SENTIRES DE LA CUARTA EDAD
Hotel Bellagio. Las Vegas, USA |
SENTIRES DE LA CUARTA EDAD
Cuando se es joven, se es para toda la vida. Pablo Picasso
Introducción
Luego de relajante partida de tenis, Eduardo Mejía mi partner, me dice: “ñerda viejo Teo y el primero ya está aquí. Cumples
ochenta. ¿Cómo te sientes y que piensas al llegar a esa edad? Nojoda envidiable,
ojalá yo pudiera alcanzar la tuya, así como tú estás: te veo bien”.
En estos días previos a mi onomástico, así como Eduardo,
amigos y parientes cercanos me han hecho comentarios parecidos.
En reunión familiar Natalia (sobrina) me piropea.
“Teo, se acerca el día”. Con sonrisa pícara añade: “Vas a cumplir ochenta…. con
cara de sesenta”. Los 80 son los nuevos 60, afirma la periodista y escritora Jane
E. Brody.
Antonia, nieta de seis años, sarcástica, echa en cara que
ya soy viejo porque voy a cumplir ochenta y agrega “Teo tú estás viejo, eres el
más viejo de la familia”. Viejo no, viejito le respondo, polémico. “Es lo mismo”,
me confirma sabihonda. Le sostengo que viejo es un señor sin dientes, “arrugao”,
“desgarbao”, que arrastra los pies; en cambio yo sí puedo reír a carcajadas, bailar,
correr, jugar y cantar con ella.
¡Antonia! le interrogo ¿Yo soy tu viejo o tu viejito? “Tú
eres mi viejito loco”, Teo, tu eres loquito contesta. Correcto, Soy tu viejito loco
y chévere, le replico.
“No es por las canas ni las arrugas, es por el
arrastradito de los pies, que se sabe cuándo a una persona le llegó el
guereguere” sostenía el gran Marcos Pérez Caicedo.
Pareciera, mis allegados, tuvieran los días que faltan para el primero de julio contados. Lo que no me molesta. Antes, por el contrario, sus palabras las recibo con inmenso agrado, expresivas como son del cariño y aprecio que me tienen.
De la tercera a la cuarta edad
Cuando me acercaba a los 60 tuve muchos temores dado
que mi padre, a esa edad, al día siguiente de celebrar su cumpleaños padeció
primer infarto que lo tuvo al borde de la muerte. Sin embargo, de infarto en
infarto, alcanzó a vivir hasta los 74. Mi madre había tenido un desenlace
temprano a los 57. Con estos antecedentes
presumía, pesimista, no estaba destinado coronar la cuarta edad. (La
Organización Mundial de la Salud, OMS, define al adulto mayor a partir de los
60 años y a los que completan 80 y más como la cuarta edad).
Para los 70 los miedos desaparecieron y, ahora, optimista octogenario, saboreo la dulce sensación de que puedo alcanzar la quinta edad (100 años). Completar ocho décadas lo siento bendito privilegio que me concede la vida y la gracia divina
Tenistas. Parque Eugenio Macías. Barranquilla. |
La naturaleza no perdona
Siento que la naturaleza, en medida que el tiempo transcurre,
va dictando hasta dónde uno puede llegar, pone límites a sus acciones, pasiones
y deseos en correspondencia con el normal envejecimiento. De nuestra parte toca
escucharla con respeto, con atención para alcanzar una existencia llena, es
decir, con calidad.
Todo tiene su momento y lugar para acomodarse a las distintas etapas por pasar en el curso de la vida. De niños gozarse la inocencia de la primera edad; en la juventud de ilusiones y entusiasmo llenarse; de adultos hacer realidad aspiraciones y sueños, de experiencia enriquecerse; de ancianos solazarse en el necesario reposo del cuerpo y en la gratificante sabiduría que dan los años.
“La
tristeza del anciano depende de desear lo que no puede conseguir” es afirmación
de Galeno, el romano seguidor de Hipócrates, padre de la medicina.
Dejarse dominar por las pasiones, placeres y diversiones
que solo complacencias traen a los sentidos tienen, en ultimas, un alto precio
que la naturaleza, sabia, no condona. “Si en la juventud no has hecho acopio
¿Cómo vas a encontrar en tu vejez?” nos interroga el libro del Eclesiastés. Una
vida moderada, sin excesos, soportada en la virtud de la prudencia, tendrá su buena
recompensa cuando seas un viejito ochentón con cara de 60.
Ochenta años son nada
Siento que ochenta años son nada. Y no es un decir. Son
nada cuando se percibe la nostálgica sensación de no haber hecho todo lo que se
hubiera podido, las muchas oportunidades preciosas que se perdieron, lo poco
que aprendimos, de tantas metas sin alcanzar y no obstante lo logrado queda la pesada
sensación de que faltó luchar un poco más. Descubre uno, tardíamente,
que el tiempo es oro irrecuperable cuando se pierde. Al fin y al cabo, tras el fresco palpito del muchacho
que aún perdura en mí, no dejo de ser el inconforme que siempre he sido.
Al echar la mirada atrás me doy cuenta de lo extenuante
y dispendioso del camino recorrido y que, a pesar de los obstáculos, aquí estoy
jubiloso y con mi perenne vocación de joven disfrutando de la satisfacción que
da haber andado por el sendero correcto. Contento, sacando cuentas, de la aventura
por mi vivida, de un balance general positivo.
Periplo médico
Siento que hice lo que me gustaba. La práctica de la
medicina y el ejercicio simultaneo de la docencia universitaria me llenaron de
inmensa dicha, acercaron a la, tantas veces, esquiva felicidad. Fascinante, puedo decir, fue el periplo por una
rama de la medicina, tan excelsa, como la anestesiología a la que me consagré
durante 40 años de actividad asistencial y 45 en su enseñanza con entrega
total. Servir a la gente, a los más pobres en especial, en los hospitales
públicos, me llena de profundo alborozo, es mi mayor orgullo como profesional
de la salud. El tributo a la enseñanza del hipocrático arte, además, colma mi ser
de vasto regocijo intelectual y espiritual.
Mis quereres
Una vez acabada la agenda laboral sentí indescriptible
regocijo al tener más cerca, a mis máximos quereres: mi mujer, hijos, y nietos. El espontáneo cariño
que recibo, además, de hermanos, primos, sobrinos, yernos, cuñaos y la familia
en general es reconfortante. Felicidad me engendra verme rodeado por tanta
gente linda que generosa, regalo que viene de lo alto, avivan
las ansias amorosas de mi corazón que se siente querido por todos ellos y, que
yo, igualmente, amo.
Los nietos. Sin duda, he alcanzado el pináculo de la gloria en mi tan soñado estatus de abuelo. Ser abuelo me hace sentir viejo a plenitud. Son los nietos, ya grandecitos, compinches para seguir haciendo pilatunas a escondidas; niño al que vuelves de nuevo cuando corres detrás de una pelota o te dejas atropellar por las olas del mar junto a ellos. Orgulloso aliado del bebé que, no ha mucho tiempo, arrullé entre mis brazos con canciones de cuna que entonaba con el corazón de emoción henchido. Por mi condición de anestesiólogo, decían chistosos sus padres, caían rapidito con mis cantos y no porque mi amoroso arrullo, plácidamente, los dormía.
Velo qué bonito lo vienen bajando
Con ramos de flores lo van adorando
Velo qué bonito lo vienen bajando
Con ramos de flores lo van adorando
Ro, rri, ro, rra
San Antonio ya se va
Ro, rri, ro, rra
San Antonio ya se va….
Señora Santana, ¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se le ha perdido
Señora Santana, ¿por qué llora el niño?
Por una manzana que se le ha perdido
Obra literaria
En lenguaje taurino siento que mi último tercio de
faena ha sido el más grandioso intelectual, familiar y espiritualmente, el que
mayor disfrute me ha producido. Siete
textos publicados, más tres inéditos en lo que va de este siglo XXI es trofeo
literario que resume el ansiado sueño, de mis años mozos, de escribir un libro.
Con la vanidosa quimera de que mis escritos, de que las lecciones, al fin
maestro, que periódicamente divulgo a través de las redes sociales, sigan
dictando cátedra aún más allá de mi ausencia física definitiva.
Todos los días son de fiesta
Siento que he tenido la fortuna de disfrutar una
senectud, si la comparo con parientes y amigos contemporáneos, sin
incapacitantes quebrantos de salud, ni limitaciones que soportar. Lo que me ha
permitido degustar una temporada otoñal en que el calendario no ha sido
obstáculo para deleitarme en el ocio, de no tener nada que hacer, para
dedicarme a la contemplación y meditación de las cosas del espíritu; ya Hobbes
señalaba en el Leviatán que “El ocio es la casa de la filosofía”. Viajes,
caminatas, conciertos, libros, encuentros familiares y con los amigos, obvio escribir ocupan
una agenda en que todos los días, según mi esposa, son días de fiesta.
Mis padres. |
Vacío existencial
Siento el peso triste de la tarde cuando cae y descubro,
en cada crepúsculo, el inmenso vacío de seres queridos que volaron, soñadores,
a tierras lejanas y el eterno silencio de los que se fueron para siempre con su
recuerdo incrustado en lo recóndito de mi alma.
No hay un solo día en que como un flashback no desfilen
por la mente la imagen señera de Francisco y Esther, mis padres; la figura
angelical de Silvana Helena mi hija y la de mi querida hermana Cristina. Así, también,
la remembranza sentida de sin número de parientes, amigos, compañeros, colegas
que hicieron gratísima mi travesía existencial
Querencia hogareña
Recluido en la cálida soledad de la querencia hogareña,
encantado con la amorosa compañía de Helena Yamile, la mujer que Dios puso en
mi camino para una andanza terrenal de casi seis décadas, siento correr las
horas con la placidez del ermitaño que convive silencioso consigo mismo y el soporte
anímico que me otorga la paz de la conciencia. Al todopoderoso pido con humildad prolongue, un tiempecito más, el plazo para mi destinado en este mundo que
me tocó en suerte para vivir.
Complacido, en suma, estoy con los sentires de estos años
viejos. ¡Qué bueno! poder celebrar con mi familia, parientes, amigos y la gente
toda que me respeta y estima ochenta vigorosos años de existencia.
Sursum corda, arriba los corazones
Barranquilla junio 30 de 2022
CUMPLEAÑOS FELIZ ,doctor Teo ,Es una pequeña biografía muy sentida y bien documentada ,estimulo para todos especialmente en estos días .Es una vida bien vivida que muchos envidiamos sanamente.
ResponderBorrarTeobaldo al leer cada palabra de cada texto que escribes, me lleno de alegría, recuerdos, nostalgias, motivaciones y siempre me pregunto con inmenso gozo que talento y que capacidad de reunir en los escritos la historia de toda una vida, plasmada en agradables narrativas. Esto se consigue solo cuando el corazón es joven y alegre, desinteresado sabiendo que dar es mejor que recibir. Eso haces dar y dar. Hoy después de leer el "sentirse en la cuarta edad" entiendo mejor la sabiduría, el éxito y la recompensa de un plan de vida y proyecto profesional cumplido. Teobaldo has alcanzado el objetivo Aristotélico de la FELICIDAD máxima virtud a la que puede aspirar todo hombre. Felicitaciones para tu nueva década.
ResponderBorrarUn abrazo