INDUSTRIA FARMACEÚTICA Y ÉTICA MÉDICA
Foto: Behance / Julia Fullerton Batten
INDUSTRIA FARMACEÚTICA Y ÉTICA MÉDICA
Recuerdo en conversación que alguna vez tuve, joven galeno aun, con un “Visitador Médico” que me enrostró, atrevido, que si no fuera por ellos los médicos no sabríamos de medicamentos y afirmaba que era en gracia a la información que nos suministraban en su visita. Con solida argumentación le demostré que estaba muy equivocado. No podía confundir la información sobre los medicamentos con el saber de una ciencia tan compleja como la medicina que amerita rigurosos siete años de estudios solo de pregrado. El expendedor de la droguería, por ejemplo, le repliqué, conoce en su totalidad la información contenida en un vademécum, de pronto hasta mejor que un médico, pero, su ignorancia farmacológica y su incompetencia terapéutica y diagnostica, no le permite el uso clínico adecuado, mucho menos legal, de los fármacos.
Aclaro que no pretendo, con esta anécdota, desconocer el profesionalismo de los Visitadores Médicos con los que he mantenido siempre relaciones cordiales. Y cómo no recordar el gesto grandioso del laboratorio italiano Carlo Erba que nos entregó el primer maletín de médico y recetario impreso con el nombre de cada uno la víspera del acto de graduación en ceremonia inolvidable, para los de mi promoción 1969, en el Club de Pesca en Cartagena.
Es dable entre el común de la gente confundir información con conocimiento. Mal interpretan estar enterado de la actualidad noticiosa periodística o de las tendencias de la moda, por ejemplo, con ser culto, instruido o sabio.
Esta vanagloria del visitador médico, de marras, tiene su explicación por el enorme poder que tiene la industria farmacéutica, de la cual se considera un fiel representante. Este negocio es el más rentable del mundo. Según la Revista Forbes en el 2018 obtuvo márgenes de ganancia cercanos al 30% por encima de los bancos, industria tecnológica, automotriz, del petróleo y el gas, entre otros sectores.
La empresa farmacéutica con su avalancha publicitaria,
manipulación y control del mercado de los medicamentos pretende marcar la pauta
terapéutica que deben seguir los médicos. Para esto se vale de toda clase de
medios desde llamativa propaganda litográfica, lluvia de bolígrafos y llaveros
que reparten a granel en consultorios y congresos, viajes a eventos científicos
con todo pago, hasta la perversa compensación económica por la prescripción
médica. Que inducen, sin duda, todos estos elementos, a la falta de objetividad
terapéutica por parte de un facultativo a la hora de recetar el fármaco
indicado. Dadivas o beneficios, estos, proscritos por la Ética profesional.
“Está prohibido al médico en ejercicio recibir beneficios comerciales de
farmacias, laboratorios, ópticas, establecimientos ortopédicos y demás
organizaciones o instituciones similares encargadas del suministro de elementos
susceptibles de prescripción médica. Artículo 40, ley 23 de ética médica.
Es posible, sin embargo, que la “cortesía” de las casas farmacéuticas no conlleve algún impedimento ético si sus obsequios son un símbolo, un reconocimiento a la labor del profesional de la salud, desprendida del mínimo interés comercial y sin ningún tipo de coacción.
Ilustración: Alma Rosa Pacheco |
Principio de Autonomía. La práctica
clínica actual a producido la venida a menos del viejo modelo de relación
médico - paciente caracterizado por un absorbente “Paternalismo Médico”. Lo que
ha traído consigo el desplome de la autoridad que antaño gozaba el profesional
de la medicina. Su categoría científica,
social y moral le permitía capacidad decisoria, casi absoluta, sobre la vida y salud de
sus pacientes.
El “Modelo Responsable” de relación médico paciente, imperante, permite que este último, el paciente, tenga en ejercicio de su dignidad como persona la posibilidad de decidir sobre lo que mejor convenga a sus intereses en relación con su salud y su vida, en observancia del principio bioético de “Autonomía”. Por sujeto autónomo, el informe Beltmon considera “al individuo capaz de deliberar sobres sus objetivos personales y actuar bajo la dirección de esta deliberación”.
Paternalismo Financiero. En el patrón económico que caracteriza nuestro neoliberal sistema político a la par que desaparece el viejo “Paternalismo Médico” en la prestación del servicio de salud lo que se logra observar es el surgimiento de un “Paternalismo Tecnológico y Farmacéutico” más prepotente y peligroso. No solo atenta contra la autonomía del paciente, lo más grave, viola la necesaria autonomía del médico en la toma de decisiones clínicas, diagnósticas y terapéuticas. “Paternalismo Financiero”, a la postre, expresión de la codicia capitalista de las grandes multinacionales que explotan la prestación del servicio de salud. Sin escrúpulos buscan imponer sus ambiciosos valores mercantilistas, con desmedro de los valores éticos, que han inspirado una larga tradición de la profesión médica. Valores entronizados para proteger los intereses de los pacientes y de quienes están llamados a hacerlos efectivos en su ejercicio profesional como particulares o a través de las instituciones públicas o privadas que la sociedad les ha encargado este fin, en cumplimiento del principio bioético de “Beneficencia”. En el Informe Beltmon el Principio de Beneficencia se aparta de la virtuosa caridad cristiana para adquirir el concepto jurídico de obligación, lo que quiere decir la responsabilidad de “no hacer daño”, de maximizar los beneficios y disminuir los daños”
En las consideraciones sobre la relación del médico con la industria farmacéutica me atrevo a formular los siguientes interrogantes:
¿Hasta dónde el ánimo de lucro de la industria farmacéutica es compatible con el ánimo de lucro de los miembros de la sociedad médico - científica?
¿Hasta dónde la sociedad médico - científica puede justificar su razón de ser sin ningún ánimo de lucro?
Para responder
estos interrogantes habría que distinguir entre médicos dependientes y no
dependientes de la industria farmacéutica.
1. Médicos dependientes de la industria farmacéutica. Están
impedidos, por un franco conflicto de intereses, para la práctica clínica
La vinculación laboral a una empresa comercial que
produce medicamentos con ánimo de lucro los inhabilita, además:
a. Para intervenir en campañas de salud pública. Por estar comprometidos con unos intereses particulares en contra vía de los intereses colectivos, de la comunidad, por los cuales propugna la salud pública.
b. Para el ejercicio docente. En las escuelas de medicina su participación en la docencia sería, francamente, sesgada, carente de objetividad, a favor de unos tratamientos que promocionen la venta de los productos de la empresa con la que está comprometido.
En las campañas de salud pública como en la docencia la
defensa y protección de los intereses del paciente no serían su prioridad.
2. Médicos no dependientes de la industria farmacéutica. Que en ejercicio privado de la profesión o mediante contrato de prestación de servicios están vinculados a empresas prestadoras de servicios, EPS, o a instituciones prestadoras de servicios, IPS. Pero expuestos a la influencia que ejerce la industria farmacéutica, directa o indirectamente, a través de las mismas instituciones que compran los medicamentos debido a los beneficios económicos que de ellos derivan. Aquí son directivas hospitalarias o jefes de servicios los que obligan, muchas veces, a formular determinado tipo de medicamentos para complacencia de los proveedores y así obtener comisiones o porcentajes monetarios sobre las ventas.
Trabajos científicos. No creo exista
impedimento ético para los médicos si el resultado de las investigaciones realizadas,
bajo el patrocinio de la empresa farmacéutica para la cual trabaja, sean
publicados en sus órganos de difusión. Como también de acuerdo con los protocolos
de investigación de las asociaciones científicas reconocidas, para divulgarlos
a través de sus propias publicaciones.
Además de que la educación continua, tan necesaria
para la actualización científica, se sustenta en distintos tipos de eventos:
cursos, simposios, seminarios, congresos etc., que tienen como patrocinadores a
la industria farmacéutica.
Conclusión
La relación médico - industria farmacéutica es útil y
necesaria. Se complementan los unos con los otros en la procura de la indispensable
calidad en la prestación del servicio de salud, en el bienestar de la gente.
Lo deseable para su acción armoniosa es que los
médicos conserven su autonomía en la toma de decisiones, en sus criterios clínicos
y terapéuticos. Influencias y presiones indebidas que atenten contra su
independencia lo exponen a quebrantar los mas sagrados principios que demanda
el ejercicio de la profesión. Principio general de la ética médica ordena “no
anteponer intereses personales sobre los del paciente”.
Barranquilla noviembre 5 de 2021
Teobaldo Coronado Hurtado
Comentarios
Publicar un comentario