soy yo”
es socorrida frase utilizada por estas personas para pasar, agresivas, por
encima de los demás.
El
secularismo se da la mano con un individualismo a ultranza. Una mentalidad,
secular, alimentada en este esquema no está en condiciones de liderar una
política generosa por la vida humana y el florecimiento social. Si no participamos
de la comunidad con la aceptación tolerante de unos mínimos valores morales de
beneficio colectivo nos convertimos como lo afirma Engelhardt en:
<<Extraños morales. >>
Basílica de San Pedro, Vaticano, Roma. Photo by Dr Teo. |
Si la sal se corrompe. Consecuencia negativa, evidente, de la
secularización la encontramos en la disminución de la disciplina social y
consiguiente corrupción institucional. El uso desbordado de la autonomía, cuya secuela
funesta es un exorbitante individualismo, como represalia a la severa coyunda religiosa,
ha traído la tan llevada y traída crisis moral de la mayoría de los estamentos
sociales. No hay estamento llámese: gobierno, congreso, ejercito, iglesia etc.,
que no esté en crisis, que no sea corrupto. No encuentra uno en quien creer. Si
la sal se corrompe…no sirve para nada, hay que botarla, echarla fuera es
consejo del evangelio segun San Mateo.
El temor a Dios, la sanción o condena divina
preconizada por la religión que, indudable, reforzaba la acción ordenadora de
la autoridad civil, era un freno moderador de las costumbres ciudadanas. Se ha
perdido, de este modo, un medio de control social eficaz, en la medida que el
sentimiento religioso no tiene significación y se desprecia.
Se puede observar, sin embargo, que la desvinculación de los organismos religiosos, del establecimiento político, ha traído mayor independencia critica de otros sectores de la sociedad en defensa de grupos humanos que, precisamente, a través del tiempo han estado bajo su tutela: los pobres, indígenas, oprimidos, etc.; asumiendo una actitud beligerante y activa contra los que atentan contra la vida y derechos humanos fundamentales.
Catedral de Notre Dame, Paris, Francia. Photo Dr Teo.
El establecimiento religioso, la iglesia católica en
particular, al perder liderazgo, resultado del obvio proceso de secularización,
se ha contagiado de lo mismo y asume por igual actitud secularizante en lo
social y lo político, contrariando su misión sagrada para no perder así su
papel protagónico y seguir haciendo presencia activa y efectiva en la
comunidad. A la postre, su injerencia, en aumento, en la política habrá de
producirles sus frutos a través de su objetivo primordial centrado en lo religioso.
La existencia humana dentro del contexto filosófico
de lo sagrado aglutina alrededor de sí un conjunto de pensamientos,
sentimientos o creencias en las cuales se cree; se tiene una fe en ellas, es toda
una simbología maravillosa compartida por muchos, que contagia y que aglutina;
constituyéndose en un hecho social, de comunidad. Al tiempo que hay una fe
profunda en la vida, se da una fe indeclinable en la humanidad sobre cualquier
otra consideración. Para Teilhard de
Chardin los que aplican a una religión antropológica: “Representan a mí
alrededor una forma totalmente joven de Religión poco o nada codificada.
Religión sin Dios aparente y sin revelación. Pero religión en el verdadero
sentido si por esta palabra se designa la fe contagiosa en un ideal al que
entregar la propia vida”5
El desprecio por la vida como síntoma absurdo de la
sociedad y del mundo actual se debe en gran parte, a nuestro modo de ver, a la
excesiva sacralización de cosas y objetos accesorios (sociedad de consumo) que
nada tienen que ver con los eternos valores que han dignificado la existencia
humana; sin lugar a dudas el amor, el amor a la vida, como el primero de todos
es el gran ausente en las relaciones humanas donde la vida en vez de ser símbolo
de lo más sagrado es un fetiche que se puede patear, ultrajar y destruir.
1. Mardones José María, Las nuevas formas de la religión, Verbo Divino, Pamplona, p. 31, 1994.
2. Fromm Erich, Ética y Psicoanálisis, FCE, México, p. 148, 1977.
3. Mardones José María, op. Cit, p.33
4. Fromm Erich, op. Cit, p. 149
5. Teilhard de Chardin Pierre. Como Yo creo. Madrid, Taurus, 1971, p.67
Barranquilla abril 5 de 2023
10 Mardones José María, Las
nuevas formas de la religión, Verbo Divino, Pamplona, p. 31, 1994.
11 Fromm Erich, Ética y Psicoanálisis, FCE, México, p. 148, 1977
12 Mardones José María, op.
Cit, p.33
13 Fromm
Erich, op. Cit, p. 149
141 Teilhard de Chardin Pierre. Como Yo creo. Madrid, Taurus, 1971,
p.67
Comentarios
Publicar un comentario