No 5. LA HORA DEL SOSIEGO. DIGRESIONES DE UN MÉDICO JUBILADO
LA HORA DEL SOSIEGO
DIGRESIONES DE UN MÉDICO JUBILADO
Ilustración de la portada. "Árbol Jubiloso", obra de Mónica Coronado Arana, arquitecta y pintora residente en San Diego, Ca, USA.
UNIEDICIONES, BOGOTÁ, COLOMBIA, 2011
UNIEDICIONES, BOGOTÁ, COLOMBIA, 2011
INTRODUCCIÓN
Comienzo con una breve observación en torno al término
"digresión". El Diccionario de la Real Academia lo define como:
“Efecto de romper el hilo del discurso y
de hablar en él de cosas que no tengan conexión o íntimo enlace con aquello de
que se está tratando"[1].
Las digresiones, y este es el origen del concepto, tienen soporte en motivaciones
personales del que habla o escribe; para el que escucha o lee lo serán sólo en
la medida que la persona parlante o escribiente estimulen un especial interés.
Como las vivencias de una persona están impregnadas de su mundo afectivo, de
sus sentimientos, la digresión, de alguna manera, constituye vehículo que
conlleva un acercamiento patético con el escritor.
Su impacto dependerá de la pujanza emocional del autor, de su
capacidad para acariciarnos con sus ideas e inquietudes, en lo que el contenido,
cualquiera que sea, arrastre a una reflexión. Los temas en consideración, por
lo general, no guardan vínculo cercano con algún aspecto central.
“Escribe y te salvas” es consigna que inculco, una y otra vez, a los alumnos en la cátedra. Igual, hago, en los distintos escenarios
donde soy invitado a tratar los aspectos éticos legales relacionados con la
historia clínica.
A los médicos toca dejar constancia escrita
de todo lo pertinente a su labor sanitaria por mandato legal según lo establece
la Ley 23 de ética médica en sus artículos 34 y 36: “La historia clínica es
el registro obligatorio de las condiciones de salud del paciente…En todos los
casos la historia clínica deberá diligenciarse con claridad”. Así como
conviene cumplir este requisito en la parte asistencial, también es importante
hacerlo como testimonio del quehacer académico, docente, científico y gremial.
En lo personal he tenido cuidado de recopilar,
tener un archivo de los apuntes concernientes a las distintas facetas de mi
carrera médica en particular o de la medicina en un contexto más amplio. Estos
apuntes me permito presentarlos en este libro como Digresiones Médicas.
Pongo,
en forma similar, a consideración de mis dilectos lectores algunas notas, de cierta
manera, ajenas a la actividad médica, que recogen inquietudes de aspectos que
me han llamado la atención desde un punto de vista cultural; reunidas con el
título de Digresiones socio - culturales.
Un capítulo final recoge manifestaciones muy
entrañables de índole personal o familiar que he titulado Digresiones
íntimas.
En conjunto los textos de cada uno de los
tres apartes en que está dividida la obra están ordenados en forma cronológica
y redactados en diferentes presentaciones: discursos, ensayos, artículos,
poemas y hasta cuentos. En este sentido, con estilo parecido, son dos los
libros que he publicado: Crónicas ético-médicas (2003) y Ser médico (2007)
LA HORA DEL SOSIEGO “Digresiones de un
médico jubilado” título del ejemplar que amable lector, Ud. tiene entre sus
manos, recoge una variada selección de acotaciones de mi periplo existencial pos
jubilación. Pretendo, de esta forma, mostrar el rostro humano, más sereno que
me otorga esta etapa privilegiada de la vida. Lejos, por tanto, de los eventos
rutinarios a la estresante faena de los quirófanos, de la intensa y rica tarea
hospitalaria por mi librada durante 40 años de ejercicio profesional como
médico anestesiólogo.
La consigna que ahora, con el estatus
jubilar a cuestas, pretendo formular es la de: “Escribe y vivirás”.
Dirigida a los gentiles amigos, colegas y parientes pendientes de mis sencillas,
esporádicas publicaciones; que cuando los encuentro sus palabras de aliento me
estimulan a continuar en este hobby de escribidor de cuartillas. Con
especial afecto a todos aquellos, en uso de buen retiro, con el imperativo de participar
por igual sus reflexiones sobre la vasta experiencia alcanzada.
La mayor complacencia que me produce la
condición de jubilado la encuentro en lograr transmitir humilde y sosegado el
modesto saber acumulado a lo largo del venturoso y en veces tormentoso peregrinaje
por mi recorrido.
Jubilación es la acción de júbilo. El vocablo
Júbilo del latín iubilare, iubilum, quiere decir: gran alegría, gritar de alegría.
Muy bueno es disfrutar la ocasión de exponer
a través de un libro al mismo tiempo que el pensamiento, el sentimiento de gran
alegría experimentado por la jornada concluida. El regodeo de llegar, pasados
los 60, a lo que algunos de forma delicada denominan la segunda infancia y
otros, tal vez con mayor realismo, califican tercera edad.
Que valió la pena el esfuerzo hecho tras
tantos años de ajetreo profesional.
Que no fallamos al compromiso contraído con Dios,
la patria, la sociedad, la familia y con nosotros mismos.
Que a pesar de los achaques inherentes a la
senescencia continuamos el camino de la vida, rebosantes de optimismo, orgullosos
de las muchas pruebas superadas.
Complacidos con los colegas, las amistades y
cada una de las personas que enriquecieron e hicieron posible exitosamente
nuestro paso por las distintas instituciones donde nos tocó colaborar.
Conscientes que a las finales todos transitamos el mismo sendero con sus
satisfacciones y sinsabores.
Aceptar que ha llegado la “Hora del
Sosiego”, de anclar seguros en el puerto del recogimiento y la
contemplación. Para descansar el cuerpo y avivar el alma romántica, poética y
espiritual adormida por los trajines del mundo del trabajo y los avatares del
mundo de las pasiones.
¡Sosiego bendito! que habrá de proporcionarme
el tiempo que no tuve y la jubilación me otorga para meditar en gozoso silencio
la historia hecha por mí, solazarme en la comunicación de mi aventura personal
y profesional a través de este libro.
Concluyo
con la bella recomendación de San Agustín de Hipona: “No te preocupes por las palabras, como si éstas fuesen capaces de
expresar lo que deleita a Dios. Canta con júbilo. Éste es el canto que agrada a
Dios, el que se hace con júbilo. ¿Qué quiere decir cantar con júbilo? Darse
cuenta de que no podemos expresar con palabras lo que siente el corazón. En efecto,
los que cantan, ya sea en la siega, ya en la vendimia o en algún otro trabajo
intensivo, empiezan a cantar con palabras que manifiestan su alegría, pero
luego es tan grande la alegría que los invade que, al no poder expresarla con
palabras, prescinden de ellas y acaban en un simple sonido de júbilo”.[3]
Del júbilo
que me embarga, de esta albricia feliz, deseo de corazón se contagien cuantos
tengan la amable atención de ocuparse en la lectura de las páginas que siguen.
Barranquilla septiembre 11 de 2011
Barranquilla septiembre 11 de 2011
CITAS
BIBLIOGRÁFICAS
1.
[1] http://dle.rae.es/
[2] De Miguel de Unamuno citado por González Egido Luciano, en Salamanca la gran metáfora de Unamuno, Ediciones
Universidad de Salamanca, Madrid, p. 171, 1983
[3] Cantad a Dios
con maestría y con júbilo. De
los comentarios de san Agustín, obispo, sobre los salmos. Salmo 32. http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/oficio_lectura/fechas/noviembre_22. 2010
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