CON LA SALUD NO SE JUEGA
CON
LA SALUD NO SE JUEGA
Introducción
Alejado
de aulas y quirófanos, distante de toda actividad docente asistencial he procurado,
de igual manera, estar alejado de la acción gremial en que libré mil batallas,
directivo de diferentes asociaciones médicas, en defensa de la profesión y, por
ende, de los derechos de los pacientes a recibir atención médica de calidad.
Conversación,
primero, con la doctora Patricia Vélez, joven barranquillera, actual presidente
de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación, de activa participación en las
deliberaciones que se han dado a nivel central en relación con la reforma a la
salud, contemplada en el Proyecto de Ley 339 de 2023 Cámara y, luego, comentarios
diversos, al respecto, por las redes sociales a reciente comunicado divulgado
por la Asociación Colombiana de
Sociedades Científicas (64 asociaciones) en que hace juiciosas observaciones
críticas al propósito gubernamental que pretende un “cambio total” de las
políticas de salud en Colombia, han motivado a que salga de la merecida y, por mí,
ganada “vida sabrosa” para volver por
los fueros del inquieto líder que antaño fui. El que es nunca deja de ser.
Capitulo Atlántico, Academia Nacional de Medicina. Junta Directiva 2020 - 2022.
Mística
gremial. El resurgimiento de la mística gremial médica
que logro palpar, evidente ante la reforma a la salud que planea el actual gobierno,
colma de complacencia y produce renovado optimismo cuando en los últimos
tiempos contemplaba desde mi octogenario, gratificante, reposo, unas asociaciones de
profesionales de la salud abúlicas, sin protagonismo, indiferentes a su suerte.
Lo
que está en juega es nada más y nada menos que la salud y vida de los
colombianos. De igual manera la suerte de los practicantes de la medicina
encargados de hacer efectivos estos derechos fundamentales. Las reglas del
juego deben ser analizadas y discutidas por gobierno y congreso, teniendo en cuenta la opinión válida de los jugadores (pacientes y médicos). Con la
salud y la vida de la gente no se juega y con los médicos tampoco.
El
pronunciamiento de las asociaciones representativas del sector salud es
respetable por lo objetivo y sin ningún sesgo político como corresponde al
espíritu de lo académico y lo científico, al criterio de los expertos con la
Academia Nacional de Medicina a la cabeza que es por mandato legal “Organismo
asesor y consultor del gobierno nacional en asuntos de salud, educación e
investigación médica”.
Quiero
resaltar el papel importante, fundamental, que ha tenido en la elaboración de
las diversas publicaciones de la Asociación de Sociedades Científicas el equipo
jurídico de la SCARE, de la Sociedad Colombiana de Anestesiología y Reanimación
al mando de la doctora Patricia Vélez, diligente presidente de nuestra agremiación.
Hospital de los Andes, ISS, Barranquilla
La
huelga del ISS. Fui activista de primera línea,
delegatario nacional del sindicato médico, ASMEDAS, en la más larga huelga médica
que ha habido en Colombia; llevada a cabo por los trabajadores del Seguro
Social en 1976 durante el gobierno del presidente Alfonso López Michelsen,
siendo ministra de salud María Helena de Crovo. Provocada por la denominada,
entonces, “Reestructuración del Seguro Social” en la que se pretendía, entre
otras disposiciones, cambiar el estatus laboral de “Trabajadores de la Salud”
por el de “Empleados Públicos” de libre remoción y nombramiento. Se conculcaba,
con esta medida, el derecho a discutir por el conducto sindical las justas pretensiones
laborales a través de las “convenciones colectivas de trabajo” para convertirlas
en simples “solicitudes respetuosas”.
Tras
pírrica victoria quedamos convertidos en “funcionarios de la seguridad social”,
un hibrido entre “trabajadores y empleados”, con la garantía de conservar la
estabilidad laboral, lo que significaba no estar sometidos al vaivén de los
políticos de turno. Desde entonces, creo yo, se produjo el desplome experimentado
por la profesión médica, del respeto que despertaba en la comunidad, de la
falta de consideración por parte de los estamentos sociales y del Estado.
A
simple vista uno de los puntos favorables del proyecto de ley 339 en curso es
acabar con la “tercerización” o intermediación de las EPS. Pero, en la forma
como está concebida la norma, los trabajadores de la salud quedarían convertidos
en empleados públicos, es decir, en empleados del gobierno de libre remoción y nombramiento; expuestos a
la situación de “postración” que se vivía antes de la ley 100, en donde la
cobertura de salud oscilaba en menos del 40%; "hoy Colombia alcanza el
99,6 % de la cobertura del aseguramiento universal, con una distribución de
24.399.839 personas en el Régimen Contributivo y 24.745.934 en el
Subsidiado", según boletín de prensa del MPS en junio 29 de 2022. Superado
el problema de la cobertura lo que hay que mejorar, no hay duda, es la calidad
de la prestación del servicio de salud; desde este punto de vista cualquier
reforma como la que se pretende es bienvenida.
Antes
de la ley 100 de 1993. En aquellos tiempos para
ser nombrado, en una institución de salud, de nada servían los méritos
académicos si no conseguías el visto bueno del cacique político que ostentaba
el poder local o regional. Para lograr, luego, el pago de los salarios caídos
había que recurrir, periódicamente, a la suspensión de actividades, a un paro.
Los
pacientes, por otro lado, para ser intervenidos quirúrgicamente, por ejemplo,
tenían que salir a buscar a las farmacias cercanas al hospital los insumos que
se necesitaban para la operación; mientras otros morían en el “paseo de la
muerte”, porque recorrían las urgencias de todos los hospitales, habidos y por
haber, sin que los atendieran.
Los
administradores hospitalarios en alianza con sus padrinos políticos pagaban de
preferencia a proveedores y contratistas, antes que, al recurso humano que, necesitado,
debía esperar, por los pingues utilidades que obtenían de las comisiones o
porcentajes que deducían de las facturas por insumos, medicamentos y material
sanitario en general.
En
el incólume Hospital de Barranquilla en donde trabaje por 23 años tocó vivir y enfrentar
esta pesadilla, anestesiólogo, presidente del cuerpo médico, en la década de
los 70 y 80 del siglo pasado.
Veo
con extrañeza y mucha tristeza a compañeros médicos, ya mayores, que conmigo
fueron testigos de esa horrenda época – que no tienen por qué repetir las
nuevas generaciones de profesionales de la salud – y por simple prurito
ideológico están de acuerdo con un cambio en el modelo de salud que tira por la
borda lo bueno del que actualmente tenemos. Que obvio tiene mucho que corregir,
pero no destruyendo los logros alcanzados.
Populismo. La
lucha por causas sociales como la de hacer respetar el derecho a la salud y la
vida no corresponde a ningún espectro político en particular, no es de derecha
ni de izquierda, es un compromiso común por el bienestar de todos. Ningún
partido o corriente ideológica se puede proclamar depositario de unas reivindicaciones
populares que no tienen dueño. Los que así piensan militan en lo que los politólogos
llaman “Populismo”, de derecha o de izquierda. Populismo que, lamentablemente,
encuentra terreno abonado en la corrupta clase política tradicional incrustada,
quien lo iba a creer, en el actual gobierno, el del cambio, que no se cansa de
saquear las arcas del Estado en provecho propio y de su clientela.
En
el liderazgo gremial de tantos años, ferviente seguidor del término medio aristotélico,
no fui militante de ningún extremo, ni tenía convenio político con ningún
partido; me era indiferente la afiliación, liberal o conservadora, del
presidente, gobernador, alcalde o director del hospital en que trabajaba; como ahora,
en que escribo esta nota, para expresar
mi opinión, levantar la voz por una
mejor suerte para la profesión médica en particular y para el pueblo colombiano
en general.
Solidaridad
y Concertación. La organización médica nutrida de
una generación nueva de galenos, bajo el ímpetu de su juventud vigorosa ha de permanecer
unida como nunca, como un solo hombre, con la fuerza de una sólida solidaridad
gremial para defender un futuro promisorio que le pertenece, no dejárselo
arrebatar.
Dispuesta
debe estar a reivindicar el buen nombre y prestigio de un oficio vilipendiado,
tantas veces, por los estamentos de una sociedad injusta, indolente, empezando
por el mismo Estado.
Ruego
al Dios de Colombia ilumine a gobernantes y legisladores para que la reforma a
la salud y demás en curso sean el fruto de la sensatez, inteligencia y buen
juicio para bien de la nación.
Que
la voluntad política del Gobierno de impulsar un régimen
laboral especial para el sector salud sea fruto de la concertación con sus
organizaciones representativas: gremiales, científicas y sindicales.
El
doctor Herman Redondo Gómez, Miembro de número de la Academia Nacional de
Medicina, del Comité de Asuntos Legislativos, con relación al proyecto de ley 339 de 2023, afirma que: “Reconoce
los avances, pero el monto de las
preocupaciones es enorme... Que el
legislativo con plena responsabilidad social, defina un Sistema de Salud que no
retroceda en lo logrado por cerca de 30 años, sino que mejore lo existente”,
agrega.
Barranquilla
marzo 1 de 2023
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