DEL LAVADO DE LAS MANOS. No. 131.
Introducción. Lo primero, primerito, que
recomiendan las autoridades de salud para prevenir el contagio del covid 19 es
el “lavado de las manos”.
Desde 2005 la Organización Mundial de
la Salud (OMS) en la que denominó “Alianza Mundial para la Seguridad del
Paciente”, con el eslogan de: “Una atención limpia es una atención más
segura”, promovió diferentes acciones en este sentido, entre ellas la
higiene de manos.
En 2009 la OMS inauguró la campaña
mundial «salve vidas: límpiese las manos» con el fin de mejorar la
higiene de manos en la atención sanitaria. Publicó una guía en donde explica el
modelo de los cinco momentos en que los profesionales de la salud deben
realizar la higiene de manos.
1. Antes del contacto con el paciente.
2. Antes de realizar una tarea
limpia/aséptica.
3. Después del riesgo de exposición a
líquidos corporales.
4. Después del contacto con el paciente.
5. Después del contacto con el entorno
del paciente.
Día Mundial del Lavado de Manos, 15 de octubre, se celebra desde el
2008. Celebración encaminada a resaltar este comportamiento como una medida de
carácter universal, de control de la calidad asistencial. Por otro lado, busca concientizar
a la comunidad en general sobre la importancia del correcto lavado de manos con
agua y jabón en momentos claves del día, para una mejor calidad de vida. Enfermedades
graves, como meningitis, bronquitis, hepatitis A y mayoría de tipos de diarrea infecciosa (incluyendo gastroenteritis y cólera, potencialmente mortales),
pueden evitarse con un simple y adecuado lavado de manos.
Época de estudiante. Cierto es, que desde los bancos de
la facultad los médicos estamos enseñados a practicar este procedimiento, para
protección nuestra y del paciente; en especial, cuando nos iniciamos en las
rotaciones quirúrgicas.
En mis tiempos de estudiante,
Hospital Santa Clara de Cartagena, saber lavarse las manos era condición, sine
qua non, para poder entrar a quirófanos. Una instrumentadora lo embetunaba
a uno desde arriba de la articulación del codo hasta las
puntas de los dedos de la mano, en ambos miembros superiores. Luego con
cepillo, jabón y agua tenías que quitarte todo el betún negro untado, en tiempo
promedio de quince minutos, con la condición de que no quedara rastro alguno de
este. Una y otra vez había que repetir
la técnica hasta su aprendizaje definitivo. Como complemento con un dispositivo
especial se hacía limpieza de las uñas. La aparición de los poderosos antisépticos,
de hoy en día, permiten que este ejercicio ya no sea tan dispendioso y pueda
realizarse en tan solo cinco minutos.
Instrumentadores quirúrgicos. Las instrumentadoras o
instrumentadores quirúrgicos, entre los profesionales de la salud, marcan la
pauta, son expertos, en todo lo que tiene ver con la asepsia y la antisepsia
hospitalaria y por lo mismo abanderados de que, en cumplimiento de una buena
asepsia se realice, entre otras, un correcto lavado quirúrgico por parte del
personal asistencial. El lavado conforme a estos estándares debe ser de estricto
cumplimiento en distintas instancias de la atención médica y más aún en estos
tiempos del coronavirus.
Peste del siglo XX. En mi experiencia profesional podría
señalar que la aparición del síndrome de inmunodeficiencia adquirida, SIDA, principios
de los 80; establece una diferencia sustancial en el comportamiento de los
agentes de salud con relación al lavado de las manos y precauciones en el
manejo o cuidado de los pacientes. Antes de la aparición de este síndrome,
denominado “La peste del siglo XX”, no existía tanto rigor en la
protección contra la contaminación por micro gérmenes. Fue entonces, ante el
pánico generalizado que produjo, cuando se hizo imperativo el uso de guantes y
un exhaustivo lavado para el más elemental de los procedimientos médicos que
implicara contacto con sangre, secreciones o flujos provenientes de los enfermos,
en general, tras la regla de que cualquier persona, mientras no se demostrara
lo contrario, podría ser portador del virus del SIDA. Protocolo que persiste
hasta el día de hoy, sobre todo en pacientes que muestren, en la historia
clínica, factores de riesgo para esta patología.
Uso de la bata. En distintas formas, pregonero del
uso de la pulcra bata blanca, he sido critico de la moda actual de llevar puesto,
por parte de estudiantes y demás personal de la salud, la “multicolor
pijama” que, ahora, utilizan como uniforme o ropa de trabajo en espacios
extrahospitalarios, ajenos a su actividad.
La insistente recomendación para
lavarse las manos se sustenta en la razón epidemiológica de que el virus del
coronavirus se transmite por contacto, este microrganismo puede,
potencialmente, estar en los objetos manoseados por una persona infectada.
¿De qué sirve lavarse las manos una y
mil veces si, enfermeras, estudiantes, médicos y paramédicos, en forma irresponsable,
fuera de su sitio de labores, transitan y exponen sus vestimentas, sucias de hospital,
a quienes les rodean?
Una vez pase este momento difícil, de la pandemia que vivimos, ojala sea muy pronto, aspiro nos deje como una de sus enseñanzas, convertida en costumbre, la práctica de la higiene de las manos en una
forma y frecuencia adecuadas, tanto en menesteres
domésticos ( antes y después de defecar y orinar; después de limpiar el trasero
de un bebé o cambiarle los pañales; antes y después de preparar alimentos, alimentar
a un niño; antes y después de comer) y
obvio en todos aquellos encargados de la
prestación de los servicios de salud.
Teobaldo Coronado Hurtado
Barranquilla marzo 11 de 2020
ESE es mi maestro .Comparto to lo dicho Un abrazo
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