PANDEMIA Y ESTUPIDEZ. ECOS DE UNA REUNIÓN ACADÉMICA. Edición No. 146




INTRODUCIÓN
"Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana". Albert Einstein

Para el periodista Gustavo Gómez,  director y conductor de 6 A.M, Hoy por Hoy, de Caracol, en  30 años de vida periodística, desde el holocausto del Palacio de Justicia,  ocurrido el 6 de noviembre de 1985, en que el grupo insurgente M19 inmoló la vida de 11 magistrados, 87 civiles y 11 desaparecidos, no había visto un “acto de estupidez” semejante hasta el que ahora padecen médicos y resto de trabajadores de la salud,  no por parte de  guerrilleros suicidas sino,  lo que es peor,  por un sector de la misma sociedad civil que se ha ensañado, insensata,  contra ellos en medio de una pandemia que demanda, como nunca, de sus invaluables servicios. 

Conmovido testimonio periodístico dado, en la noche del jueves 26 de junio, en su intervención ante la sesión virtual de la Academia Nacional de Medicina de Colombia, convocada para tratar el tema de la “Discriminación y Estigmatización de los profesionales de la salud en la Pandemia Covid 19”.

Unanimidad hubo, en la mayoría de conferencistas doctores: Ramón Abel Castaño, Jorge Forero Vargas, Ana Milena García y demás intervinientes de la reunión, en reconocer, con el connotado periodista, el “comportamiento estúpido”, - “Torpeza notable” lo define la Real Academia de la Lengua - de algún segmento de la comunidad en este sentido. Se abordaron otras hipótesis y dieron recomendaciones para afrontar delicada problemática.

Tras análisis histórico, epidemiológico, sociológico, psicológico, neurobiológico y evolutivo por parte de los ponentes invitados me permito resumir los principales elementos que intentan explicar la conducta agresiva de los colombianos contra el personal sanitario:


a. Desconfianza en el gobierno.
El descontento con las medidas tomadas por las autoridades nacionales y regionales, no tanto las relacionadas con la calidad de la atención médica, sino de tipo económico, conllevan a una actitud de enfrentamiento por la población, en especial aquella con menos recursos económicos, ante la angustia que produce la búsqueda del sustento diario, en que pagan los platos rotos los primeros que encuentran a su paso: los valientes servidores de la salud que en primera línea enfrentan la pandemia con vocación de servicio y  total dedicación y templanza.

b. Percepción negativa de los organismos de salud.
El descredito de mayoría de EPS e IPS, que viene de tiempo atrás, se ha acentuado con la actual situación de emergencia, de crisis sanitaria ocasionada por el covid 19. En momentos en que según los cálculos de los expertos aún no hemos llegado al pico de la pandemia. Lo que hace previsible que en el curso de los días la inconformidad y violencia sea mayor.




c.  Debilidad del contrato social.
Indudable la existencia de un deterioro de la imagen del profesional de la salud, más marcada en el médico, que ha tocado fondo en la coyuntura actual. A lo que se suma el trato indigno que reciben por instituciones públicas y privadas, prestadoras del servicio de salud, cuando no son remunerados en las justas y oportunas cuantías que demanda su jerarquía científica, y su responsabilidad asistencial.
Además, de las condiciones de inseguridad en que realizan su labor, con un balance ya de gran número de contaminados y muchos fallecidos, tienen que soportar ahora la “violencia estúpida,” la estulticia de los mismos a quienes tratan de salvar sus vidas, a riesgo de sus propias vidas y sus familiares.




d. Historia de violencia crónica. El conflicto armado.
Palpable y dolorosa existe una cultura de la violencia, una “cultura de la muerte”, una pérdida del sentido de la vida, en Colombia, que, como nunca, se ha volcado contra el estamento médico no solo con estigmatización y discriminación también, con agresiones verbales y físicas y, lo más patético, amenazas de muerte que marcan el “colmo de la estupidez”, mediante el uso depravado de la razón.

e. Estructuras criminales.
Obvio, detrás de esta “cultura de la muerte”, existen bandas de sicarios que, en su ceguera moral, están dispuestas a matar, ese es su oficio, en desquite de cualquier falla o fallecimiento de un paciente, sin consideración alguna a que estamos ante el ataque inclemente de un virus asesino que la ciencia médica, aun en países de gran desarrollo económico y científico, no ha podido vencer, ni dominar. No se puede ser bueno y estúpido al mismo tiempo.

f.   Medios de comunicación y redes sociales. Infoxicación.
Por desventura se trasmite mucha información basura a través de algunos medios de comunicación, pero, sobre todo en redes sociales, que ayudan a crear angustia y pánico más allá de la connatural a una situación extrema, inesperada y calamitosa como la que vivimos, con tan alta letalidad.

g. Prejuicios.

Tras la intoxicación informativa se han creado ficciones y mitos que distorsionan recomendaciones científicas y de autoridades de salud para agravar los padecimientos de, por si inacabables, del coronavirus. Para Heráclito, el filósofo griego, el estúpido en su bestialidad racional es un “embaucador”.[i] La recomendación de la ingesta de cloro y pesticidas, por ejemplo, produjo pérdida lamentable de vidas.




h.  Ausencia de sanción social para los agresores. Epigenética.
No ha habido una respuesta firme, decidida de la comunidad y sus asociaciones representativas, en rechazo a las acciones de los grupos de personas que ponen en peligro la seguridad, tranquilidad y bienestar de los agentes sanitarios. Desaparecieron aplausos, banderas y serenatas de balcones y calles de la ciudad que vitoreaban a los “héroes” de la salud: médicos, enfermeras, policías, bomberos, etc. De admirables superhéroes, de un mes a otro, pasaron a repudiados villanos.

El colmo de respuesta nula, de esta actitud negativa, lo palpamos por las redes sociales y que comentó, incomodo, el doctor Remberto Burgos; el episodio en que vándalos, piedra en mano, atacan, brutalmente, a unos agentes de la policía con la mirada impasible, cómplices si se quiere, de miembros del ejército que allí hacían de mirones del grotesco y bárbaro espectáculo.




i.   Autismo enciclopédico
Así denomina el doctor Burgos el enclaustramiento académico de los profesionales de la salud que hacen reuniones, congresos, simposios y sin número de eventos, con vasto despliegue de conocimientos, que no trasciende las pomposas publicaciones científicas y el círculo cerrado de la organización médica.
La falta de comunicación, la escasa universalización del conocimiento científico por órganos de difusión no médicos: periódicos, revistas, blogs, etc., da cabida y contribuye a la formación de prejuicios, a la desinformación de la gente que conlleva, en parte, a la actitud prevenida, hostil contra el gremio de la salud.




j.    El mismo distanciamiento social.
El distanciamiento social, per se, ha traído como consecuencia que tengamos temor a acercarnos los unos a los otros, nos tenemos miedo en comportamiento que ha tomado un tinte casi paranoico. “Elogio de la estupidez” es nombre original del texto clásico conocido como “Elogio de la locura” de Erasmo de Rotterdam.  Con repercusiones nefastas en el profesional de la salud a quienes vecinos y allegados repudian por considerarlo contaminado debido a su oficio.

Virus de la estupidez. En tono bastante pesimista el hombre de caracol radio exclamaba “Que contra la estupidez no hay vacuna”, tampoco, desde luego, contra el coronavirus. Sin embargo, en mi parecer, contrario sensu la sabia sentencia de Einstein, que encabeza esta crónica, no hay que desfallecer en la búsqueda de una vacuna contra la pandemia provocada por el “virus de la estupidez” que tanto daño está haciendo en estamentos de la sociedad, considerados de alto coeficiente intelectual; tal el caso de polémicos líderes de nuestra polarizada clase política que hacen soberbia apología a lo que la estupidez encarna. Mientras los investigadores se afanan en conseguir la bendita vacuna contra el Covid 19 que, seguramente, ojalá, más pronto que tarde, habrá de llegar.

Conclusiones.
El señor presidente de la Academia Nacional de Medicina doctor Herman Esguerra, al final de la reunión, acogió propuestas de los panelistas y solicitó:
a.  Crear un equipo de académicos con asesoría de expertos en comunicación social.
b. Pedir al personal de salud de las instituciones hospitalarias se abstengan de mostrar su vestimenta u uniformes en sitios ajenos a su actividad asistencial.
c.   Exigió a los conferencistas hacerle llegar un documento con sus recomendaciones para hacerlas públicas y proponerlas a los entes gubernamentales en consideración a que la Academia Nacional de Medicina es organismo consultor del gobierno nacional en asuntos de salud.
Barranquilla junio 26 de 2020


Teobaldo Coronado Hurtado. 
Miembro Correspondiente
 Academia Nacional de Medicina de Colombia





[i] Heráclito, B 95, 109 y Gorgias, Encomio de Elena, B 11.1.

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