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UNILIBRISTA “HASTA LA CACHA”

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            UNILIBRISTA “HASTA LA CACHA”                                    Coronado Hurtado T. La Hora del Sosiego. Digresiones de un médico jubilado, 2011, Uniediciones Bogotá, p. 25 -27 ¡Qué vaina bacana! cuando uno tiene la bendita coyuntura de experimentar una segunda niñez. Totalmente distraído, ni siquiera, me había percatado que este año completo 30 temporadas jugando con la camiseta del honroso equipo de la Universidad Libre. Me entero por una tarjeta que recibo el martes 23 de mayo, a las 11 de la mañana. Por la forma sorpresiva como llega la noticia me causó inusitada alegría. Algo emocionado se me antojó comunicarla a los estudiantes de anestesiología que en ese momento compartían conmigo en el Laboratorio de Simulación. “Dr. Teobaldo Coronado Hurtado. La Universidad Libre se complace en invitarlo al homenaje de reconocimiento y gratitud, por su labor y compromiso durante 30 años formando a la juventud unilibrista, en la Facultad de Ciencias de la Salud.”

21. GENTE DISTRAÍDA

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                               GENTE DISTRAÍDA No soporto gente distraída por el mundo, obnubilada va sin saber si hoy es lunes o martes le da lo mismo navidad o carnavales No me aguanto gente distraída cuando le dices ¡buenos días! Te contesta ¡ajá y ya es de día! Y si le preguntas ¿Cómo estás? ¡Mas o menos!  Ahí, contesta con desidia  No tolero gente distraída cuando hablan del presidente Trump ¿Anda y ese señor quién es? interroga atortolada Parece, lo he oído nombrar, agrega desvirolada No compagino con gente distraída que cuando juegan Astros contra  Dodgers ¿Cuál de los dos es el Junior? pregunta riente No tiene idea de futbol ni de pelota caliente No soporto gente distraída con muchos títulos y diplomas porque el que a la escuela no ha ido con amor le perdono su desvarío No resisto gente distraída Con su son

VIAJE FANTÁSTICO

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          VIAJE FANTÁSTICO Palabras pronunciadas en la presentación del libro PERIPLO MÉDICO III de la autoría del Doctor Julio Mario Llinás Ardila. LO SUBLIME. Lo sublime vale para Iniciar estas palabras de presentación del libro del Doctor Julio Mario Llinás, Periplo Médico III. Un bello canto a la ternura, dedicado a su hija Mónica. Papá, ¿Por qué vuelan las mariposas? Mija, Porque tienen alas Papá, yo quiero ser mariposa. Pero mija, si tú no tienes alas Y además, antes habían sido gusanos. No importa papá.   Yo quiero tener alas para poder volar. -Mija ¿qué tienes en los labios? -Polvo de las alas de las mariposas. Me las comí para que me salieran alas y así poder volar. INTRODUCIÓN. Para los antiguos griegos, fenicios y romanos un periplo era algo parecido a un   pergamino   que reseñaba   el conjunto de hechos sucedidos en un viaje a través del mar. Diario de   un viaje, que

19. CUANDO NIÑO FUI, ANESTESIA, MILAGRO

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                             Tres poemas de mi libro (inédito)  "Entre el amor y la  nostalgia". CUANDO  NIÑO FUI Cuando los ojos al mundo abrí  Rosas, capachos y cayenas En el jardín y el patio descubrí De la casona azul y blanco donde nací Cuando los primeros pasos pude dar Sobre arenosas calles me toco corretear Una bola de trapo, color carmesí Un trompo zarandete al paseo jugar Multicolores canicas a la sombre chocar  juguetes que infantil solía compartir Canto de chicharras escuché Antes de la lluvia, en mayo o en abril Del alar de los techos agua vi caer A torrentes sobre mi cuerpo juvenil Cuando niño fui, soné con ser un doctor De los que sirven sin mirar a quien A los que sufren penurias y mucho dolor Y al estudio con mucha fe me consagré Para llegar a ser lo que hoy, Gracias a Dios, soy Barranquilla noviembre 30 de 2014. ANESTESIA A riesgosa expedición etérea Transportas tu adolorido pasajero

16. EL DECÁLOGO DEL CIRUJANO DEL DOCTOR BONILLA NAAR

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EL DECÁLOGO DEL CIRUJANO DEL DOCTOR BONILLA NAAR José M- Rodríguez Tejerina Entre los muchos y variopintos cirujanos célebres que he tratado a lo largo de mi existencia, recuerdo a uno bien singular, al que conocí hace ya varios años en Cartagena de Indias; el doctor Alfonso Bonilla Naar. CARTAGENA DE INDIAS Iba yo de capitán médico a bordo del buque-escuela "Juan Sebastián de Elcano". Veníamos de barajar la costa de Bonaire, de haber estado fondeados en Punta Gaira, al sur de Santa Marta. Y, atracamos, al fin, en el muelle comercial de Cartagena de Indias. Era el día 30 de marzo de 1951. A la izquierda del muelle se adivinaba una extensa playa, con palmeras y bohíos de negros. La ciudad, que recorrí enseguida, se levantaba enfrente, encastillada y cálida. Para adentrarme en su centro tuve que atravesar la puerta de San Román. Y la de la Torre del Reloj Público, construida el siglo XVI, que rompe el cerco amurallado del barrio de Getsemaní. A lo lejos, recort