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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA III Transformaciones en la educación médica

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EVOLUCIÓN DE LA MEDICINA III Transformaciones en la educación médica Estudiantes de Anestesiología. Laboratorio de Simulación. Universidad Libre, seccional Barranquilla. Casas de la vida.   “Casas de la vida o per anch”, cerca del templo de Ammon, se denominaban en el antiguo Egipto, hace 3500 años, los remedos de universidad de la época. La medicina se cursaba en una especie de sanatorio, bajo la protección de Ra, el dios sol: el que daba la vida. [i] Escuela médica de los Asclepíades.   El justo aprecio a los maestros y el imperativo de enseñar conocimientos médicos, sugerencia primera de una verdadera escuela médica, aparecen explícito en el juramento hipocrático. “Trataré al que me haya ensenado este arte como a mis progenitores…. Y considerare a sus descendientes como hermanos varones y les enseñaré este arte si desean aprenderlo…” En la escuela médica de los Asclepíades , dirigida por Hipócrates, instruían, además, a sus alumnos en: “ Cada vez que entre a un

33. LA SOLEDAD DE LOS VIVOS

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LA SOLEDAD DE LOS VIVOS ¡No sé; pero hay algo que explicar no puedo, que al par nos infunde repugnancia y duelo, al dejar tan tristes, tan solos los muertos! “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!” El ciprés solitario en 17-Mile Drive. El Carmelo, California En las inmortales rimas de Gustavo Adolfo Bécquer se plasma antigua creencia, de que la soledad pertenecía al reino de los muertos, la soledad de los sepulcros. La era cibernética, de la biotecnología, ha proyectado la soledad de los jardines funerarios al conglomerado salón de los jardines sociales, tradicionales conversatorios, donde ya no se charla. Cada uno de los allí concurrentes, seres parlantes, enmudecen ante el imperio desmedido del minúsculo y novedoso móvil o la absorbente pantalla de televisión. “Juntos, pero no revueltos”, dice refrán popular, para referirse al encuentro sin comunicación ni dialogo entre la gente. Impregnado este mensaje, además, de cierto tufillo discriminatori

32. CARNAVALESCA. BARRANQUILLA

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CARNAVALESCA. BARRANQUILLA                Joselito, un tipo bacán que redondea campante los 80, cuenta que fue testigo, cuando niño, del matrimonio de Juan Parranda y Beatriz Derroche, una pareja embelequera del Barrio Abajo. Se casaron en pleno relajo de la Batalla de Flores, en el atrio de la iglesia del Perpetuo Socorro, cuando este evento hacia su recorrido desde el Estadio Municipal, hoy Romelio Martínez, bajando por la avenida Olaya Herrera hasta el Paseo Bolívar,   por allá en los años 50 del siglo pasado. Monseñor Pedro María Revollo, Camarlengo del Papa Pio XII, un cura nacido en Ciénega,   con fama de sinverguenzon, de bastante arraigo en Barranquilla y la costa caribe, con más poder que el Obispo Jesús Antonio Castro Becerra, se prestó para darles la bendición nupcial en medio de la rueda que montaron integrantes de la cumbiamba “Guepa je”, en la que ellos eran capitán y capitana respectivamente. La Guepa Je con la “Agua Pa Mi” eran cumbias que pugnaban, casi s