LA VIDA ES BUENA. 55 AÑOS DE HIPOCRÁTICA ANDANZA


LA VIDA ES BUENA
55 AÑOS DE HIPOCRÁTICA ANDANZA

“La vida es buena”, recurrente admonición con que el doctor Max Peña acostumbra a matizar sus mensajes por las redes sociales, más que un eslogan o consigna lo recibo como un saludable llamado para que aprovechemos, al máximo, el perentorio espacio de días que nos quedan. En la simplicidad de sus cuatro palabras, esta noble invitación, encierra un profundo contenido filosófico.  Refiere, a mi modo de ver, al sentido, al buen sentido que debemos dar a nuestra existencia si partimos del carácter valioso, sagrado que tiene la vida humana.

Nosotros, animosos octogenarios, de la promoción 1969 de la Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena, que hemos enfrentado y salido adelante en las duras y diversas pruebas sorteadas en “los caminos de la vida” nos identificamos, plenamente, con el clamor del compañero Max, unimos a su voz conscientes de lo satisfactorio que ha sido nuestro decurso existencial para ponerlo, sin modestia alguna, de ejemplo a todos aquellos que se dignen seguir nuestros pasos.

Podría detenerme, ahora, en la interminable discusión planteada por las diferentes escuelas filosóficas sobre el sentido de la vida y sobre el valor y significado de lo bueno. Pero no, solo me limitaré a comentarles que “la vida es buena” no es una simple enseña retorica. Con absoluta convicción puedo afirmar que cada uno de nosotros ha sido excelente persona desde el punto de vista familiar y social y buen médico desde la perspectiva profesional que queramos considerar.

Grandioso, admirable, ha sido lo realizado a lo largo de nuestro periplo vital que bien vale la pena celebrar, con júbilo. El tiempo no detiene su marcha y cumplimos en este 19 de diciembre 55 años de haber recibido el título de médicos por la siempre gloriosa Facultad de Medicina de la Universidad de Cartagena.

Complacidos, podemos exclamar que “la vida es buena”. porque la hemos transitado a plenitud, cada uno a su manera dentro de un peculiar modo de ver el mundo que, en suerte, nos ha tocado para sentir la vida con sus satisfacciones y frustraciones con sus pesares y alegrías.

Bien sabemos lo que es la dura “escuela de la vida” tras ocho décadas de sufrirla, de sobrellevarla y también gozarla, de tener oportunidad de estar cerca a la tan anhelada felicidad. Es indudable que el ejercicio de la medicina nos ha dado momentos gratos, la honrosa recompensa que produce el servicio prestado a la gente sufrida. La conciencia del deber cumplido, en cumplimiento del juramento que hicimos de “consagrar nuestras vidas al servicio de la humanidad”.

Que la vida es buena fácil de comprobar cuando podemos, altivos, mostrar en el rostro el peso de los años que han pasado, las arrugas por el tiempo acumuladas que más allá del cuerpo provienen de un alma vigorosa y valiente, del espíritu joven que adorna los años viejos, del viejo que somos, que se resiste a sucumbir ante los irremediables achaques de la frágil naturaleza senil.La vejez no es para cobardes”, nos advierte el gran Pablo Picasso

En realidad, inspira en este momento hablar menos del médico de antes, del consagrado galeno que fuimos para regocijarnos en el veterano y sereno médico que ahora somos, lejos de los etéreos pabellones hospitalarios y encumbrados claustros académicos. Orgullosos, eso si, de la extraordinaria faena medica cumplida.

Ya nos hemos reunido para agasajarnos en los 25, 40, 45, 50 y ahora 55 años de graduados con la penosa circunstancia, en esta ocasión, que de  38 compañeros que iniciamos el 19 de diciembre de 1969 este peregrinaje por la virtuosa y difícil andanza hipocrática tan solo sobrevivimos la mitad.

Es propicio y solidario evocar el nombre de los colegas y compañeros de la vida que también fue buena para ellos hasta cuando los designios divinos así lo quisieron. Que ya no están con nosotros. Su recuerdo es imperdurable, imborrable en nuestros corazones que revive su presencia todos los días y cada vez nos encontramos para rememorar el que tal vez ha sido el día más hermoso de nuestras existencias.
Roberto Alemán – Rafael Alvear- Jorge Arteta – Luis Barrios – Carlos Buelvas – Rosales Hooker – Ramiro Verdooren, Orlando Mendoza - Eberto Ortega – Gustavo Zabalza – Aníbal Suarez – Julio Pizarro - Bernardo Vanegas – Ramon Luna – Hermes Herrera – Plinio Urueta – Víctor Hernández y Carolina Samper. Presente.

Soy sincero, la verdad tenía dudas sobre la realización de esta reunión, sobre el éxito de esta cita por la ausencia física de Gustavo Zabalza, Plinio Urueta y Carlos Buelvas, pero sobre todo la de nuestra líder natural, nuestra sempiterna reina Carolina Samper. Por suerte Carolina revive en el ánimo de su estoico esposo que impulsado por la fuerza amorosa de su soplo angelical decidió hacer lo que ella también hubiera querido. Gracias Max por tu empeño, diligencia y entusiasmo.

Se me ocurre pensar que “Celebrar la vida” es el objetivo central de esta reunión. Celebrar lo que la vida nos ha permitido alcanzar en ocho décadas de disimiles experiencias médicas y personales.

Celebrar al inquieto estudiante que fuimos, al gozoso médico que somos y la loable faena cumplida.

 Celebrar que la Universidad de Cartagena dio las riendas para llegar a ser médicos dignos y respetables. De tener el privilegio de pasar por su vetusto claustro y ser signados con la sabia impronta de nuestros insignes maestros de la facultad de medicina.

Al celebrar la vida los invito a entonar un canto al amor. Al amor compartido con la mujer que a nuestro lado ha sabido sortear los escollos del sendero, unas veces de rosas lleno y en ocasiones varias de punzantes espinas. Con los hijos fruto de ese amor que bien alto han volado y de los nietos que alegran, regalo del cielo, esta etapa de la vida en que, niños otra vez, abuelos somos.

Celebrar la vida es un canto solidario a la amistad. Siempre amigos y compañeros antes, ahora y después en una hermandad que no acaba con el paso del tiempo. La vida es buena cuando en esta fecha magnifica nos podemos congregar gozosos para darnos un abrazo cordial de hermanos.

Celebrar la vida es dar gracias infinitas a Dios y cantar plenos de gratitud y contento con la inspirada poeta de Chile Violeta Parra:

Gracias a la vida que me ha dado tanto

Me dio dos luceros que cuando los abro

Perfecto distingo lo negro del blanco

Y en el alto cielo su fondo estrellado

Y en las multitudes el hombre que yo amo

 

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me ha dado el oído que, en todo su ancho

Graba noche y día, grillos y canarios

Martillos, turbinas, ladridos, chubascos

Y la voz tan tierna de mi bien amado.

 

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me ha dado el sonido y el abecedario

Con él las palabras que pienso y declaro:

Madre amigo hermano y luz alumbrando

La ruta del alma del que estoy amando.

 

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me ha dado la marcha de mis pies cansados

Con ellos anduve ciudades y charcos

Playas y desiertos, montañas y llanos

Y la casa tuya, tu calle y tu patio.

 

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me dio el corazón que agita su marco

Cuando miro el fruto del cerebro humano

Cuando miro el bueno tan lejos del malo

Cuando miro el fondo de tus ojos claros.

 

Gracias a la vida, que me ha dado tanto

Me ha dado la risa y me ha dado el llanto

Así yo distingo dicha de quebranto

Los dos materiales que forman mi canto

Y el canto de ustedes que es el mismo canto

Y el canto de todos que es mi propio canto”.

Cartagena diciembre 19 de 2024.

Teobaldo Coronado Hurtado.


GRADO

De izquierda a derecha, doctores: Alberto Carmona, Benjamín Blanco, Teobaldo Coronado, Olegario Barboza, José Catalino Arias, Carolina Samper, Hugo Medina, Boris Calvo, Antonio Soto


De izquierda a derecha, atrás: Julio Pizarro, Rafael Alvear, Carmelo Peniche, Aníbal Suarez, Hugo Andrade, Octavio Cervantes. 
En el medio: Uriel Flórez, Ramiro Verdooren, Orlando Mendoza, Eberto Ortega, Ramon Quintero, Oswaldo Cáliz, Jorge Arteta.
Adelante: Cristóbal Navarra, José Catalino Arias, Teobaldo Coronado Hugo Medina, Marcos María Fossy, Bernardo Vanegas, Luis Barrios.

De izquierda a derecha, Arriba: Hugo Medina, Eberto Ortega, Fredy Mora.
Atrás: Antonio María Benito Revollo, Ramón Luna, Ramon Quintero, Oswaldo Cáliz, José Catalino Arias, Max Peña, Humberto Ripoll, Uriel Flórez, Gustavo Sabalza, Julio Pizarro.
Adelante: Jesús Paternina, Bernardo Vanegas, Patricio Villalba, Teobaldo Coronado, Carolina Samper, Luis Barrios, Aníbal Suarez, Orlando Mendoza, Roberto Alemán, Ramiro verdooren, Rosales Hoocker.

De pies, de izquierda a derecha: Teobaldo Coronado, Hugo Andrade, Luis Encinales, Aníbal Suarez, Orlando Mendoza, Cristóbal Navarra, Jorge Arteta, Octavio Cervantes.
Sentados: Carolina Samper, Hugo Medina, Ramón Quintero

25 AÑOS

De izquierda a derecha, de pies: Víctor Hernández, Teobaldo Coronado, Jesús Paternina, Luis Encinales, Julio Pizarro, Plinio Urueta, Gustavo Sabalza, Max Peña, Armando García.
Agachados: Antonio María Revollo, Carlos Buelvas, Aníbal Suárez, Hugo Medina, Carolina Samper, Humberto Ripoll.


 30 AÑOS

Atrás: Rafael Alvear, Antonio María Revollo, Gustavo Sabalza.
Sentados: Aníbal Suarez, Teobaldo Coronado, Plinio Urueta, Ramon Quintero. 


40 AÑOS

Luis Encinales, Plinio Urueta, Teobaldo Coronado, Aníbal Suarez, Hugo Medina. Antonio María Rebollo. 

Julio Hooker, Armando García, Plinio Urueta


45 años
Max Peña, Patricio Villalba, Carolina Samper, Carlos Buelvas. 




De izquierda a derecha: Carolina Samper, Max Peña, Hugo Medina, Jesús Paternina, Carlos Buelvas, Orlando Mendoza, Víctor Hernández, Patricio Villalva. 

50AÑOS

Atrás: Antonio María Revollo, Julio Hooker, Víctor Hernández, Alfonso Castañeda, Fredy Pomares (Decano de medicina), Hermes Herrera, Armando García, Max Peña, Oswaldo Cáliz
Adelante: José Catalino Arias, Teobaldo Coronado, Octavio cervantes, Plinio Urueta, Carolina Samper, Humberto Ripoll, Fredy Mora.


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