47. DIOS. UN CAMAJÁN BARRANQUILLERO
DIOS. UN
CAMAJÁN BARRANQUILLERO
Lucho Bollo e Yuca es un barranquillero impío que, obstante
no creer en nada, cada vez algo bueno le acontecía, contrario al dócil creyente
que da “Gracias a Dios”, exclamaba con escepticismo farisaico “gracias a Dios
soy ateo".
Cuando murió y sorprendido se ve ante la presencia cara e monseñor
de Dios le dice aculillao: ‘Oye viejo man… cógela suave ¡tú sabes! Allá en
curramba yo lo que hacía era mamarte gallo. Ajá... ¡Me entiendes! El despeluque.
Regáñame todo lo que quieras. No me vayas a joder tirándome a la paila
mocha. ¡Cuidao con una vaina!
Dios, currambero hasta la cacha, infinitamente generoso, lo
acoge con un abrazo rompe costillas y le susurra con voz vicarial: “tranquilo
loco, por esta vez te la dejo pasar, ¡tú sabes!
Es que nojoooda, sabes una vaina ¡Eche! No te has percatado que yo soy blesivini, mejor dicho: invisible. Ajá… bueno, pa que veas, me encanta te vaciles la nota, te des cuenta de que yo si existo. Fresco… me tiene indiferente me hayas zafado, every time, antes de enrumbarte pa acá. ¡Venga mi llave! le doy otro abrazo.
Es que nojoooda, sabes una vaina ¡Eche! No te has percatado que yo soy blesivini, mejor dicho: invisible. Ajá… bueno, pa que veas, me encanta te vaciles la nota, te des cuenta de que yo si existo. Fresco… me tiene indiferente me hayas zafado, every time, antes de enrumbarte pa acá. ¡Venga mi llave! le doy otro abrazo.
Vamos a concretar una jugada. Pa’ que veas que yo si soy un teso; te voy a
devolver, ya, pa la arenosa. De una. Pero, pon atención a lo que te voy a
decir, párale bola. ¡Pilas!
Propaga la carreta a toda tu llavería, mejor dicho, el
mensaje de que yo si soy el que es, el que habita aquí en lo alto, hasta donde
la mirada de todo el cipote combo no alcanza. Sí, diles que no me viste pero
que me sentiste como si me hubieras tenido frente a frente. Que parlaste
conmigo en jerga de infinito silencio apenas audible por mi partía de ángeles. Cuéntales que soy el divino Chuchito dueño de
todo este merequetengue. ¡No hay caso! No existe recoveco en mi sabrosa curramba que yo no tenga enmuñecáo. Soy la ñeca herida.
Recomiéndales, no se pierdan, como tú, de la jugada
guapachosa en que están, los que sin verme, oye cuadro, no se han tragado el
cuento de que yo soy invento homo sapiens
de los que tienen el “te vi llegar” y de los curas. Lo que pasa es que unos
vergajos mercachifles han montado tronco de perendengue en mi nombre para
enchufar a la gallada.
Entonces, te regalo estas gafitas: Ojéalas, tienen lentes
bien monocuco, hechos con voltaje preciso, para poder bucearme hasta en lo más
profundo del cucharón de los terrícolas come lisa. Son los espejuelos del amor.
Están hechos, especialmente, para el que se los enganche no me pierda de vista,
mejor dicho, oculis mondi veris, por
donde quiera se encalete: por los lados de Bocas de Ceniza, Puente Pumarejo, La
Cordialidad, Barranquillita; por donde sea ahí estoy yo: firme.
Oye, loquito querido, por
doquier pases: el Romelio, el Amira, el Tomás Arrieta, Surí Salcedo, Eugenio Macías,
el Estadio Flaco Meléndez, la Modelo, Hospital Cari, Niño Jesús, la Troja,
Barrio Abajo, Rebolo y San Nicolás, en cualquier recoveco tú te metas allí voy
a estar pendiente de cualquier jugarreta. En todas partes ando visteé.
Y en
Barranquilla me quedo. Imagínate si me voy a perder de los carnavales del
compae Joselito, cipote guachafita. No aguanta.
Pon el retrovisor y recuerda que juanchi, el man del
evangelio, cantaletea en su sacrosanta carretilla que “yo soy amor”.
Si me preguntas ¿Qué es eso del amor? ¿Con qué se come semejante peñón? Te boleteo
que el amor es lo máximo en guaracha. Tú no le puedes hacer a tu pana, ni a nadie,
nada de lo que no te gustaría hicieran contigo o con los tuyos.
¡Cógela suave! Por el
amor te la juegas conmigo si eres “manso y humilde de corazón”.
Chau cuadrito y ya sabes: deja la rezandera, ¡zafa! con esa vaina.
Solo tienes que engancharte estos “Garavitos” prodigiosos del amor para pillar
con “su avena y su pitillo”, en oración, lo súper de mi bacanería.
De regreso, cuando yo
te llame otra vez, recógete la moñona, quedarás “per secula, secolurum” a mi lado. Vas a saber con certeza en que
consiste la cheveridad de reconocerme como tu llave incondicional.
La sabrosura mayor es que te tragues mi nota completa; solo amor es lo que yo soy. Lo demás, compadre, es pataleo de ahogao en Puerto Mocho.
La sabrosura mayor es que te tragues mi nota completa; solo amor es lo que yo soy. Lo demás, compadre, es pataleo de ahogao en Puerto Mocho.
Que viva Curramba…la bella
Barranquilla
septiembre 15 de 2014
Comentarios
Publicar un comentario