UN MODELO DE HUMANIZACIÓN EN SALUD


UN MODELO DE HUMANIZACIÓN EN SALUD

Introducción

En la década de los 80 y 90 recorrí hospitales y clínicas de Barranquilla y el Departamento del Atlántico en campaña que promovía la “HUMANIZACIÓN DE LOS SERVICIOS DE SALUD”, en particular, la humanización de la relación médico paciente. A través de la Pastoral de Salud de la Arquidiócesis de Barranquilla me involucré, en los Comités de Humanización de diferentes instituciones de la ciudad. En compañía de las Hermanas Carmenza Tobón (Clínica La Asunción) y Miriam Arenas (directora Escuela Auxiliar de Enfermería, secretaria de Salud del Atlántico), del médico Rubén Darío Camargo y bajo la coordinación a nivel local del sacerdote Atilio González y a nivel nacional por el fraile Adriano Tarrarán del Centro Camiliano en Bogotá.

En la actualidad los Comités de Humanización tienen carácter laico en cuanto están reglamentados por la Resolución 13437 de 1991, Ministerio de Salud, que establece el “Decálogo de los derechos del paciente”, en procura de la humanización en la prestación del servicio de salud tanto en instituciones públicas como privadas.


Un hospital humanizado

En un hospital humanizado sus miembros conforman un equipo interdisciplinario con sensibilidad tal de su misión que en vez de casos interesantes tienen clara conciencia de su inmensa responsabilidad con la salud y la vida de seres humanos, dolientes de carne y hueso, con un nombre, con una dignidad, merecedores, por lo tanto, de la mayor consideración y respeto; gente con inmensos deseos de salir adelante, de volver a ser otra vez útiles.

Precisamente, la campaña de la arquidiócesis de Barranquilla estaba motivada por una impopular “DESHUMANIZACIÓN” de los agentes de salud reflejada en el descontento, en la queja continua de los pacientes y sus familiares, no tanto por su competencia profesional, lo más lamentable por el trato poco compasivo y falto de amabilidad que recibían. Cierto es que la deshumanización persiste más atenuada que antes, en personal administrativo y uno que otro médico. Bastante se ha avanzado en este sentido. 

De igual manera cumplía esta misión en la cátedra universitaria, en las facultades de medicina de las universidades Libre, Norte, Simón Bolívar y San Martín. Uno de los objetivos de la ética médica propugna por la “Humanización” de la profesión y de la institución (Hospital). Digamos que el empeño por la humanización de la profesión comienza desde los bancos de la Universidad, por no decir que, desde la misma casa, por el conjunto de virtudes irradiado por los padres.


Un modelo de médico

Un modelo de médico, imagen de un médico paradigmático, dechado de valores y principios, es objetivo también, que busca sembrar esta asignatura en el estudiante de medicina. Los egresados de una escuela médica deben ser o son reflejo de los profesores que les enseñaron el arte hipocrático; verdaderos maestros que, por sus calidades humanas y excelencia profesional, son dignos de imitar, imagen fiel del profesional médico con el que sueñan ser sus alumnos.

En aquellos tiempos era algo utópico encontrar, en nuestro medio, una institución de salud que reuniera los requisitos de un hospital ideal, de un “Hospital Humanizado”.

Han pasado 15 años desde que abandoné la actividad asistencial como médico anestesiólogo en que mi vida transcurría, mayor parte del tiempo, bajo las cielíticas de las salas de cirugía, era un “médico hospitalario”, característica distintiva del profesional de la medicina que ejerce el arte de los dioses, la anestesiología, como ninguno otro.

Dada la condición de paciente que ahora soy, "gajes de la vejentud", toca, de seguido, deambular de consultorio en consultorio y de clínica en clínica. Son las vueltas que da la vida y que uno ni siquiera sospecha cuando está joven, en el esplendor de su ejercicio profesional.  Se cree “cuerpo glorioso” como dicen las señoras.


Clínica iberoamerica

La verdad, que quiero contar es que llevo, hasta el momento que realizo este escrito, quince días de visita permanente a la Clínica Iberoamerica, Colsanitas, en razón de una calamidad familiar, de un pariente cercano hospitalizado primero en la  Unidad de Cuidados intermedios y luego en la Unidad de Cuidado Intensivos que me ha permitido observar su diaria dinámica asistencial, la gran envergadura de su servicio medico. En otras oportunidades he sido yo el enfermo hospitalizado, pero sin tantos días en cama la permanencia ha sido breve por procedimientos quirúrgicos de rápida recuperación.

Puedo señalar con mucha alegría la satisfacción que me produce, hoy en día, poder encontrar las características que distinguen a un hospital humanizado, en esta institución, por las que tanto trabaje en el pasado. La Clínica Iberoamerica es un modelo de humanización en salud.

He quedado asombrado con el engranaje logístico de la Clínica en sus distintas dependencias que exponen una dotación científica de alto nivel, una tecnología de punta presente en todas las especialidades como, también, de la excelente calidad profesional de su recurso humano. Sus profesionales de la salud, en las diferentes especialidades médicas, constituyen un equipo de trabajo que conoce y cumple sus obligaciones con fiel observancia del reglamento del hospital, con una precisión del ámbito de sus funciones dentro de un orden jerárquico establecido. Debo destacar, en particular, con mucho beneplácito, la ejemplarizante humanización del personal de enfermería, hombres y mujeres, de la Clínica Iberoamerica. Me ha parecido admirable. Llama la atención, si lo comparo con mis años de practica activa,  el numero considerable de varones que realizan esta noble misión con mucho profesionalismo.

La experiencia vivida en esta pasantía, si así puede llamarse,  ha sido riquísima en vivencias que han rememorado el tiempo pasado de mis gratas andanzas por los vericuetos de Galeno.


Profesores y estudiantes de medicina

La presencia tímida y, al tiempo curiosa, de los estudiantes de medicina de las Universidades Libre y Simón Bolívar, con sus atuendos azulosos, observarlos en la realización de sus historias clínicas sin papel ni lápiz, valiéndose para ello, gajes de la tecnología, de sus celulares, me llevó en la inusitada expectación que me produjo, a la misma timidez y curiosidad mía, la del estudiante, de papel y lápiz, que pasó por los claustros de la Universidad de Cartagena, tiempos ha. Debo reconocer que fue una dulce sensación, nunca experimentada en mi largo contacto con tantos muchachos en condición de docente.

Contemplar, de otra parte, al doctor Carlos Rebolledo y Alberto Polo, médicos intensivistas, enseñando, con la mística y devoción de que yo hacía gala, cuando fui su profesor, trajo reconfortante contento a mi anima apesadumbrada y nostálgica. Además de estos dos distinguidos especialistas Inmensa complacencia produjo ver desfilar a un sinnúmero de colegas que al verme se sonrojaban impresionados por descubrir frente a ellos al viejo maestro que no vislumbraban desde sus tiempos de pregrado. Para poder exclamar con orgullo que “no aré en el desierto” y que el tiempo se ha encargado de permitirme recoger la cosecha de lo sembrado durante 41 años de docencia medica en la Universidad Libre de Barranquilla y otras facultades de medicina de la ciudad. Ciertamente, la emoción ha sido reciproca.

Barranquilla septiembre 5 de 2025

 

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