90. CARDIOESCLEROSIS. CRISIS DE LA TERNURA.
CARDIOESCLEROSIS
CRISIS DE LA
TERNURA.
INTRODUCIÓN.
Vivimos tiempos en donde la agresividad, salvoconducto del que se considera más
fuerte, característica propia del irracional mundo animal, del reino de la
selva, por igual se manifiesta en el ámbito social, en el reino de las personas
que se suponen racionales, en el mundo civilizado.
Gritos
escandalosos sin motivos, agravios sin justificación; calumnias mal hirientes, malquerencias familiares, discusiones
partidistas, deportivas y religiosas violentas, rayanas en el fanatismo; mal genio de servidores públicos y privados, tergiversaciones de la prensa, vulgaridad y
pornografía de la radio, conductas
desafortunadas, inmorales, de líderes y
dirigentes, competencia desleal en los negocios y profesiones, silencio cómplice ante los corruptos de todos
los pelambres, insultos al honor y buen
nombre a través de redes sociales. En fin,
relaciones interpersonales y profesionales marcadas por la mordacidad y la
antipatía. Lugar común de todas estas acciones causticas es la falta de
cortesía, con el consiguiente irrespeto por los demás.
El
desconocimiento de una alteridad, es decir, la aceptación de un tú en el otro;
la ausencia de solidaridad en un nosotros, nos ha conducido a una terrible
incompetencia para la humanizante actitud amorosa. En términos patológicos el
Papa Francisco lo atribuye a una “cardiosclerosis”[i].
“Crisis de la ternura”, me atrevo a llamarla de mi parte. Discapacitados, por lo tanto, para la praxis
del amor hemos renunciado a su ingrediente básico: la ternura, que la nutre como sagrado principio
de la caridad. “No hagas con otro lo que
no te gustaría hicieran contigo y con los tuyos”.
GESTOS DE
TERNURA. Nos da miedo manifestar lo
tanto que nos queremos en el trato rutinario a través de un simple saludo, por
ejemplo. Dispendioso resulta decir: Buenos días. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?
Gracias, Dios le pague. Dios te bendiga. Permiso. Perdón. Lo siento. Me equivoqué. Que
te vaya bien. Te quiero.
Pareciera
cosa de tontos, de gente blandengue: intercambiar
amistosas caricias, besos y abrazos, sin morbosidad. Mostrar el rostro
sonriente. Estrechar, efusivos, la mano, dar la mano. Mirar fijamente a los
ojos y no al móvil ni al computador. Oír
con atención. No levantar la voz. Llamar
para saludar o felicitar. Ser compasivos con palabras de consuelo, una voz de estímulo
o un mensaje optimista. Ejercer, el arte comunicante de la conversación.
En fin,
tantos gestos de comprensión, de aceptación que ayudan a acortar distancias a
nivel familiar, mejorar relaciones laborales, reducir conflictos entre
comunidades, contrarrestar los enfrentamientos sociales. Expresiones empáticas que
nos acercan como hermanos en vez de separarnos.
En momentos
que más afloran los sentimientos gozosos del amor o los tormentosos del dolor
es cuando la mágica fuerza de la ternura realiza el milagro de sublimarlos en
unos y de mitigarlo o de sanarlo en los otros.
En cumplimiento
de las obras de misericordia encontramos el espacio preciso en que el ejercicio
bienhechor de la ternura alcance su máxima realización. “Obras son amores que no buenas razones” dice
el refranero popular.
OBRAS DE
MISERICORDIA
I.- CORPORALES:
1) Visitar a los enfermos
2) Dar de comer al hambriento
3) Dar de beber al sediento
4) Dar posada al peregrino
5) Vestir al desnudo
6) Visitar a los presos
7) Enterrar a los difuntos
II.- ESPIRITUALES:
1) Enseñar al que no sabe
2) Dar buen consejo al que lo necesita
3) Corregir al que se equivoca
4) Perdonar al que nos ofende
5) Consolar al triste
6) Sufrir con paciencia los defectos
del prójimo
7) Rezar a Dios por los vivos y por
los difuntos
LA TERNURA
UN ESTILO DE VIDA. La ternura nace con
nosotros. En el niño que somos alcanza mayor plenitud, para perderla en el
decurso de los años por una cultura, por una educación que considera la
delicadeza del talante infantil inadecuada para la edad adulta. Nos produce sinsabor,
cuando mayores, ser tiernos, ser delicados, ser sensibles.
Cuando
percibimos que todavía tenemos algo del niño que quedó atrás ya estamos viejos,
cansados y perdida la capacidad para el asombro, para lo maravilloso que tiene
la vida. Pero, nunca es tarde para ser niños y gracias a la bendita condición de
ser abuelos logramos ese reencuentro fantástico en comunión con nuestros nietos
queridos.
El machismo
– sexo, poder y consumismo - de hombres y también de mujeres, es fermento de
este modo de ser alienante de la condición humana que ha tirado por la borda la
bondad propia de su naturaleza intrínseca.
De esta
forma la ternura, contraseña de un estilo de vida romántico, manifestación noble
de la humana naturaleza, de la humanidad, no tiene cabida en el trato entre
sujetos semejantes, entre congéneres, cuando paradójicamente abogamos, con ahínco,
por el justo buen trato a los animales, a la animalidad.
La crisis de
la ternura corre paralela, sin lugar a engaños, a la crisis del amor. El
romanticismo, heredado de nuestros mayores, ha sucumbido ante una sociedad
idiotizada por las radiaciones que emiten, epidémicas, las pantallas multicolores
de televisores, computadores y celulares. Ya Einstein lo había vaticinado: “Temo el día en que la tecnología sobrepase
nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas”.[ii]
Toca aceptar,
con pesar, que los románticos que todavía creemos en el goce estético de la
ternura, somos especie en vía de extinción.
REVOLUCIÓN DE LA TERNURA. Ante la
crisis mundial de la ternura el Papa Francisco ha hecho llamado urgente a la “Revolución de la Ternura” durante
discurso dirigido a dirigentes de Cáritas Internationalis en 2016. En palabras
del sumo pontífice ¿Qué es la ternura? Es
el amor que se hace cercano y concreto. Es un movimiento que procede del
corazón y llega a los ojos, a los oídos, a las manos. La ternura es usar los
ojos para ver al otro, usar los oídos para escuchar al otro, para oír el grito
de los pequeños, de los pobres, de los que temen el futuro; escuchar también el
grito silencioso de nuestra casa común, la tierra contaminada y enferma. La
ternura consiste en utilizar las manos y el corazón para acariciar al otro.
Para cuidarlo. La gran enfermedad de hoy es la “cardiosclerosis””, por eso se
necesita “una revolución de la ternura”. [iii]
Un año
después, agosto de 2017, presidentes y secretarios ejecutivos de las 22 Cáritas
de la región latinoamericana firmaron el “Pacto
de la Ternura” en el marco de la Asamblea Regional realizada en El
Salvador.
HUELLAS DE
TERNURA. De esta reunión, con el auspicio del Consejo Episcopal Latinoamericano
(Celam) y otras organizaciones, a través del Programa Centralidad de la Niñez, surgió
la idea de realizar una primera caminata por América Latina y el Caribe llamada
“Huellas de Ternura” que arrancó el
ocho de junio de 2018 desde Tijuana (México) y San Diego (Estados Unidos) hacia
el sur del continente para finalizar en junio de este año 2019 en la Patagonia
(Argentina).
“Necesitamos
a Todo el Mundo: Cero Violencia, 100% Ternura”, es consigna de esta
caminata con miras a sensibilizar respecto al flagelo de la violencia en todas
sus manifestaciones; contra la niñez en particular. “Embajadores
de la Ternura” viajan por todo el continente portando un “barrilete de
Colores”, como expresión pascual del triunfo de la ternura en América Latina.
Barranquilla
marzo 16 de 2019
Teobaldo Coronado
Hurtado
[i] http://www.ansalatina.com/americalatina/noticia/papa_vaticano/2016/11/17/revolucion-de-ternura-contra-cardioesclerosis_c6a2798a-edd9-4451-91b0-c2f6b50928c1.ht
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