SAPERE AUDE. 300 AÑOS
SAPERE AUDE. 300 AÑOS
Introducción
El
22 de abril de 2024, ha sido un día de fiesta para los amantes de la filosofía, para
los filósofos de todo el mundo cuando se celebran, en esta fecha, 300 años del nacimiento
de uno de los más grandes pensadores de la cultura universal: Emmanuel
Kant. El hombre nacido en Königsberg, antigua Prusia, Kaliningrado, un enclave
de Rusia en la actualidad, marca un antes y un después en la historia de la
ciencia que proclama, en el origen etimológico de su nombre, el amor a la
sabiduría.
Primer contacto con el pensamiento kantiano lo tuve en el colegio San Francisco
de Asís en Barranquilla; el fraile José María Espinoza, catedrático de filosofía,
era un fervoroso seguidor de sus ideas que, recuerdo muy bien, pregonaba apasionado
en las cátedras de lógica, metafísica y ética, de 4º, 5º, y 6º de bachillerato
respectivamente. Para decir verdad sin mucha comprensión por la forma
enrevesada de su lenguaje y, por lo mismo, con poco interés de mi parte.
Verdadero
e íntimo encuentro con el filósofo del llamado “criticismo” lo tuve durante el
tiempo de mi maestría en filosofía y, en particular, en el soporte que me dio la
lectura de su obra para el desarrollo de mi final tesis de grado: “Del Respeto
a la Vida”. Fue así como tuve que leer, con gran rigor, entre otros libros:
Metafísica de las Costumbres; Fundamentación de la Metafísica de las
Costumbres: Critica de la Razón Práctica. La Paz Perpetua; Critica del Juicio;
Lecciones de Ética. Además, las obras de mi tutor de la Universidad del Valle el
italiano Ángelo Papacchini, un consagrado investigador del monumental legado de
Kant sobre todo en lo relacionado con el tema de la “dignidad humana” y los
derechos humanos. “El Problema de los Derechos Humanos en Kant y Hegel”, Filosofía
Y Derechos Humanos, Violencia y Derechos Humanos, de su autoría, sirvieron, también,
de textos guía.
Bioética
Entre
los argumentos, que expongo en mi tesis de grado, compendiada en el primer
libro publicado por Editorial Antillas con el igual título “Del Respeto a la
Vida” (2001) planteo, en un capítulo basado en la filosofía kantiana, el Principio de Autonomía como uno de los determinantes del valor debido a la vida humana, al
respeto que esta se merece.
La Bioética acogió el pensamiento kantiano para fundamentar uno de sus principios, el “Principio de Autonomía o Principio de Libertad o Responsabilidad (Beauchamp) de aplicación en la relación médico paciente. El informa Beltmon lo define como:
“La autonomía es un derecho moral que genera en las otras personas el deber de respeto".
“Una
persona es autónoma cuando es capaz de deliberar acerca de sus objetivos
personales y de actuar bajo la dirección de tal deliberación”.
En
el Respeto debido a la persona considera que: Incluye por lo menos dos
convicciones éticas.
1.
Que todos los individuos deben ser tratados como agentes autónomos.
2.
Que todas las personas cuya autonomía está disminuida tienen derecho a ser
protegidas.
De
acuerdo con Kant una voluntad legisladora, no subordinada a otras leyes, por lo
tanto, incondicional, universal en su fin natural es el principio base de la
moralidad al reunir todas las características de un “imperativo categórico”. Lo
llama “autonomía de la voluntad” en oposición a cualquier otro que denomina
“heteronomía”. De aquí, de esta distinción, surge la clasificación de la moral en
autónoma y heterónoma.
Imperativo categórico
El
imperativo categórico descansa sobre la autonomía de la voluntad de la persona.
De una voluntad que es al mismo tiempo medio y fin. Se confunden así, el
legislador con el Legislado; el que da la ley y el que la recibe. “Obra de tal modo
que uses la humanidad tanto en tu persona como en la persona de cualquier otro,
siempre como un fin al mismo tiempo y nunca, solamente, como un medio”. Nos
advierte Kant en la segunda formula del Imperativo categórico. Es de esta forma
que el hombre, se da a si mismo su ley moral. Cuando hablamos de nuestro deber,
queremos expresar el querer de nuestra voluntad, dentro de lo que se considera
una “ética deontológica”, con sustento en los deberes, en contraposición a una
ética soportada en los fines o teleológica.
La autonomía, pues, es el fundamento de la dignidad de la naturaleza humana, de toda naturaleza racional. La idea de dignidad lleva implícita la noción de respeto, como medida de la estimación que a un ser humano debe tributársele. Para Kant la palabra respeto sintetiza el valor, mas alto y mas noble que se le puede poner a todo aquello que no tiene valor comercial., por ejemplo: la vida humana.
Noción de libertad
La
fundamentación moral de nuestros actos lleva implícita, como moralidad, la
noción de libertad. Y es la voluntad como expresión real de la autonomía la que
descubre la razón de ser como sujetos libres, llamados al ejercicio de la
libertad.
La
voluntad, afirma Kant, es una especie de causalidad de los seres vivos en
cuanto seres racionales. Propiedad de esta causalidad es la libertad que
responde a la acción de la ley. De tal forma que por algo que llamamos causa se
produce una consecuencia. Consecuencias por las que tenemos que responder
cuando son dañinas o perjudiciales, tal cual lo establece el principio de
responsabilidad. Lo propio de la voluntad es que sea libre. Son el respeto y la
responsabilidad dos ejes sobre los que descansa la conducta ética.
El ejercicio de la libertad debe ser la máxima aspiración del ser humano en su especificidad de ser inteligente y racional con capacidad para fijar límites a sus inclinaciones por el poder de su entendimiento, por el alcance de la mayoría de edad. Se cumple cabalmente a través de la clara conciencia de nuestra dignidad humana para liberarnos de la dependencia que nos coloca si no hacemos un esfuerzo en la "minoría de edad".
Mayoría de edad
La
invitación del filósofo de Königsberg es la de alcanzar una “mayoría de edad”
que nos lleve "a pensar por nuestra propia cuenta", “Sapere aude”; locución
latina que también suele interpretarse como «ten el valor de servirte de tu
propia razón», «ten el valor de usar tu propia razón». He aquí el lema de la Ilustración
de la que Kant es eximio exponente.
En
la clásica pregunta que se hace Kant sobre ¿Qué es la ilustración? Encontramos el
sustento a la clasificación entre individuos con mayoría de edad o minoría de edad:
“La Ilustración es la liberación del ser humano de su culpable incapacidad. La
incapacidad significa la imposibilidad de servirse de su inteligencia sin la
guía de otro. Esta incapacidad es culpable porque su causa no reside en la
falta de inteligencia sino de decisión y valor para servirse por sí mismo de
ella sin la tutela de otro”.
Julio Enrique Blanco
En “Julio Enrique Blanco, Lector de Kant” mi dilecto amigo Eduardo Bermúdez Barrera, Docente de filosofía en la Universidad del Atlántico, uno de los tantos escritos que recogen sus investigaciones sobre la vida y obra de este ilustre barranquillero, tal vez el más profundo y sesudo de los filósofos colombianos, nos muestra la sabiduría kantiana de nuestro coterráneo, rector fundador de la Universidad del Atlántico en 1916”.
Señala,
el profesor Bermúdez que: “el conocimiento que tenía Julio Enrique Blanco de
Kant se puede considerar a la par de los mejores conocedores de Kant en
Europa y su sentido crítico lo muestra como un pensador que se atrevía a
criticar con fundamentos serios al filósofo alemán… Un aspecto significativo
para destacar es que coincide, en darle un valor especial a “La Crítica del
Juicio” como un libro capital para entender el sistema Kantiano”.
Sus
ideas y su pensamiento han servido de base a casi todos los movimientos
filosóficos que han moldeado el pensamiento desde entonces, hasta el día de hoy,
trescientos años después. Es un inmortal el maestro de Königsberg al lado de Sócrates,
Platón, Aristóteles, Rene Descartes, Juan Jacobo Rousseau, Santo Tomas, San Agustín, Michael Foucault y Friedrich
Nietzsche.
Al
respecto transcribe Bermúdez, en su opúsculo, las palabras del maestro Julio E. Blanco “Si fuere
necesario escoger un conductor, entre los filósofos anteriores, yo no vacilaría
en elegir a Kant. No aceptaría el rótulo de kantiano pero, como deber de reconocimiento,
me parece justo decir que Kant anticipó con notable alcance las ideas a las
cuales impulsan ahora los progresos recientes de la física.
Eduardo Bermúdez B. |
Remata su ensayo el filosofo Eduardo Bermúdez afirmando que: "Si comprender a Kant, significa ir más allá de Kant, como ya lo dijo Windelband, hemos venido aquí hoy a proponer que sigamos trabajando en la dirección que señalara nuestro maestro de maestros, Julio Enrique Blanco, pues, si el kantismo ya no es posible como filosofía sistemática, sí lo es la consigna de Kant: ‘no se enseña una filosofía, se enseña a filosofar”.
Barranquilla abril 24 de 2024
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