49. COLOMBIA. PATRIA QUERIDA.
Desde hace 16 años cuando en inolvidable sesión solemne recibí el título de doctor en medicina, que me otorgaba la Universidad de Cartagena, no asistía a un acto parecido. Tuve oportunidad, meses atrás, de presenciar la ceremonia de graduación de los alumnos de último año de la Facultad de Medicina de la Universidad Libre en donde estoy vinculado como docente en las cátedras de anestesiología y ética médica. Confieso que una profunda emoción sacudió parte entrañable de mi ser médico, con intensidad comparable a la de mi propia graduación que recordaba antes. Con la gran diferencia, es lo que deseo resaltar, ahora no era el tímido e incierto estudiante el que se estremecía asombrado, sino el imperturbable profesor universitario con tres lustros de ajetreo profesional sobre sus hombros. Rompo con esta anécdota personal, mí debido recato, para significarles como las impresiones, las vivencias que brotan de la profundidad misma del alma no tienen límites, ni en el tiemp