RIESGO MÉDICO Y PRUDENCIA
Sir Luke Fildes (1843-1927). The Doctor (1891). Óleo sobre lienzo. 166,4 x 241,9 cm. Tate Britain. LondreS.
RIESGO MÉDICO Y PRUDENCIA
Hasta
un necio pasa por sabio si guarda silencio;
se
le considera prudente si cierra la boca”.
Proverbios 17:18
La
vida humana es una aventura sometida a interminables situaciones de riesgos que
ponen en peligro su conservación y supervivencia. El hombre, por lo tanto, existe
en permanente lucha para no sucumbir ante el mayor riesgo que lo acecha cada
día: el de la muerte y sus “factores desencadenantes”.
“Es
el hombre un ser para la muerte”[i]
según conocida expresión del filósofo alemán Martin Heidegger. Sentencia tan
real como dramática que enuncia la inexorable verdad sobe la vida. Existir pero, también, morir. La muerte es su contingencia inevitable. La conciencia de esta contingencia,
con su amarga parábola de dolor y sufrimiento, obligan al ser humano a buscar los
mecanismos de su Naturaleza instintiva como la ayuda de su fuerza
racional, instrumentos de defensa, para enfrentarla en sus factores
desencadenantes más comunes a saber:
1.
Fragilidad y finitud de su
estructura psicobiológica.
2.
Diversos elementos agresivos
en el entorno natural en que se mueve.
3.
El mismo hombre en lo que
Hobbes denominó “El hombre es un lobo para el hombre”, homo homini lupus
en latín, para referirse a que el estado natural del hombre lleva a una la
lucha continua contra sus semejantes.
4.
La violencia que desencadena
la tecnología y la ciencia que al mismo tiempo que facilitan condiciones de vida
mejor, paradójicamente, atentan contra su propia integridad y el medio que lo
rodea.
Riesgo
médico. La
palabra riesgos deriva de riscos que significa piedra o peñón. En sentido
semántico o iliterario cuando aludimos al “riesgo” estamos haciendo un llamado
de atención a los probables peñones que pueden obstaculizar, hacer daño a las
actividades y proyectos; en especial, a nuestro proyecto de vida.
Cuando
hablamos de riesgos hacemos referencia a los peligros o distintitas amenazas
que acechan la salud, integridad, felicidad y vida de la persona como
probabilidad siempre dañina. Es imposible la supresión total de los riesgos
porque ello implicaría retrotraer la actividad humana a sus primitivas etapas
de desarrollo, o al desconocimiento de la condición contingente del hombre.
En
la práctica médica profesional el concepto de riesgo se considera al
conjunto de reacciones o resultados desfavorables, inmediatos o tardíos de
imposible o difícil previsión al prescribir o efectuar un tratamiento o
procedimiento clínico. La posibilidad que siempre existe de morbilidad (complicaciones)
y mortalidad (muerte) a consecuencia de la incertidumbre del actuar
asistencial. La medicina es la ciencia de la incertidumbre.
La
acepción jurídica de riesgo, aplicable al acto médico dentro del contrato
consensual que se da en la relación médico paciente, tiene validez plena cuando
las consecuencias perjudiciales o el daño sobrepasan el “riesgo previsto”[ii].
"El médico cumple la advertencia del riesgo previsto con el aviso que en forma prudente, haga a su paciente, familiares o allegados con respecto a los efectos adversos que, en su concepto, dentro del campo de la práctica médica, pueden llegar a producirse como consecuencia del tratamiento o procedimiento médico". Ley 23 de 1981, articulo 16, inciso segundo.
"El
médico quedará exonerado de hacer la advertencia del riesgo previsto en los
siguientes casos:
a)
Cuando el estado mental del paciente y la ausencia de parientes o allegados se
lo impidan;
b)
Cuando exista urgencia o emergencia para llevar a cabo el tratamiento o
procedimiento médico". ARTÍCULO 11. Ley 23 de 1981.
ARTÍCULO
12. El médico dejará constancia en la historia clínica del hecho de la
advertencia del riesgo previsto o de la imposibilidad de hacerla.
En mi experiencia, magistrado del Tribunal de Ética Médica del Atlántico durante diez años, fueron frecuentes los casos en que hubo que elevar pliego de cargos y sancionar a médicos por no diligenciar el anexo de la historia clínica correspondiente al "Consentimiento informado", en donde se hace, formalmente, la advertencia de los riesgos inherentes al proceder diagnostico - terapéutico.
Discurso
ético sobre el riego. El objetivo central de la ética
es el desarrollo pleno del hombre, alcanzar la meta anhelada de la felicidad.
Señala el camino para la obtención de la buena vida como bienestar socio
económico junto a una vida buena como bienestar moral resultado de una
existencia virtuosa. No podemos esperar una buena vida, el bienestar, o una buena
vida, la vida ética, si no nos empeñamos en la conquista simultanea del
bienestar socioeconómico por un lado y de las virtudes morales por el otro.
El
discurso ético sobre el riesgo tiene aplicación práctica en la promoción y
búsqueda de un comportamiento prudente, asimilable a una “ética de la
prevención” que conduzca a la responsabilidad moral por la dignificación y
salvaguardia de la vida humana. Es una ética inspirada en el natural “Instinto de
conservación”.
Por conciencia ética entiendo el instinto de conservación racional forjado en la
primaria noción del respeto a la vida humana y en contra de todo lo que atente
contra ella, de lo que le produzca daño. La realidad, experimentada en el
decurso de la historia, muestra una actitud ambigua del hombre en cumplimiento
de este imperativo. Son patentes las agresiones contra todas las formas de vida
por la inexistencia de una conciencia ética, de una "ética por la supervivencia" como define Potter la misión de la Bioética.
Es
común observar en personas de apreciable conocimiento tecnológico o mayor
inteligencia cognitiva, pobre inteligencia emocional, escaso comportamiento
racional, lejos de una conducta correcta, de acuerdo con una prudente postura
ética. Lo que de alguna forma daría explicación al lamentable fenómeno de la
corrupción en círculos de alta formación académica o intelectual del que se
supone son depositarios, sobre todo, los que dirigen los destinos de la sociedad, de la
nación: la elite gobernante.
Paul Gachet era un médico parisino homeópata y psiquiatra. Vincent Van Gogh lo inmortalizó en un cuadro pintado al óleo sobre tela. Data del año 1890. https://homomedicus.com/medicina-y-arte/ |
EL
HOMBRE PRUDENTE
De
lo que se trata no es de simplemente tener una vida, sino de saber vivir, de
vivir bien, en cuanto que la vida es buena.
A la ética, ciencia del “deber ser”, según Kant, le preocupa no tanto la forma degradada como podríamos vivir sino la forma virtuosa como debemos llevar la existencia. De allí su sentido crítico, su contenido crítico, su función critica de lo que somos ahora, para encontrar al hombre que debemos ser.
En “El Discreto” (1646) Baltasar Gracián, describe cómo tiene que ser el
hombre: prudente, sagaz, inteligente, dotado de buen gusto y buena educación;
un completo caballero, en suma.[iii]
Aristóteles
consideraba que: “El bien del hombre es una actividad de acuerdo con la virtud
y si las virtudes son varias, de acuerdo con la mejor y más perfecta y además
en una vida entera”. ¿Qué es la virtud? se pregunta: “La virtud es el hábito
que le permite al hombre realizar bien sus obras buscando el punto medio entre
excesos y defectos”.[iv]
Si
observamos bien el origen de los males que nos aquejan encontramos que es la boca la vía por donde comienzan; descomedidos en el comer,
beber e ingerir lo prohibido Y es la lengua, también, causa de las mayores perturbaciones
al hablar más de lo que debemos escuchar, por no ser amos de nuestros
silencios.
Desde
la antigüedad griega se ha considerado a la prudencia la mayor de todas
las virtudes morales. Aristóteles, por ejemplo, sostiene “Que la virtud por
excelencia no se da sin prudencia”, refiriéndose, tal vez, a la virtud de la
justicia.[v] Algunos
afirman que toda virtud es una especia de prudencia. Cicerón afirmaba que: “Si
la medicina es el arte de curar, la prudencia es el arte de saber vivir.[vi]
Baltasar
Gracián en sus aforismos sobre el “Arte de la prudencia” agrega: “La prudencia
entendida como este arte practico, útil para todo, debe extenderse a parcelas
que otros reservan para el azar: porque no hay más buena ni mala suerte que la prudencia
o la imprudencia. El Control sobre uno mismo, los demás y las circunstancias
debe extenderse hasta donde sea posible, uno mismo se labra su propia suerte.
La preparación de la prudencia capacita también para vencer lo inesperado con
improvisaciones, mejor aún con reflexión”.[vii]
La
práctica de la prudencia entendida en términos de una “Ética del cuidado” conduce
a un mínimo posible de errores o equivocaciones en nuestro accionar ante
los innumerables factores de riesgo que nos acechan, de esta manera previene o
evita el daño que podamos ocasionar con acciones imprudentes.
Jurídicamente, la conducta prudente deducida de la suma diligencia y cuidado, pericia y conocimiento del reglamento
reducen a un mínimo posible, permitido por el conglomerado social, acciones riesgosas que derivan en la
producción de daño o perjuicio, a la acción lesiva sobre la salud, integridad física
y la vida.
Para
caracterizar, de la mejor manera, al hombre prudente, modelo de irreprochable
conducta que habría de servir como parámetro para juzgamiento de la conducta humana,
se ha recurrido a la suma de las siguientes características: "atento,
interesado, concienzudo, comprensivo, experimentado, juicioso, diligente, del
mismo circulo de actividades del autor". [viii].
Ataraxia
o equanimitas en el médico. El hombre prudente, según Epicuro,
logra la quietud del espíritu o “ataraxia” a través del conocimiento,
despojándose del temor a los dioses y a la muerte”[ix].
En el médico presente, este estado de ataraxia, en lo que Sir William Osler, padre de la medicina interna, definió como la "equanimitas o imperturbabilidad". Según
Osler la ecuanimidad es virtud que deben
tener los profesionales de la medicina y la definió como: "Compostura y presencia de ánimo en toda
clase de circunstancias: Calma frente a la borrasca. Claridad de juicio en
momentos de mayor peligro. La inmutabilidad, la impasibilidad, o para emplear
un viejo y expresivo vocablo, la flema, no perder la cabeza”.[x]
Barranquilla febrero 25 de 2023
[i] Heidegger M, 1951, El Ser y el Tiempo, FCE, México, p.226
[ii] Reyes Alvarado, Imputación
Objetiva, Temis Bogotá, 1994, p. 90.
[iii] https://es.wikipedia.org/wiki/El_Discreto.
[iv] Aristóteles, 1995, Ética Nicomáquea, Gredos, Madrid, p. 142
[v] Aristóteles, Ibid., p. 277
[vi] Cicerón. 1973, Los Oficios, Jackson, México, p. 165
[vii] Gracián B, El arte de la Prudencia, Temas de Hoy, Madrid,
1998, p. 33 - 34
[viii] Reyes Alvarado Yesid, op.cit, p. 110
[ix] Diccionario filosófico abreviado · 1959:160-161
[x] Ricardo Rueda-González, MD.
Revista Medicina –de la Academia Nacional- 2003; 25: No.2
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