CARTA A MIS ALUMNOS




CARTA A MIS ALUMNOS


CEREMONIA DE IMPOSICIÓN DE LA BATA BLANCA
 ESTUDIANTES X SEMESTRE. 2016-2
 FACULTAD DE MEDICINA
UNIVERSIDAD LIBRE. SECCIONAL BARRANQUILLA
Barranquilla noviembre 18 de 2016.


RESUMEN
Carta a mis alumnos es una reflexión, tras la tradicional ceremonia de imposición de la bata blanca, sobre su emblemático significado como investidura que dignifica la condición profesional y personal de ser médico.
La carta expresa el sentimiento del profesor que, en nombre de la Universidad, de sus directivos y docentes, se regocija con la culminación del ciclo curricular previo al internado, de sus alumnos. Les recuerda el gran compromiso de seguir estudiando y ser buenas personas ante la inmensa responsabilidad que adquieren como profesionales de la salud.

PALABRAS CLAVES. Bata blanca, internado, Ser médico, buena persona.

ABSTRACT
Letter to my students is a reflection, after the traditional ceremony of imposition of the gown white, on its emblematic meaning as investiture that dignifies the condition professional and personal of be medical. In its content this letter express the feeling of the professor that, in name of the University, of its managers and teaching, is rejoices with the culmination of the cycle curriculum prior to the interned, of their students. It reminds them of the great commitment to continue studying and being good people to the immense responsibility that acquire as professionals of health.

WORDS KEY. Medical gown, interned, to be a doctor, good people.

INTRODUCIÓN. El poder avasallante de las redes sociales, el vértigo y brevedad del Facebook, WhatsApp y Twitter, para mencionar las más populares, han llevado al ocaso el recurso más expedito que tenía la gente de antaño para comunicarse; en especial, con los seres queridos: el género epistolar. Era a través de una carta manuscrita como se mantenía la relación amorosa con la novia distante, con los padres lejanos, al partir a estudiar fuera del terruño, o el cordial contacto con familiares y amigos.

Cerca de mi ustedes, no tanto en la distancia, como en el cariño y el aprecio.  Que han tenido la amabilidad de escogerme, entre sus docentes, para que pronuncie unas palabras en esta, ya tradicional, ceremonia de Imposición de la Bata Blanca.

He querido complacerlos escribiéndoles, por lo tanto, una carta, que, en la sinceridad de sus palabras, lleva implícito el sentimiento del maestro, del padre intelectual que experimenta enorme orgullo por la gesta admirable de sus alumnos cuando abandonan las aulas de su claustro unilibrista, para adentrarse en los sanadores pabellones hospitalarios de todas las regiones del país.

Apreciados alumnos
Insignificante, ha sido, lo que he podido enseñarles durante su paso por mis asignaturas.  De eso soy consciente, dado mi escaso saber, ante la inmensidad del universo médico por conocer. Con decirles, cada vez asisto a un congreso o simposio científico sufro grande desencanto al reconocerme ignaro en la ciencia médica, todo ello, tras 45 años de ejercicio profesional como anestesiólogo y 47 de haber recibido el título de médico en la Universidad de Cartagena. Y la mayor parte de mi periplo existencial dedicado a la docencia.

Se decía, en mis tiempos de estudiante, que los conocimientos médicos se renovaban cada 5 años. Por el auge grandioso, sorprendente, de la ciencia y la tecnología, de la que ahora en suerte nos beneficiamos, me atrevería a señalar que el conocimiento médico se renueva minuto a minuto, gracias al recurso inobjetable de la cibernética. Recuerdan ustedes, en la clase de bioética, afirmo un tanto al desgaire, que hemos evolucionado del homo sapiens al homo ciberneticum.

Pretendo, queridos y jóvenes galenos, con esta breve introducción, llamar en forma respetuosa su atención, para expresarles que más allá del simple discernimiento teórico es preciso alcanzar una sabiduría práctica, solo posible,  a través de la experiencia; no solo profesional, sino como personas, es decir, una experiencia ética, reflejada en un comportamiento sustentado en la práctica de las virtudes.

Dispendioso y a la vez gratificante el camino que ustedes, ilusionados, inician con este solemne ritual de imposición de   la bata blanca:  símbolo excelso de la jerarquía intelectual y pulcritud moral del médico. “Viviré y practicaré mi arte de forma santa y pura”.  Nos ordena el juramento hipocrático. Ese sin más preámbulos, el compromiso contraído por el médico al ostentar la nívea investidura en su actividad asistencial.

Ahora bien, la experiencia sin reflexión es vacía, tiene que estar impregnada de un pensamiento teórico y del buen ejemplo para que en verdad sea pedagógica y constructiva. De allí que el médico, no obstante, los años trascurridos de labor profesional, nunca pierde su condición de estudiante y el imperioso deber de ser buena persona. Howard Gardner anota que: “Las malas personas no puedan ser profesionales excelentes. No llegan a serlo nunca. Tal vez tengan pericia técnica, pero no son excelentes”.[i]

“Saber bien y hacer bien” fue consigna que inculqué una y otra vez en mi cátedra, que en esta preciosa ocasión renuevo. Es improbable alcanzar la sabiduría práctica sin saber bien el arte prodigioso de la medicina. Un proceder empírico deshonra la blusa blanca que a partir de hoy ustedes lucirán ufanos como dignos y auténticos representantes de la profesión. “Pues ser médico, es mucho más que ser un mero dispensador de píldoras o un carpintero médico que remienda y compone carnes y almas rotas. El médico es una piedra angular de la sociedad humana y un intermediario entre el hombre y Dios[ii],  advierte el español Félix Martí Ibáñez.

Pensar que, solo la posesión del diploma es suficiente y definitivo, equivoco garrafal, porque el cartón y la tinta de que está hecho el diploma no cura ni sana. Son criterios clínicos acertados, adquiridos tras la consagración al estudio, más el indispensable contacto con el paciente, los que hablarán de su idoneidad cuando les toque enfrentar una sociedad cada vez más exigente en la calidad de la atención de salud.

 Entran ustedes, estimados discípulos, en la última fase de su currículo académico para recibir, dentro de un año, el honroso título de médico. 

¿Qué significa ser médico?


Ser médico en su acepción ontológica más pura significa ser hombre.
En su origen griego: mederi, significa “el que se preocupa de, el que tiene alguien a su cuidado” en su derivación latina: medicus, “el que cuida del otro”. De tal manera que el médico es un hombre que se preocupa por los otros hombres, que cuida de los otros hombres en condición de paciente.
A “consagrar su vida al servicio de la humanidad” se comprometerán ustedes bajo juramento el día anhelado de su graduación.

Este significado va implícito en la definición de relación - médico paciente de Weisaecker. “El paciente una persona que necesita ayuda, el médico la persona capaz de dar esa ayuda”[iii]. “El hombre, en esencia, que palpita y vibra en la estructura académica y clínica del médico es en verdad lo primordial de su ser, es el soporte de su ser científico. Al mismo tiempo que arte ciencia y tecnología los pacientes a su cuidado esperan responsabilidad, respeto y consideración…. La relación médico paciente hecho clínico sobre el que descansa la actividad asistencial más que un contrato desde el punto de vista jurídico o intercambio de dos personas distintas en el campo de la psicología es en su contenido humanístico más amplio un pacto de amor”.[iv]
“Donde hay amor a los hombres hay amor al arte médico”. Nos exhorta el padre de la medicina desde hace 2.500 anos.

En sus rostros iluminados, en su espontanea sonrisa, se refleja la carita feliz de los vencedores. ¡Qué alegría! ¡Cuánta satisfacción!
Ustedes lo son.  Han logrado con sumo esfuerzo y dedicación subir al podio donde colocan la camiseta blanca a los ganadores en la difícil y competida carrera médica, preliminar al premio de montaña que les espera en la etapa última del internado.

No creo, nadie les aguante el viaje hacia la meta final y jubilosos alcanzarán la gloria de los que, con constancia, instinto de superación y coraje no se rinden. No han claudicado ustedes ante las dificultades de un largo proceso curricular para lograr, Dios mediante, en el 2017, la presea académica que los enaltece como médicos. Otorgada ¿por quién? nada más y nada menos que La República de Colombia y en su nombre nuestra benemérita Universidad Libre.

En el rostro de sus padres, igual, se palpa la dicha, la Universidad Libre, sus directivos, se honran de haberlos tenido en su seno y sus profesores los consideramos meritorios continuadores del oficio hipocrático.

Espero guarden esta sencilla carta como apuntes de la última lección recibida de este humilde profesor de anestesiología y bioética. Fue mucho lo que de ustedes aprendí, pero sobre todo me contagiaron de esa envidiable e impetuosa juventud que les adorna la existencia; tanto que,  todavía sigo soñando, todavía sigo creyendo en el amor.
 Si, todavía sigo creyendo en el amor a la vida y en el amor a mi profesión.

Los invito, pues, a que celebren altivos y con ganas, …  el futuro les espera. Los mejores días están por venir. Dios los bendiga.
Barranquilla noviembre 18 de 2016. 

CITAS BIBLIOGRÁFICAS



[i] Howard Gardnerhttp://m.panorama.com.ve/movil/noticia.html
[ii] Martí Ibáñez Félix, Revista MD, Ser Médico, New York, p.2, 1964
[iii] Weizsacker Víctor, Escritos de Antropología Médica, Editorial del Zorzal, México, p. 89, 2010
[iv] Coronado Hurtado T. Ser Médico, Uniediciones, Bogotá, p.21-23, 2007


 TEOBALDO CORONADO HURTADO

Médico Cirujano.
Especialista en Anestesiología y Reanimación.
Magíster en Filosofía con énfasis en Ética y Filosofía Política.
 Cátedras de Bioética, Anestesiología y Reanimación. tcoronado@unilibrebaq.edu.co

Comentarios

Entradas más populares de este blog

CUARENTA ANOS DEL SEGURO SOCIAL - HOSPITAL DE LOS ANDES

MEDICINA. UNILIBRE BARRANQUILLA Bodas de Oro

ENTREVISTA A DOCTOR LUIS PADILLA DRAGO