LEOPOLDO KLEE
Danza Garabato del Norte. En la esquina a la derecha Dr. Leopoldo Klee. |
LEOPOLDO KLEE
A Leopoldo Klee me unía la profesión,
el hospital, la universidad, la tierra que nos vio nacer y mi hijo Juan Francisco.
De ancestro germano era un tipo raro.
Loco. No ha nacido, todavía, un genio que sea cuerdo. Así lo reconocí cuando, hecho un conquistador, conquistador de sueños, llegó especialista en urología,
del viejo mundo.
Cabellos y barba desordenada. Mirada amiguera.
Escasa sonrisa. Media camisa
desabotonada mostrando unos collares artesanales de hippie. Pulseras multicolores
en sus muñecas, imitadas luego por el “Pibe Valderrama”. Zuecos con tacones, color blanco, en
sus pies de joven cirujano. Una pinta llamativa, no elegante. Cautivante.
Hablaba poco. Daba ejemplo: serio,
amable, respetuoso, cuidadoso, compasivo y tierno. Proyectaba la imagen del médico
bueno. De recio carácter mostraba el perfil de la persona correcta y
responsable.
Sus manos eran diestras en el manejo
del escalpelo, la raqueta y el garabato.
Con el escalpelo hizo milagros. Esther
Angelica, mi sobrina, vive. Sanaba con la humildad y tranquilidad, “equanimitas”, del médico
sabio.
La raqueta le permitía mantener su
forma física, jugueteando (racquetbol) como un niño con una pelota contra la
rigidez de una pared. Atleta tenía que ser para bailar y danzar hasta el cansancio
por las calles guapachosas de su ciudad.
Con el garabato del caporal y Rey Momo por la gracia de su pueblo, de su Barranquilla del alma, salía triunfante en cada carnaval en su batalla contra la atrevida muerte.
La cruel guadaña no pudo
contigo, viejo Leo; la veo tendida en la arena mirando agonizante al cortejo de
ángeles que, vestidos de camisa amarilla y pantalón negro, vuelan bailando al
son del millo y la tambora hacia lo alto, hacia el azul cielo con tu anima bendita, con tu espíritu
de médico bueno, de médico sabio, de currambero carnavalero que no perece. Vivirás por siempre en nuestros corazones.
Barranquilla mayo 16 de 2021.
Teobaldo Coronado Hurtado
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