DÍA PANAMERICANO DEL MÉDICO 2019.
Reflexiono, en esta solemne fecha
“Día Panamericano del Médico”, costumbre ha sido a lo largo de mi dilatada trayectoria,
sobre su significado, evolución de la medicina y circunstancias favorables o
difíciles en que se debate el ejercicio profesional.
En la presente conmemoración hago un paréntesis para referirme al camino,
en particular, por mi recorrido, durante cincuenta años de práctica médica a
cumplirse en este mes de diciembre. Para manifestar la inmensa satisfacción,
que me embarga por la tarea realizada. Con la tranquilidad que me da el
convencimiento de haber llevado a cabo la misión más allá de lo posible, total dedicación
y suma responsabilidad.
Tengo razones suficientes para considerarme dichoso, afortunado, en verdad,
realizado por el papel desempeñado en los diferentes campos que la profesión me
dio oportunidad de prestar mis servicios. A través de una intensa actividad médico
asistencial como anestesiólogo, por un lado y en cumplimiento de mi innata,
gratísima, vocación docente, por otro. Complacencia, además, experimento por la
voluntaria y caracterizada cuota de colaboración a la causa en defensa de la
profesión en diligente y combativa gestión gremial como directivo de: Asmedas,
Colegio Médico del Atlántico, Academia Nacional de Medicina, Cuerpo Médico del
Hospital General de Barranquilla, Sociedad de Anestesiología y Reanimación del
Atlántico y Cooperativa Médica de la Costa.
Actividad asistencial.
“Ser Médico” es lo mejor que me ha podido suceder en la vida. Mi orgullo como tal se agiganta aún más por
mi condición de anestesiólogo. De médico anestesiólogo perteneciente a la más
sólida y sin igual comunidad médica que tiene el país, La Sociedad Colombiana
de Anestesiología y Reanimación SCARE, que me ha concedido el inmenso honor de
distinguirme entre los “Pioneros
e Ilustres de la Anestesiología en Colombia”.
Actividad docente. Por curiosidad, me puse a sacar cuentas y son, al tanteo, diez mil
los estudiantes, profesionales hoy de la medicina, que han pasado por mis
cátedras (Anestesiología, Farmacología, Ética Médica, Bioética, Historia de la Medicina,
Liderazgo Médico); egresados de las Universidades Libre, Norte, San Martín y Simón
Bolívar de la ciudad de Barranquilla; a quienes inculqué, entusiasmado, lo que encarna
ser “buen médico” y ser “médico
bueno”. Sin ostentaciones, ahí queda,
en cada uno, heredada, la impronta de mi huella magistral.
Encrucijada médica. Pensaba, tal vez, con sentimiento paternal y algo de nostalgia, dada
la experiencia gremial y hospitalaria por mi vivida, en ellos, en mis alumnos y
en la comunidad médica en general, que, en la jornada del 21 de noviembre
pasado, participaban en el paro nacional. Mientras unos, desfilaban con sus
impolutas y pacificas batas blancas en rechazo a las políticas estatales
denigrantes de la dignidad y el honor médicos; otros, en cumplimiento del deber, atendían salas de urgencias y quirófanos de la mayoría
de Centros de Salud del país, atestados de manifestantes y policías heridos y
politraumatizados, sin que ningún medio de comunicación ni las mismas
autoridades, como siempre ha sido, los tuvieran en cuenta, reconocieran su
callada, abnegada diligencia al momento de dar las noticias.
¿Cuántas vidas se salvaron en
esa noche nefasta? Ese dato no lo investigan los periodistas, no les interesa.
Agradecimientos. Al coronar, gozoso, mis
Bodas de Oro Profesionales, la ocasión es propicia para expresar al mismo
tiempo que el pensamiento, el sentimiento de gran alegría que experimento por
la gesta cumplida.
De agradecer a tanta gente admirable, de instituciones hospitalarias
como docentes, que hicieron posible con su presencia, apoyo y estimulo el éxito
definitivo de mi cincuentenaria aventura docente - asistencial.
Directivos que creyeron y depositaron su confianza en mí. Que me dieron
la oportunidad de realizarme profesionalmente.
Colegas y amigos que en todo momento me respaldaron. Que a mi lado
estuvieron en las buenas y en las malas.
Compañeros de trabajo, en aulas y quirófanos, que me soportaron y
dieron espontaneo espaldarazo a mi labor. Que me comunicaron su saber para
reforzar mis frágiles capacidades.
A los estudiantes que me obligaron a imitarlos en su ansiosa búsqueda
de la ciencia y curiosidad sin límites por lo desconocido. De aprender junto
con ellos el mundo maravilloso de la medicina.
A mis pacientes, a los que me consagré con gran pasión y generosidad a
su servicio, procurándoles esperanza y ánimo. A quienes di todo mi querer y sapiencia
para poder senti la cristiana dicha de consolar a los que sufren.
El 3 de diciembre, fecha escogida por la Organización Médica
Panamericana, constituye símbolo excelso de la profesión, en memoria de Carlos
Finlay, el ilustre médico cubano descubridor del mosquito transmisor de la fiebre amarilla. Día glorioso en que los médicos de Colombia, al igual que los
médicos de América, hacemos un alto en la dura faena diaria; para fortalecernos
en el firme ideal de que la profesión médica la constituyen seres humanos con
unos valores espirituales y morales inalienables, invaluables, superiores, en
todo momento, a la mentalidad utilitarista de quienes manejan los códigos y
computadoras de la capitalista sociedad de consumo, inmiscuida en forma
perversa, en el área de la salud.
Mis congratulaciones y sentimiento solidario hago llegar, en esta
efemérides, a médicos en general y en especial a los colegas amigos que me estimulan
con la amable lectura de Teomedicadas. Blogspot.com.
Teobaldo Coronado Hurtado
Visalia, Ca, USA, diciembre 2 de 2019.
EXCELENTE, FELICITACIONES. GUILLERMO ACOSTA
ResponderBorrarGRACIAS GUILLO. UN ABRAZO. DEJATE VER
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