SALUD Y FILOSOFÍA


SALUD Y FILOSOFÍA

Sede  Organización Mundial de la Salud, OMS. Ginebra, Suiza. 


INTRODUCIÓN. La palabra salud deriva del latín salus con igual significado que salvatio, es decir, “estar en condiciones de poder superar un obstáculo”. Salus es nombre femenino que corresponde en griego a la diosa Hygieía hija de Asclepios, Esculapio en latín.  
Salus se relaciona con la prevención de la enfermedad; Hygieía con la curación o higiene y su hermana Panacea es diosa que todo lo cura con medicamentos para recuperar la salud.

En la Enciclopedia de Bioética de Georgetown University, Washington, USA, se encuentra la definición más ampliamente aceptada de Bioética como: “El estudio sistemático de la conducta humana en el ámbito de las ciencias de la vida y de la salud, analizados a la luz de los valores y principios morales”1. En esencia esta definición tiene una perspectiva objetiva de los conceptos de salud y vida cuando los aboca como ciencia.
Mi intención, en principio, es hacer una reflexión desde un punto de vista subjetivo: la salud como resultante del comportamiento humano, determinante de la condición o modo de ser humano, un estatus humano. En este sentido salud es equivalente a vida si nos atenemos a la vieja sentencia de: “La salud es la vida en el silencio de los órganos”2, según el cirujano francés René Leriche (1879-1955). De allí que la Bioética en sus competencias: ya como microbioética o en un campo más global como macrobioética, según clasificación de Mainetti, encaje el tema de la salud dentro de su principio fundamental por el respeto a la vida y no solo la vida humana, todo lo viviente.

SALUD. DEFINICIÓN. Cierto es, en la realidad existencial, que: ni estamos totalmente sanos, ni estamos totalmente enfermos. La finitud del ser hombre, que surge de la fragilidad propia a su naturaleza constitutiva, fundamenta la realidad de esta dualidad. A partir de la cual encuentro razón válida a quienes critican la definición de la Organización Mundial de la Salud, OMS, sobre lo dogmático de la palabra “completo” en relación con el término bienestar. “La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de enfermedad o dolencia”3.
 Según la Real Academia de la Lengua Española4 algunas acepciones de completo, son:
1.  Acabado, perfecto, absoluto, con todas las peculiaridades que lo distinguen;
2.  Entero, total, con todas las partes que lo componen.
Se puede deducir, entonces, que la definición de salud de la OMS es utópica. No existe, ni ha existido un ser humano con una salud acabada, perfecta, absoluta entera y total.
Dos condiciones, además, van implícitas en este concepto:
1.  Bienestar físico, mental y social;
2.  Ausencia de enfermedad o dolencia.
Lo contrario a bienestar es malestar que no es lo mismo a ausencia de enfermedad, según el concepto autorizado de la OMS.

¿Qué diferencia existe, entonces, entre malestar físico – psíquico, social y enfermedad?
¿Estar mal física, psíquica y socialmente no conlleva acaso, en la realidad, la producción de enfermedades?
¿La enfermedad, el dolor y el sufrimiento no dan, acaso, origen a malestar físico, psíquico y social?

 Es imposible disfrutar de bienestar completo si estamos enfermos y si nos sentimos enfermos tampoco estamos bien, es decir, no poseemos bienestar. Para concluir que la definición de la OMS además de utópica es redundante.

TOTALIDAD BIOPERSONAL. El decurso histórico de la filosofía, desde la antigüedad hasta nuestros días, ha centrado mayor parte de su discurso sobre la idea de felicidad en su más preclara consideración de lo placentero: del goce de los sentidos, vida de cuerpo, por un lado y del goce de las facultades intelectuales, vida del espíritu,  con base en el uso de la razón,  por otro. La doble satisfacción de estos componentes determina, a la postre, lo deseable del hombre en su totalidad bio-personal; por ende, su ausencia  conllevaría  una disposición malsana. Los sujetos depositarios de ambos componentes son dignos de la vida. Los carentes de alguno de ellos, en especial, los incapaces de hacer uso de la razón son indignos de esta, por lo tanto, de disfrutar la existencia; habría que eliminarlos (eutanasia) según la purificadora, eugenésica, doctrina platónica.

En el moderno pensamiento utilitarista la idea de bienestar está asociada a una calidad de vida, en sentido evaluativo5, dependiente de satisfactorio estatus socioeconómico, según la denominación de Diego Gracia, filósofo español. Calidad de vida entendible, entonces, como bienestar material o bienestar del cuerpo. Dentro de este criterio, parece obvio, que mayor calidad de vida trae consigo escenarios de salud favorable o una vida saludable sin que esta condición privilegiada exima de padecimientos orgánicos a todos aquellos que pueden disfrutar al máximo bienes materiales.

El bienestar en su dimensión psíquica conllevaría calidad de vida tanto del espíritu como vida del alma. Exactamente implicaría calidad de vida de la abstracción jurídica filosófica de persona; dada la naturaleza racional del ser humano.

No hay bienestar total, pues, si la calidad de vida no satisface exigencias propias de los deseos corporales o biológicos (J. Bentham) al mismo tiempo que satisfacciones espirituales e intelectuales (S. Mill) que traigan placer a la mente. Los que aplican al pensamiento utilitarista, que tiene sus mayores exponentes en Stuart Mill y Jeremías Bentham, son de esta manera fieles seguidores del filósofo creador de la Academia cuando afirma: “Nunca intentarás curar el cuerpo sin curar el alma, esta es la razón por la que los médicos de la Hélade desconocen la cura de muchas enfermedades, pues ignoran el todo, que también debe ser estudiado. Este, el gran error de nuestros días en el tratamiento del cuerpo humano: los médicos separan el alma del cuerpo”6.

Los actuales avances de la medicina predictiva con sustento en la Genómica (Proyecto Genoma Humano) es probable permitan tener esa buena suerte. Lo que significaría no sufrir padecimiento alguno y lograr así, la inmortalidad. Hacer realidad el superhombre soñado por el sajón Friedrich Nietzsche en el Grito de Zaratustra. Un hombre endiosado que daría fin al Dios humanado de los cristianos.

RIESGO ANESTÉSICO. Como anestesiólogo, siempre, me ha causado curiosidad la clasificación de riesgo anestésico según el estado físico, de la American Society of Anestesiology cuando al definir riesgo I, indica: “Paciente sano”. Comento a mis estudiantes, en la cátedra de Anestesia, que un paciente cuando va a ser intervenido quirúrgicamente, por insignificante que sea el procedimiento, tiene alguna anomalía que justifica la operación y deducir, por consiguiente, que no está sano, es decir sin patología alguna. Querría pensar que es un asunto semántico o de traducción y no de la envergadura lingüística que pretendo señalar. Sin embargo, leamos el texto original: “A Normal healthy patient”7. Literalmente traduce un paciente saludablemente normal. Caso excepcional de paciente saludablemente normal, es válido considerarlo así, a mi modo de ver, el escogido, tras riguroso criterio de selección, como donante vivo para una intervención de trasplante de órganos.

Habría que distinguir entre patología médica y patología quirúrgica. La clasificación de la ASA pretende señalar, así lo hemos entendido los anestesiólogos, que el paciente riesgo I no tiene enfermedad de base, por ejemplo: diabetes o hipertensión, no muestra patología médica. Tan solo presenta un evento nosológico leve o moderado para resolver mediante cirugía. Esto daba a entender la versión original de la ASA8 sobre el riesgo cuando señalaba que: “Clase I. Sin ninguna patología orgánica o pacientes en que el proceso patológico está localizado y no causa ninguna anormalidad o disturbio sistémico”.

ARISTÓTELES. En la hermenéutica aristotélica el concepto filosófico de salud estaría ubicado en la noción de equilibrio; el “justo medio” entre los excesos y los defectos. Salud dependiente de un comportamiento ético que oscila entre una vida viciosa y una vida virtuosa en razón de la flaqueza propia de la complexión humana. Los vicios (malos hábitos) son fuente de enfermedad, así como la virtud (buenos hábitos) trae el beneficio de una vida sana y con bienestar.

La idea de “completo bienestar”, cimiento de la definición más aceptada de salud, implica un estado ideal a alcanzar tanto en la vida corporal, como en la vida del alma. Vida teórica y vida práctica, respectivamente de acuerdo al pensamiento del autor de la Ética Nicomaquea.
El bienestar de la vida teórica o corporal, es decir la salud orgánica, es factible en la medida de una existencia apartada de los vicios. Que la sociedad de consumo, a la que estamos abocados en nuestros días, estimula dentro de una noción de bienestar alimentada del máximo placer posible de los sentidos, tal cual los seres vivos no humanos buscan su complacencia. Mentalidad excluyente, de esta forma, de los placeres fruto de la imaginación, inteligencia y espiritualidad propios de la humana estructura racional. Consumismo nefasto que hace juego, en esta forma, a la economía de mercado, doctrina encanto, de multinacionales de la industria farmacéutica y de la salud. Repudiable estrategia mercantil tras la cual inventan epidemias y nuevos síndromes, convierten el proceso normal de envejecimiento en estado terminal o de desahuciados y patentan vacunas y nuevos medicamentos para satisfacer su voraz apetito capitalista. Son los malos hábitos, estimulante perverso, promotor del desequilibrio consubstancial a la condición anormal de la enfermedad como curso opuesto a lo saludable.

Lejos del narcisismo imperante en nuestro tiempo que procura utilizar y proyectar el cuerpo de forma ostentosa, en culto desmedido a su constitución, a la belleza física; el cultivo de buenos hábitos que aíslan de los vicios destructores de la integridad corporal solo es posible mediante la puesta en práctica de una vida disciplinada. De una disciplina, moderadora de los deseos extremos que conducen al vicio y consolidada con unas acciones personales pródigas en actitudes enriquecedoras de lo espiritual.

KANT. Sobre los deberes que atañen al cuerpo nos advierte Kant: “Ante todo el cuerpo ha de ser disciplinado, porque hay en él principios que afectan a nuestro espíritu y pueden llegar a modificarlo… El espíritu ha de mantener la supremacía sobre el cuerpo de modo que pueda dirigirlo conforme a principios y máximas tanto morales como pragmáticas”9. En la práctica clínica es verificable la bipolaridad espíritu-cuerpo bajo la denominación psiquis-soma y entonces afirmamos en contexto epidemiológico que mayor parte de enfermedades que atentan contra la salud tienen un componente psicosomático; a partir de este principio propiciar una atención integral, en verdad humanizada de la relación médico-paciente.

Para la comprensión de esta dicotomía, además del conocimiento médico, es indispensable la hermenéutica filosófica. “No se es médico mientras no se filosofa”, afirmaba Lobe, el pensador inglés. Así, supieron entenderlo los que fundaron la considerada primera Facultad de Medicina, en la Edad Media, cuando como prerrequisito para ingresar a la Escuela de Salerno el aspirante debía tener mínimo tres años de Filosofía. Asignatura de Filosofía, con énfasis en el estudio de la Ética, con prerrogativa curricular más allá del puesto secundario que hoy en día ostenta; tanto así, que muchos estudiantes la consideran clase de relleno.
 La firme promoción de unos valores éticos está haciendo tanta falta en la formación médica de hoy, que quizá, sea esta la razón, de la lamentable deshumanización de la atención sanitaria.

HOMBRE PRUDENTE. La medicina como ciencia pierde su empeño sanador si al mismo tiempo de la prevención, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad el individuo no aplica a una correcta vida del alma, “Mens sana in corpore sano”10. Si en su modo de ser cotidiano se aparta de los buenos hábitos que hacen de él un ser virtuoso, más exactamente un hombre prudente. Desde la antigüedad griega se ha considerado la prudencia como la mayor de todas las virtudes morales. “La prudencia caracteriza al hombre práctico en la concreción de sus acciones cuando tiene exacta medida del término medio que mejor conviene a sus intereses primordiales: su salud y su vida”11. Cicerón afirmaba. “Que, si la medicina era el arte de curar, la prudencia era el arte de saber vivir”12.

ESTATIZACIÓN DE LA SALUD. El fin de la Medicina ya no es, solo, el individuo enfermo, sino, el colectivo humano para el surgimiento de unas políticas de salud encuadradas en la doctrina de la seguridad social. La estatización de la salud, que ha traído consigo esta política, quitó, a los médicos, su estirpe liberal, el libre ejercicio de la profesión, para quedar convertidos, ni siquiera en trabajadores, sino en sumisos prestadores de servicios.  Idiotas útiles entre el Estado y las empresas, mediante un politizado proceso de privatización de la atención sanitaria.
 Ha perdido el quehacer médico la noble e ilustre condición de profesión liberal para quedar sus practicantes en contratistas unos y en asalariados otros. A la espera de que las EPS e IPS, de nuestra controvertida seguridad social, paguen; cuando les dé la gana. Si es que pagan.

CONCLUSIÓN. El médico, profesional de la salud, gran defensor y promotor de la vida, está llamado a un liderazgo ejemplar, como prototipo por un lado y benefactor por otro, en el alcance del estado de completo bienestar físico, mental y social y no solamente la ausencia de enfermedad, según la OMS.

Su papel de servidor, benefactor de la sociedad, en cumplimiento del principio bioético de beneficencia lo impele a que su saber y hacer, en el trato de los pacientes a su cuidado para evitar la enfermedad, protegerlo del sufrimiento y prolongar la vida, sean en correspondencia con los dictados de la responsabilidad legal. En principio con el compromiso profesional de la diligencia y sumo cuidado en el ejercicio juicioso de la lex artis. Desde su responsabilidad moral de comportarse con ellos de la misma manera que le gustaría lo trataran a él y a sus seres queridos dentro del marco de una actitud ética característica de un agente de salud, arquetipo humanizado y humanizador de la acción sanadora.



1.     REICH, W.T. Encyclopedia of Bioethics, Nueva York, 1978, 1, p. 19.
2. Definición recogida de la Enciclopediae Francesaice de 1937.
3. Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la Salud en el Mundo. Reducir los Riesgos y Promover una Vida Sana. Panorámica general, 2002.
 4. Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. Edición 23, 2010.
5. GRACIA, Diego. Ética de la calidad de vida, Fundamentación y Enseñanza de la Bioética. Bogotá: El Búho, 1998, 157.
6. PLATÓN. La República. Bogotá: Gráficas Modernas, 1992, p. 209.
7. Anesthesiology, 1963; 24:111. 8. SAKLAD, M. Grading of patients for surgical procedures. Anesthesiology, 1941; 2(3):281284. Class 1. No organic pathology or patients in whom the pathological process is localized and does not cause any systemic disturbance or abnormality.
9. KANT, I. Lecciones de Ética. Barcelona: Editorial Crítica, 1988, p. 198.
10. Cita latina que encontramos en las Sátiras de Juvenal, (Sátira X, 356).
11. Aristóteles, Ética Nicomaquea, Gredos, Madrid, 1995, p. 277.
12. Ciceron, Los Oficios, Jakson, México,1973, p. 165

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