EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA I
EVOLUCIÓN DE LA
MEDICINA I
En la elucidación del pasado de la medicina con
su presente no tienen cabida el consabido estribillo: “Las comparaciones son
odiosas”. Diría, que, en este tema, son saludables, provechosas.
Conocer la evolución de la medicina precisa
indagar su pasado, confrontarlo con el presente, para avizorar el futuro que
nos depara. Implica, de acuerdo con las distintas acepciones del vocablo
evolución, hacer, a mi modo de ver, una revisión de:
Dentro de riguroso marco académico revisar el
recorrido, a través del tiempo, de estos cinco capítulos. Desde el antiquísimo
ámbito de la paleopatología hasta nuestros días, “siglo de la biotecnología”[i],
le llama Jeremy Rifkin. Desde el hombre primitivo de las cavernas hasta el
hombre cibernético de hoy.
¿Por qué es importante el estudio de la historia
de la medicina?
El Doctor Ronald Merrel Decano de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Houston, USA, da cinco sabias razones:
Primero. Aquellos que no aprendan las lecciones
de la historia están condenados a repetir sus errores. Santayana.
Segundo. La necesidad de encontrar héroes y
fuentes de inspiración en los que se base nuestra lucha contra la enfermedad y
el sufrimiento.
Tercero. Es necesario predecir el cambio y el
rumbo a seguir por la medicina. Conectar los puntos de nuestra historia con
nuestro presente y proyectar de alguna manera esta línea hacia el futuro.
La geometría nos dice que son necesarios dos
puntos para definir una línea y uno de esos puntos es el pasado.
Cuarto. El
estudio de la historia es una lección de humildad. Debemos con humildad y
compromiso seguir haciendo de la profesión médica lo mejor que podamos.
Las lecciones de hoy pronto se considerarán
erróneas y deberán aprenderse de nuevo; y recordaremos a los pacientes que
fueron pobremente servidos por nuestro defectuoso conocimiento.
Estos héroes heredaron herramientas, creencias y
actitudes que les permitieron hacer magnificas contribuciones personales para
el progreso de la medicina.
Quinto. El estudio de la historia reafirma principios
fundamentales de la medicina que simplemente no cambian a pesar de la ciencia,
la tecnología, el cambio social y la política. A saber:
·
El servicio y
preocupación por los demás
·
La curiosidad
científica, que ha sostenido su progreso, disculpando nuestras fallas y guiando
nuestros objetivos al bien de la humanidad.[ii]
·
En su origen etimológico la palabra evolución, del
latín evolvere, evolucio, designa la
acción de desenvolver, desarrollarse algo. El concepto de evolución se entiende
en su acepción más amplia como un proceso que involucra unas etapas siempre
hacia adelante, - hacia atrás es entendible como involución – por las que hay
que pasar en forma gradual y ordenado. La revolución por el contrario es súbita
y violenta.[iii]
En el tema que nos ocupa se trataría del desarrollo o desenvolvimiento del arte
global de la medicina como tecno- ciencia, como arte y como profesión.
Veamos en un primer capitulo lo concerniente a:
1.
Crecimiento y progreso de la ciencia y tecnología
médicas.
A la ciencia y tecnología médicas,
digamos que, les ha ido muy bien en su decurso histórico. El alto nivel de
desarrollo e investigativo alcanzado en los últimos 150 años es hazaña que
supera el cúmulo de logros reportados en cinco milenios, si partimos de los
primeros registros escritos de que se tenga noticia. Se estima que la grafía
jeroglífica comenzó a utilizarse, de forma habitual, hacia 5300 a. C., cuando
aparecía la escritura cuneiforme en Mesopotamia.
La sorprendente evolución científica y
tecnológica de los dos últimos siglos ha tenido su soporte más reciente en:
Primero. La maravilla de las comunicaciones, a través de
la informática. La noticia médica ha
mostrado un despliegue informativo tal, que su selecto saber, circunscrito,
otrora, a los círculos cerrados de la academia, trascendió al público en
general, convirtiendo la medicina en ciencia universal. Mundo fantástico al que
tienen acceso todos los hombres.
Segundo. La espectacular herramienta cibernética hizo
posible la consolidación del Proyecto Genoma Humano que ha permitido la síntesis
artificial del cromosoma humano y la completa identificación del genoma humano,
el mapa genético; con sus incalculables repercusiones, más allá de sus
aplicaciones en el área de la medicina.
Orgullosos debemos sentirnos si, en fortuna, testigos
de nuestro tiempo, somos actores vivos, también, de este acontecimiento.
Ejecutantes de una práctica profesional con equipamiento computarizado, que
supera, con creces, lo rudimentario de los obsoletos equipos manuales y
mecanizados de antes y el obvio beneficio de un mejoramiento en la calidad de
la prestación del servicio de salud en: prevención, diagnóstico, tratamiento y
rehabilitación de las enfermedades. Beneficiarios privilegiados de la
tecnología de punta, cibermedicina, que se ha dado en la atención médica en las
últimos 5 décadas en:
·
Cirugía microscópica,
videolaparascópica, by pass coronario, trasplantes, cirugía ortopédica de
reemplazos articulares.
·
A partir de
la década de los 70 el auge de la imagenología: tomografías computadas,
scanners, angiografías, resonancia magnética nuclear, ecografías por
ultrasonido, dopplers, etc.
·
De las salas
de cuidado intensivo, consideradas “Hospital Modelo” y cuidado postquirúrgico. Superadas
las lecturas clínicas fundamentadas en el fonendoscopio de Laenec, el tensiómetro
de Riva Rocci y el electrocardiograma de Eintoven la cardiología, por ejemplo,
ha evolucionado a las angioplastias, by pass, stent, marcapasos, el desfibrilador etc.
·
En medicina
reproductiva, manipulación genética de embriones. Medicina regenerativa,
medicina paliativa, medicina forense y en la docencia e investigación biomédica.
·
Anterior a la
cibernética grandes hitos de la medicina estuvieron marcados por la invención
del microscopio (Leeuwenhoek) que permitió avances en el estudio de la célula y
su metabolismo, la citología (Malphigi). Al mismo tiempo, con el estudio de
esta, conocer los desórdenes origen de las enfermedades, la histopatología
(Virchow). Trascendental, en este campo,
conocer la estructura del ADN (Watson y Crick) que sentaron las bases del Proyecto
Genoma Humano.
·
Algunos, consideran
el hecho más sobresaliente de la historia de la medicina el descubrimiento de la
vacuna por Andrew Jenner en Inglaterra. Sostienen que, este recurso preventivo
y terapéutico ha logrado salvar más vidas como ningún otro progreso del saber
médico.
·
El quinteto
constituido por: a. antibióticos, a partir del descubrimiento de la penicilina
(Fleming), b. esterilización (Pasteur) c. transfusiones (Landsteiner), d. anestesia
(Morton) e. rayos X (Curie), en suma, marcan el impulso y esplendor de la medicina,
en las dos últimas centurias. Los sorprendentes adelantos en el campo de la
cirugía.
En la década de los 60, cuando cursaba estudios
universitarios, se consideraba que vivíamos una época luminosa de la medicina,
dotados tan solo, de: fonendoscopio, tensiómetro, martillo de reflejos y un
juego de órgano de los sentidos. “Tiempos donde parámetro valioso para medir la
calidad de un cirujano, por ejemplo, se estimaba por el tamaño de la incisión
“Cirujano grande incisión grande”. Muchas intervenciones programadas se
tornaban interminables, por el criterio mutilante que predominaba en la
práctica quirúrgica de la época. En contraposición al actual concepto de
“Cirugía mínima invasiva”. De otro lado,
por la carencia del bisturí eléctrico, y de electrocoagulación la hemostasia se
ejecutaba mediante dispendiosa ligadura de los vasos sanguíneos con catgut
simple o seda”[iv].
EL FRACASO DE
LA MEDICINA. Hace 2.500
años, Hipócrates consideraba la práctica de la cirugía como el fracaso de la
medicina, lo mismo podríamos pensar en consecuencia, si en pleno siglo XXI el
tratamiento fallido del dolor del cuerpo sigue siendo enorme frustración no
solo de las especialidades médicas en relación con la algesiología, sino
también de la erudición médica en general. A pesar de la ingente tarea cumplida
por los prohombres de la ciencia médica; de la anestesiología, en particular, en
la obtención de la máxima analgesia posible.
El respeto por la vida ha sido consigna ética
primordial de la medicina en todos los tiempos; así, está señalado en el
juramento hipocrático, desde hace 2500 años, cuando condena en forma taxativa
el aborto y la eutanasia.
El gran desarrollo alcanzado por el arte médico ha
consentido no solo la protección y defensa de la vida, sino también la
producción de vida por técnicas de reproducción asistida y lo más
extraordinario la creación de vida humana a partir del diseño de una célula
artificial, in vitro. Hecho extraordinario del que la ciencia médica se ufana y
canta victoria.
Sin embargo la mayor afrenta a lo largo de su
evolución histórica es que paradójicamente, también, sus practicantes, sus
investigadores en particular, a nombre y en un supuesto beneficio de la
ciencia, que no de la humanidad, se haya prestado para destruir la vida misma:
desde los tiempos más remotos, pasando por el genocidio médico-nazi, el Caso Tuskegge
para mencionar, solo, dos de los más
sonados, hasta nuestros días, cuando
vivimos bajo el imperio macabro de la eutanasia, que justifica esta destrucción. Monstruosa ignominia pesa sobre la profesión médica
que se ha prestado, en cumplimiento de leyes que vienen de afuera del mandato
interno de su organización, de sus propios códigos éticos, para deshacer vidas,
acabar la vida. mediante una formula terapéutica que suprime el dolor
intratable con el remedio de la muerte.
No quisiera imaginarme en mis clases de
anestesiología y Bioética indicándoles a mis alumnos los últimos medicamentos, los más
recientes adelantos científicos en el manejo del dolor crónico e intratable. Y
en cumplimiento de un protocolo curricular, de una carta descriptiva, sujeta a
las disposiciones del Ministerio de Protección Social, enseñarles teoría y
práctica de una técnica eutanásica, es decir, teoría y práctica del sofisticado
arte de quitar la vida para suprimirlo.
TEOBALDO CORONADO HURTADO
Barranquilla noviembre 30 de 2017
[i] Rifkin Jeremy. El
siglo de la Biotecnología, Crítica, Barcelona, 1998.
[iii] J. Ferrater Mora, Diccionario
de Filosofía, Editorial Ariel, Barcelona, 1994; p. 1158 – 1159,
[iv] Coronado
hurtado T, La Hora del Sosiego, Uniediciones Bogotá, 2011, p. 46
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