DESPEDIDA
DESPEDIDA “Algo se muere en mí todos los días… Y en todo instante, es tal mi desconcierto, que ante mi muerte próxima imagino que muchas veces en la vida... He muerto”. Exclamaba pesimista el poeta Julio Flórez. La vivencia cotidiana con la muerte que de una manera u otra nos atormenta, por no querer aceptarla o por negarla, se experimenta más intensa, pienso yo, en los momentos aquellos del nostálgico ritual de despedida del ser querido, cuando se va. Cuando hemos dado doloroso hasta luego a nuestros padres, parientes y amigos al partir a su encuentro final con el más allá. Cuando desde el puerto de la esperanza contemplamos impotentes y tristes como han levantado vuelo los hijos, una vez crecidas sus alas, a la búsqueda de nuevos y mejores horizontes, dejando el nido vacío. Cuando, meditabundos, observamos el alejamiento, poco a poco, uno tras otro, de los fieles compañeros de la jornada diaria que por muchos años br