PRIMERA MUJER MÉDICO EN LATINOAMERICA
Reconstrucción realizada por la policía de Cuba muestra cómo pudo ser el rostro de Enriqueta Favez. (Foto: Cortesía de Julio César González Pagés) |
PRIMERA MUJER
QUE, VESTIDA DE HOMBRE, EJERCIÓ LA MEDICINA EN LATINOAMÉRICA.
Cuando el buque con destino a Nueva
Orleans zarpó de La Habana a mediados de 1824, la doctora Enriqueta Favez
dejaba atrás las costas de Cuba, su pasado viril, un escándalo y un amor.
Cuando lo amenazaron con examinar su
cuerpo y pasearlo desnudo por las calles de Santiago de Cuba, el respetable
doctor Enrique Favez no tuvo otro remedio que confesar su secreto mayor.
Había llegado a la isla cuatro años
antes, en 1819, procedente de la colonia francesa de Guadalupe.
De su pasado se sabía poco: que había
nacido en Lausana, Suiza el 1 de abril en 1791. Era hija de Louis Elie Favez y
Jeanne Elisabeth Cavent. Estudió medicina en Francia, fue médico de guerra y
soldado en el frente de campaña de Napoleón, hasta que fue capturado y hecho
prisionero por las tropas vencedoras del duque de Wellington.
Liberado poco tiempo después, pero
derrotado, sin rumbos, y con su título y su pasado guerrero a cuestas, decidió
cruzar el océano en busca de mejor fortuna.
Y en el oriente de Cuba la había encontrado: para
1823 ya era un renombrado cirujano, se había casado por la iglesia con una
lugareña, una tal Juana de León, y llevaba una vida holgada y respetable,
aunque salpicada por rencillas y altercados resultados de los usos y abusos del
alcohol.
Pero esa no era la causa por la que
el doctor Favez había sido llevado a los tribunales de Santiago de Cuba y por
la que esa tarde del 6 de febrero de 1824, un grupo de médicos le amenazaba
practicarle el examen físico ordenado por el juez y luego hacer de su cuerpo desnudo
una carnada para la burla y el escarnio.
El verdadero motivo era una denuncia
en su contra presentada por su propia esposa, que aseguraba que el respetado
médico, el venerado cirujano de Baracoa, el fiel marido de Juana de León no
era, en realidad, lo que decía ser.
Cuando los médicos y los agentes de
policía se preparaban para comenzar el examen, Enrique Favez trató de impedirlo
y contó su dolorosa verdad a viva voz.
Pero fue inútil: los médicos y
guardias lo desnudaron y revisaron su cuerpo, parte por parte, con cuidadosa
minuciosidad.
En el informe del proceso judicial,
que aún se conserva en el Archivo Nacional de Cuba, todavía pueden leerse los resultados de aquella inspección.
La persona examinada "se hallaba
dotada de todas las partes pudendas propias del sexo femenino", por lo que
era "real y perfectamente mujer".
El doctor Enrique era, en realidad,
Enriqueta Favez.
- La primera doctora de América -
No se sabe en qué momento exacto la mujer dejó de identificarse a sí misma como tal.
No se sabe en qué momento exacto la mujer dejó de identificarse a sí misma como tal.
El historiador cubano Julio César
González Pagés, autor de Por andar vestida de hombre, la más completa
investigación sobre la apasionante vida del personaje, lo ubica en algún punto
a inicios del siglo XIX.
"Hay documentación histórica que
muestra que Enriqueta estuvo casada con un soldado del ejército de Napoleón,
que murió. Tuvieron un hijo, que también muere a los pocos días de nacer. A
partir de entonces, es que comienza a vestirse de hombre y asumir una identidad
masculina", cuenta a BBC Mundo.
Con pantalones y traje militares,
Enriqueta siguió a su marido en la guerra y luego, cuando éste murió en la
batalla, ella tomó su posición en la línea de combate.
Aún vestida de hombre, estudió
medicina en la Universidad de París, una profesión destinada exclusivamente a
los hombres, y sirvió como doctor durante la campaña rusa de la guerra
napoleónica, según la investigación realizada por el cubano Antonio Benítez
Rojo para su novela biográfica Mujer en traje de batalla.
"Cuando viaja a América ocurre
un proceso muy interesante, porque se convierte en la primera mujer en ejercer
la medicina no solo en Cuba,
sino también en América Latina", asegura González Pagés.
De hecho, Elizabeth Blackwell, la
británica reconocida internacionalmente como la primera mujer en practicar la
medicina en el continente americano, nació en 1821, cuando ya Favez consultaba
y operaba a sus pacientes en el oriente de Cuba.
"Otro elemento destacable de
esta mujer en su profesión es que era cirujana. Cuando hace el examen para
revalidar su título ante el Protomedicato de La Habana se convierte, además, en
uno de los tres únicos médicos cirujanos en el área del Caribe en esa
época", añade el historiador.
- Amante y esposa -
Pero las marcas que dejó para la historia Enriqueta Favez no quedaron solo en ser la primera doctora de América.
Pero las marcas que dejó para la historia Enriqueta Favez no quedaron solo en ser la primera doctora de América.
Su relación con Juana de León y la
boda de ambas ante los altares y con los ritos de la Iglesia católica,
supusieron también un antecedente inusitado para la época, para la región y
para la historia.
"Hasta donde se conoce no había
antecedentes públicos de lesbianismo en América Latina y son también las
primeras mujeres que se casan bajo los oficios de la iglesia en toda
Hispanoamérica", señala González Pagés.
En Cuba, no obstante, las diferentes investigaciones que se hicieron
sobre el personaje intentaban justificar que no se trataba de una lesbiana,
según el investigador.
"Cuando se lee el expediente del
juicio al que la sometieron y las cartas entre ella y su esposa que fueron
vendidas después, no queda duda que entre las dos había una auténtica relación
lesbiana de mutuo consentimiento", asegura el investigador.
Sin embargo, fue la propia Juana
quien entregó a su esposo a las autoridades.
¿Por qué?
González Pagés considera que se trató
de una razón social.
"Al parecer, una empleada de la
casa llegó un día y vio a Enrique borracho sobre la cama, con la camisa
desabotonada y le vio los senos. A partir de ahí, se comenzó a difundir el
rumor y parece que Juana, ante el temor de lo que le pudiera pasar y de las
presiones de su propia familia, decidió denunciarla", explica.
En la denuncia, conservada en el
Archivo Nacional de Cuba,
Juana de León argumentó que se casó con Enriqueta por las "circunstancias
de orfandad y desamparo en que se veía", aunque le fue imposible
"sospechar que los designios de ese monstruo fuesen dirigidos a profanar
los sacramentos".
Acusó a Enriqueta de haber consumado
"artificialmente" el matrimonio en forma "que la decencia no
permite referir" y que se había aprovechado de ella "del modo más
cruel y detestable, abusando de su buena fe, candor e inexperiencia".
González Pagés, cree que las razones
de Juana estuvieron más bien basadas en el temor.
"Si en el siglo XXI, asumir la
sexualidad es algo que todavía cuesta en muchos lugares de América Latina,
imagina en el siglo XIX. Es una decisión contradictoria la de Juana de León,
pero comprensible", asegura.
Tras el largo proceso judicial,
"el más escandaloso de Cuba en
el siglo XIX", según Pagés, Enriqueta Favez fue expulsada de forma
definitiva de todos los territorios de España en América.
- De Enriqueta a sor Magdalena -
Cuando el buque con destino a Nueva Orleans zarpó de La Habana a mediados de 1824, Enriqueta Favez dejó atrás las costas de Cuba, un oscuro pasado, un escándalo sexual y una trágica historia de amor.
Cuando el buque con destino a Nueva Orleans zarpó de La Habana a mediados de 1824, Enriqueta Favez dejó atrás las costas de Cuba, un oscuro pasado, un escándalo sexual y una trágica historia de amor.
Nadie fue a despedirla al puerto.
Su rastro se perdió en la historia
hasta muchos años después, cuando una carta, remitida por una tal sor
Magdalena, cruzó en barco la ruta de Nueva Orleans a La Habana y luego, siguió
el trote de los caballos del Correo Real hacia Baracoa.
Pero Juana de León, la destinataria
del documento había muerto tiempo antes.
Sor Magdalena, la monja médica que se
había presentado primero como partera en Veracruz y que luego atendió a los
enfermos en la congregación de las hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl,
nunca supo si su envío había llegado o no a su destino.
Tal vez, pensó en su pasado y
entendió que había razones para que esa carta, una carta desesperada de amor,
en la que suplicaba ver de nuevo a su esposa, nunca fuera respondida.
"Una de las opciones que le dan
que se libere de este pecado es entregando su vida a la Iglesia y a partir de
entonces se dedica a cuidar a los enfermos. Pero siguió, lógicamente siendo
lesbiana, y está documentado que intentó volver a Cuba para volverse a encontrar con su esposa", afirma
Pagés.
Pero Enriqueta Favez nunca volvió a
pisar isla.
Murió en 1856, vistiendo los hábitos
de las hijas de la Caridad y fue enterrada con ritos católicos en el cementerio
antiguo de Nueva Orleans.
Cuando en el 2005 el huracán Katrina
cruzó Guadalupe, devastó el oriente de Cuba y siguió su paso imparable hacia Nueva Orleans, en una
ruta similar a la seguida por Favez en su paso por América, destruyó su tumba y
con ella, uno de los últimos recuerdos de una de las mujeres más sorprendentes
que marcaron la vida del continente en el siglo XIX.
Barranquilla marzo 3 de 2018.
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