ESCULAPIO Y EL CADUCEO. Símbolos de la medicina


ESCULAPIO Y EL CADUCEO

Símbolos de la medicina

Hicieron 11 años, este 23 de febrero de 2025, los amigos de lo ajeno se llevaron, violentamente, de mi casa además de otras pertenencias un pin pisa corbata obsequio de mis padres y unas mancornas regalo de mi novia, el día que me gradué de médico el 19 de diciembre de 1969.  Ambas prendas en oro de 18 kilates con el símbolo de la medicina, Desde entonces a donde quiera voy, ya sea en Colombia o en el exterior, como una obsesión se me da por buscar en tiendas y almacenes las joyas hurtadas, sin encontraras. Todavía, es la hora que no dejo de lamentar su perdida no tanto por su valor material sino por su valía sentimental viniendo de personas tan queridas para mí.

El símbolo de la medicina a lo largo de los tiempos ha sido el caduceo o vara de la medicina con una serpiente enroscada. Existe discusión sobre cuál es el símbolo verdadero en cuanto que es más generalizado y popular el caduceo de Hermes (griego) o Mercurio (romano) que el caduceo de Esculapio (romano) o Asclepios (griego) considerado, finalmente, el auténtico emblema de los médicos.  

La palabra Caduceo en la antigua Grecia era representado por una “vara de olivo adornada”. Simbolizaba la paz.  En la actualidad se utiliza como sinónimo de vara o bastón y se denomina “caduceo de medicina” al símbolo de la vara tanto de Esculapio como de Mercurio.

El caduceo de Hermes o Mercurio, que consta de una vara, dos serpientes entrelazadas y dos alas en la punta, rinde tributo a Hermes el mensajero de los dioses y patrono del comercio en la mitología griega. Los romanos llegaron a considerar a Mercurio patrono de los ladrones. Se caracteriza por la astucia y la frivolidad. No encaja el significado comercial de este caduceo con el carácter altruista, humanitario de la profesión medica

Esta semana, de casualidad, visité un establecimiento especializado en la “Línea Hospitalaria”, aquí en Barranquilla, y solicité un broche o pin con el Logo de la medicina. De una variedad de botones bien bonitos, en exhibición, me mostraron de todas las formas y colores el “Caduceo” correspondiente al Dios Mercurio (Romano) dios del comercio; símbolo equivocado, asociado incorrectamente a la medicina, constituido por un bastón con dos serpientes aladas en su extremo y entrelazadas. Ninguno concernía con el auténtico caduceo médico que evoca la figura de Esculapio (Romano) dios de la medicina representado por un bastón con, solo, una serpiente enrollada alrededor.

 

Asclepio o Esculapio


Homero cuenta en la Ilíada que Asclepios existió en el siglo XII A. C.; y vivió en Tesalia. Participó en la guerra de Troya junto con sus hijos Podaleiro y Macaón, también médicos, modelos de los internistas y de los cirujanos respectivamente.

En la mitología griega Asclepio, hijo del dios Apolo y de la mortal Coronis, fue confiado a Quirón, rey de los centauros, para que le enseñara las artes de la medicina y de la caza.

Apolo era hijo de Zeus y Leto, hermano mellizo de Artemisa.  Era Dios, no un mortal.  Dios de la luz, de la verdad, de la profecía, de la medicina, de la música, de la poesía y de la caza.  Guía de Delfos y del Oráculo de Delfos, uno de los templos más famosos de la Antigua Grecia.

Apolo se casó con Coronis y la dejó embarazada antes de partir a Delfos. Encomendó su vigilancia a un cuervo blanco.  Coronis sintiéndose abandonada fue infiel a Apolo con Isquis hijo de Elato (gobernador de Cilne, monte de Grecia). El cuervo voló hasta Delfos y comunico la infidelidad a Apolo que castiga al pájaro cuidador obligándolo a llevar en adelante el color negro en lugar del blanco y mató a Coronis. Después de su muerte antes de quemarla extrajo del vientre de Coronis su hijo que era Asclepio.

Origen del Caduceo de Esculapio

Asclepio fue a curar a Glauco - pescador, hijo de Neptuno y de la ninfa Nais - mortalmente herido por un rayo; cuando entró en la habitación encontró una serpiente que mató con su vara de ciprés.  En la escena aparece otra serpiente en la habitación que portaba en su boca unas hierbas que dio a la serpiente muerta logrando revivirla.  Asclepio dio estas mismas hierbas a Glauco salvándolo de la muerte, comprobando su poder curativo. De esta leyenda, según los historiadores, surge el caduceo de Esculapio como autentico distintivo de la medicina.”.

La vara. La vara de ciprés se le atribuye la fortaleza, y la solidez de la ética irrevocable en la que se apoya el médico”. La serpiente representa: “la prudencia, la previsión y la sabiduría”, atributos los tres de un buen profesional de la medicina.

La vara es de ciprés, considerado sagrado por su longevidad, el “árbol de la vida”. Representa la autoridad y sabiduría propias del médico. Símbolo del viajero, lo es también del médico que deambula por el mundo ayudando a los enfermos.

Utilizado por Moisés, algunos autores le atribuyen el origen del caduceo porque con su vara, que le servía para caminar y ejercer su autoridad curaba también la enfermedad causada por un gusano “Dracunculus medinensis” que se metía debajo de la piel de las piernas y se extraía arrollándolo mediante un palo o vara.

La serpiente. La serpiente, constituye el centro del rito religioso y terapéutico que se practicaba en los templos dedicados a Esculapio en la antigua Grecia. Es el símbolo universal de lo sobrenatural en la prehistoria. En la mitología griega encarna la adivinación, la prudencia, la regeneración y la curación. En la historia de la humanidad representa los poderes mágicos de sanación y curación que se han atribuido a todas las divinidades médicas.

Asclepio logró dominar el arte de la resurrección y cuenta el mito que devolvió a la vida un gran número de personas. Practicó la medicina con tal éxito que le levantaron santuarios por toda Grecia. Lo que provocó la ira de Hades, señor del infierno, que se quejó ante el Olimpo contra Asclepio por haber resucitado a un muerto y haberle por ello robado un súbdito. Zeus mató a Asclepio con un rayo, quien subió a los cielos convirtiéndose en la constelación de serpentario.

 

Evolución del caduceo de esculapio

El caduceo de Esculapio con el paso del tiempo ha experimentado cambios de acuerdo con las costumbres y creencias del hombre, según el momento histórico. Los primeros médicos hipocráticos, por ejemplo, al separarse del estado sacerdotal, escogieron este símbolo para identificarse. En la actualidad se manifiesta con una vara fina con un nudo en el extremo superior, rematado por un pseudo espejo formado por un ramo de uvas estilizado; la serpiente está enroscada en la vara y queda su cabeza frente al pseudo espejo.

En verdad el caduceo como tal se empezó a usar como emblema de la medicina cuando Sir William Butts (1486-1545) médico de Enrique VIII lo puso en su escudo nobiliario en 1538. Tres siglos después, la casa editorial de libros médicos JSM Churchill lo mostró como su emblema distintivo.

En 1856, el Servicio del Hospital de Marina de los Estados Unidos pensó que el caduceo sería un buen distintivo para significar el carácter "no combatiente" de la clase médica.

Fue en 1912 cuando la American Medical Asociación adoptó el símbolo de Esculapio como emblema oficial de esta organización en sustitución de la "Cruz de San Juan". La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo usa desde su fundación en 1947.

La escuela de Medicina y Dentistería de la Universidad de Rochester, New York, decidió en octubre de 1985, reemplazar el caduceo de Mercurio por el báculo de Esculapio, como logo oficial de la institución que se encontraba en uso desde el 1928. Esta decisión rinde verdadero culto a la medicina, y no al comercio, como se ha querido enseñar.

 

El Bastón de Esculapio en Colombia

La Federación Médica Colombiana desde su fundación en octubre de 1936, adopto como emblema distintivo el “Bastón de Esculapio” que, todos sus miembros, nos ufanamos de mostrar en la solapa  de la chaqueta cada vez nos congregamos. Lástima grande que, hace ya un buen rato, se perdió la costumbre que existía en Colombia en donde a los médicos en la ceremonia de graduación un representante de la Federación imponía sobre su pecho este botón insignia de la organización gremial.

La Gran Cruz de Esculapio es la máxima condecoración con que la Federación Médica Colombiana premia a sus miembros más distinguidos por sus méritos y gran trayectoria profesional. En Barranquilla han recibido esta condecoración los difuntos doctores, miembros del Colegio Médico del Atlántico: Rafael Bermúdez, Daniel Valiente Cabeza y Nayib Narváez Utria.

En mi condición de presidente del Colegio Médico del Atlántico, filial de la Federación Médica Colombiana, tuve el honor de colocar sobre la humanidad, toda de lino blanco vestida, del Sabanalarguero Doctor José de J Navarra este reconocimiento en ceremonia solemne celebrada en febrero de 1980 en el Country Club de Barranquilla. El doctor “Pepe Navarra”, como lo llamábamos coloquialmente, había sido el medico obstetra que 38 años atrás atendiera a la madre, al momento de dar a luz,  de quien estas líneas escribe. Las vueltas que da la vida.

El legado de Asclepio en nuestros días es continuación del valor que se daba a la medicina y la curación en la antigua sociedad griega. Encarna, no obstante, el tiempo transcurrido, el ideal de un médico sabio y compasivo, capaz de procurar la salud de los enfermos, de dar el beneficio de la ciencia médica a la gente bajo el mandato de la ética profesional.

 

Consejos de Esculapio



Profesor de Ética médica y bioética invitaba a los estudiantes a leer, reflexionar y escribir un ensayo sobre un conjunto de consejos, “Los Consejos de Esculapio” con un profundo y admirable contenido filosófico que, junto con el Juramento Hipocrático, eran temas de obligada revisión en la catedra para después ser discutidos a manera de mesa redonda, con la participación entusiasta de todos. Era tanto el interés y la pasión que ponía en este ejercicio reflexivo que a soto voce los alumnos me apodaron como “Esculapio”.

No se conoce el autor de este admirable código de moral medica que muestra en forma descarnada al joven estudiante de medicina la grandeza y vicisitudes de la profesión. El texto es el siguiente: 

¿Quieres ser médico, hijo mío? Aspiración es ésta de un alma generosa, de un espíritu ávido de ciencia. Deseas que los hombres te tengan por un dios que alivia sus males y ahuyenta de ellos el temor. Pero ¿has pensado en lo que va a ser tu vida?

Tendrás que renunciar a la vida privada: mientras la mayoría de los ciudadanos pueden, terminada su tarea, aislarse lejos de los inoportunos, tu puerta estará siempre abierta a todos. A toda hora del día y de la noche vendrán a turbar tu descanso, tus aficiones, tu meditación; ya no tendrás horas que dedicar a tu familia, a la amistad, al estudio. Ya no te pertenecerás.

Los pobres, acostumbrados a padecer, te llamarán sólo en caso de urgencia. Pero los ricos te tratarán como un esclavo encargado de remediar sus excesos: sea porque tienen una indigestión o porque se han resfriado, harán que te despierten a toda prisa tan pronto como sientan la menor molestia. Habrás de mostrarte muy interesado por los detalles más vulgares de su existencia; habrás de decirles si han de comer ternera o pechuga de pollo, si les conviene andar de este modo o del otro cuando salen a pasear. No podrás ir al teatro ni ponerte enfermo: tendrás que estar siempre listo para acudir tan pronto como te llame tu amo.

Eras severo en la elección de tus amigos. Buscabas el trato de hombres de talento, de almas delicadas, de ingeniosos conversadores. En adelante, no podrás desechar a los pesados, a los cortos de inteligencia, a los altaneros, a los despreciables. El malhechor tendrá tanto derecho a tu asistencia como el hombre honrado: prolongarás vidas nefastas y el secreto de tu profesión te prohibirá impedir o denunciar acciones indignas de las que serás testigo.

Crees firmemente con el trabajo honrado y el estudio atento podrás conquistarte una reputación: ten presente que te juzgarán, no por tu ciencia, sino por las casualidades del destino, por el corte de tu capa, por la apariencia de tu casa, por el número de tus criados, por la atención que dediques a las chácharas y a los gustos de tus clientes. Los habrá que desconfíen de ti si no gastas barba, otros si no vienes de Asia; otros, si crees en los dioses; otros, si no crees en ellos.

Te gusta la sencillez: tendrás que adoptar la actitud de un augur. Eres activo, sabes lo que vale el tiempo. No podrás manifestar fastidio ni impaciencia: tendrás que escuchar relatos que arrancan del principio de los tiempos cuando uno quiere explicarte la historia de su estreñimiento. Los ociosos vendrán a verte por el simple placer de charlar: serás el vertedero de sus nimias vanidades.

Aunque la Medicina es ciencia oscura, que, gracias a los esfuerzos de sus fieles, se va iluminando poco a poco, no te será permitido dudar nunca, so pena de perder tu crédito. Si no afirmas que conoces la naturaleza de la enfermedad, que posees, para curarla, un remedio que no falla, el vulgo irá a charlatanes que venden la mentira que necesita.

No cuentes con el agradecimiento de tus enfermos. Cuando sanan, la curación se debe a su robustez; si mueren, tú eres quien los ha matado. Mientras están en peligro, te tratan como a un dios: te suplican, te prometen, te colman de halagos. Apenas empiezan a convalecer, ya les estorbas. Cuando les hablas de pagar los cuidados que les has prodigado, se enfadan y te denigran. Cuanto más egoístas son los hombres, más solicitud exigen.

No cuentes con que este oficio tan duro te haga rico. Te lo aseguro: es un sacerdocio, y no sería decente que te produjera ganancias como las que saca un aceitero o el que se dedica a la política.

Te compadezco si te atrae lo que es hermoso: verás lo más feo y repugnante que hay en la especie humana. Todos tus sentidos serán maltratados. Habrás de pegar tu oído contra el sudor de pechos sucios, respirar el olor de míseras viviendas, los perfumes harto subidos de las cortesanas; tendrás que palpar tumores, curar llagas verdes de pus, contemplar orines, escudriñar los esputos, fijar tu mirada y tu olfato en inmundicias, meter el dedo en muchos sitios. Cuántas veces, en un día hermoso y soleado, al salir de un banquete o de una representación de Sófocles, te llamarán para vayas a ver a un hombre que, molestado por dolores de vientre, te presentará un bacín nauseabundo, diciéndote satisfecho: Gracias a que he tenido la precaución de no tirarlo. Recuerda entonces que has de agradecerlo y mostrar todo tu interés por aquella deyección.

Hasta la belleza misma de las mujeres, consuelo del hombre, se desvanecerá para ti. Las verás por la mañana, desgreñadas, desencajadas, desprovistas de sus bellos colores, olvidada por los muebles parte de sus atractivos. Dejarán de ser diosas para convertirse en seres afligidos de miserias sin gracia. Sólo sentirás por ellas compasión.

El mundo te parecerá un vasto hospital, una asamblea de individuos que se quejan. Tu vida transcurrirá a la sombra de la muerte, entre el dolor de los cuerpos y las almas, viendo unas veces el duelo de quien es destrozado por la pérdida de su padre, y otras la hipocresía que, a la cabecera del agonizante, hace cálculos sobre la herencia.

Cuando a costa de muchos esfuerzos hayas prolongado la existencia de algunos ancianos o de niños débiles y deformes, vendrá una guerra que destruirá lo más sano que hay en la ciudad. Entonces te encargarán que separes los menos dotados de los más robustos, para salvar a los enclenques y enviar a los fuertes a la muerte.

Piénsalo bien mientras estás a tiempo. Pero si, indiferente a la fortuna, a los placeres, a la ingratitud; si, sabiendo que te verás muchas veces solo entre fieras humanas, tienes el alma lo bastante estoica para satisfacerse con el deber cumplido, si te juzgas suficientemente pagado con la dicha de una madre que acaba de dar a luz, con una cara que sonríe porque el dolor se ha aliviado, con la paz de un moribundo a quien acompañas hasta el final; si ansías conocer al hombre y penetrar en la trágica grandeza de su destino, entonces, hazte médico, hijo mío.




LECTURAS

Pablo Young1, Bárbara C. Finn1, Julio E. Bruetman1, Jorge Cesaro Gelos2, Hernán Trimarchi1Treviño Alfonso  Jesus. La vara de Esculapio, símbolo de la medicina. Rev. méd. Chile vol.141 no.9 Santiago set. 2013

Orígenes de la Medicina Occidental. La Medicina Homérica y Esculapio. https://www.academia.edu/92824392/Or%C3%ADgenes_de_la_Medicina_Occidental_La_Medicina_Hom%C3%A9rica_y_Esculapio?auto=download.

Caduceo como símbolo de medicina. https://es.wikipedia.org/wiki/Caduceo_como_s%C3%ADmbolo_de_medicina

https://www.saludiario.com/origen-simbolo-de-la medicina/#:~:text=El%20verdadero%20s%C3%ADmbolo

Consejos de Esculapio. Material de Bioética. Unidad de Humanidades y Ética Médica (unav.edu)

Teobaldo Coronado Hurtado

Barranquilla febrero 26 de 2025

 

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