REMINISCENCIA BEISBOLERA

REMINISCENCIA BEISBOLERA

MONUMENTO A TEDD WILLIAMS. FEN WAY PARK. BOSTON, USA

Abrigaba la esperanza de celebrar este año, como en mi niñez lejana, el tradicional clásico entre Yankees de New York, liga americana, y Dodgers de los Ángeles, liga nacional. Rememorar los largos batazos de Mikey Mantle y Hank Aaron o los duelos serpentineros entre Whitey Ford (Yankees) y Sandy Koufax (Dodgers), por ejemplo.

 

La afición al béisbol me la inculcó mi padre a principios de la década de los 50. Lo acompañaba a los partidos que se celebraban en el Estadio Tomas Arrieta, correspondientes al campeonato profesional que, en aquellos tiempos, se celebraba con participación de peloteros provenientes de EE.UU. y países de la cuenca del caribe. Eran cuatro los equipos en competencia, por Barranquilla: Billard y Filta; en representación de Cartagena: Indios y Torices. 

En 1.956 Filta paso a llamarse Vanytor y Torices tomó el nombre de Kola Román. Esta fue, época gloriosa, pionera, del béisbol colombiano que duró hasta 1958.

En casa mi papa era fanático del Willard, mi hermano Vicente le iba al Vanytor y yo era hincha de los Indios. 


Recuerdo entre los grandes jugadores de entones a: Tito Francona, jonronero; Jim Grant, pitcher; Spud Chandler, mánager del Willard,  y Gabriel, Roky,  Núnez, cátcher, único barranquillero del roster de este equipo.

En el Vanytor la escalera Thomsom, el zurdo Zapata, outfielder barranquillero, Gil Garrido, panameño, y Ted Narlesky, managers.

 

Los indios, mi equipo favorito, dirigidos por el panameño Juan González en un principio tenía una nómina lujosa de puros criollos: el médico Armando Crizón, 2º base, Chita Miranda, 3º base, Andrés Cavadía 1º base; outfielders Pipa Bustos, Manía Torres, Humberto Vargas; Andrés Flórez y Quique Hernández Pitcher. Luego llegaron el pitcher de origen japones Nakamura y el toletero Horace Gardner.

 

El Torices dirigido por el cubano Pedro, el Gamo, Pagés, que jugaba todas las posiciones y  ambidiestro al bate. Pitchers Carlos Petaca Rodríguez y Quique Castillo.


Eran tiempos de la situación Moroline (Crema para el cabello):  tres hombres en base, dos outs y el bateador con dos strikes y tres bases por bola. “A correr todo el mundo”, decía Marcos Pérez Caicedo, al próximo lanzamiento. Y agregaba: “El pitcher está cruzando el Niágara en bicicleta”.

 

En los mediodías de octubre, otoño americano, en mi trayecto hacia el colegio iba, de esquina en esquina, pendiente de los radios de las tiendas, para saber sobre los partidos de la serie mundial en las grandes ligas que, con el patrocinio de cuchillas Gillette,  transmitía Eloy “Buck” Cannel, locutor de origen argentino, dueño de una voz inconfundible, no ha habido otra igual en el estilo peculiar de sus narraciones. Cuando el juego estaba en lo mejor hizo célebre la frase que todavía recuerdan colegas y amigos suyos como Mike Schmulson “No se vayan que esto se pone bueno”. Desde 1936 trasmitió los Clásicos de Otoño hasta 1977, acompañado entre otros por: Felo Ramírez (Cuba); Pancho Pepe Cróquer y Musiú de la Cavalerie (Venezuela). La televisión llegó a Colombia en 1955 durante el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla.

 

ATT PARK. San Francisco, CA, USA

En tiempos que los únicos y escasos jugadores latinos que participaban en la competencia pertenecían a la liga nacional mi team preferido eran los Dodgers de Brooklyn, luego en 1957 se pasaron a los Ángeles. Siendo Jakie Robinson el primer afroamericano de los Dodgers que en 1947 jugó en las ligas mayores.  Fueron campeones en 1955, 1959, 1963, 1965 con jugadores, entre los que recuerdo a: Don Drysdale, Jhony Podres, Duke Snider, Don Newcombe, Sandy Amoros, Roy Campanella, Sandy Koufax, Pee Wee Reese. 

Tommy Lasorda dirigió a los Dodgers durante veinte años, de 1976 a 1996.

En 1981 apareció el lanzador mexicano Fernando Valenzuela que,  con apenas veinte años,  se llevó el  Cy Young y de «Novato del año» en la liga nacional; de hecho, el único que lo ha logrado en las Grandes Ligas. Valenzuela, gran estrella del equipo de los Dodgers fue definitivo para que su equipo clasificara y enfrentara a los Yanquis en la serie mundial de ese año.  Fernando lanzó todo el tercer partido, nueve innings completos,  para una victoria 5 a 4. Serie ganada por los Dodgers. La obtención de este  campeonato dio rigen, en la ciudad de los Ángeles,  a lo que se denominó por los periodistas “Fernandomanía”, dado su papel estelar  como pitcher. 

“Al bate” jugaba de niño y ya adolescente en playones cercanos a mi casa, en lo que es hoy el Barrio los Andes y también a la currambera “chequita”; en Cartagena le llaman el juego de la “tapita”. Que alternaba con la bola e trapo y el juego de la “uñita” (canicas).

Cada vez llega esta temporada beisbolera en que la televisión me permite contemplar, maravillado y exultante, la serie mundial de béisbol entre el campeón de la liga americana frente al campeón de la liga nacional, revive en mí el recuerdo de mi querido padre que me guío, no solo, a ser lo que soy, sino también, a degustar los excitantes intríngulis del rey de los deportes. 


Barranquilla octubre 22 de 2017

TEOBALDO CORONADO HURTADO

 

Comentarios

  1. Hermosos recuerdos felicitaciones yo también viví esa época gloriosa del béisbol nuestro inolvidables

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  2. Que buen relato de tan linda época. Felicitaciones !!

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